Publicado el 2015-06-06 In Dilexit ecclesiam, Iglesia - Francisco - Movimientos

Un paso gigante para el laicado

Chile, por Bárbara Brain •

Desde el título hasta la práctica diaria, las cosas cambiaron en la Iglesia de Santiago con el nombramiento, en abril del año pasado, de un matrimonio en el cargo que habitualmente ocupaba un sacerdote. El vicario para la Pastoral Familiar son hoy los “delegados episcopales” –sí, en plural– para la Pastoral Familiar, y ya no es más el vicariato, sino la Delegación Episcopal para esta materia, aunque sus funciones y rango permanecen intactos. José Manuel Borgoño y Mónica Undurraga , son el matrimonio a cargo de esta tarea. Casados hace 41 años, padres de seis hijos y abuelos de 5 nietos, son también miembros militantes de la Rama Familiar de Schoenstatt en Santiago-Cordillera.

La voz femenina que por primera vez se escucha en las reuniones de los vicarios de la Iglesia de Santiago es sólo el símbolo de lo que Mónica define como “una tremenda apertura y oportunidad para los laicos”. La excelente recepción hacia ambos, tanto de parte del resto de los vicarios (17, entre zonales y específicos) indican que la nueva Iglesia está dando pasos concretos en esa dirección.

También entre los párrocos y agentes pastorales la presencia de los Borgoño Undurraga ha causado una gran aceptación. La cercanía se palpa desde su presencia, su experiencia, su complementación varón y mujer y su acogedora transparencia al hablar.

Nuestro objetivo es alcanzar a todos aquellos que vivan como familia

foto 1 jornadaLa tarea que enfrentan es enorme. La realidad de las familias católicas en Chile dejaría pálido a San Alberto Hurtado si recibiera una respuesta a su “¿es Chile un país católico?”.

Del total de matrimonios realizados por el civil, unos 60 mil al año, sólo un 20 ó 30% de éstos lo hacen también por la Iglesia. Y se debe considerar que una cifra, igual o mayor a la que contrae matrimonio civil, son parejas que conviven sin ningún compromiso formal.

Pero los Borgoño Undurraga, no se achican. “No se trata de una crisis de la Iglesia ni nada así”, afirma José Manuel. “Esta generación ha captado que la vida del matrimonio no es fácil, que las posibilidades de fracaso son altas, entonces algunos prefieren ‘probar’ primero, sin papeles, o quizás con papeles que puedo disolver, si así lo decido a futuro. Como el sacramento es para siempre, entonces, no lo asumen… Las cifras hay que mirarlas como un proceso, porque muchos de los mismos que conviven, son los que más tarde se casan por el civil, y a veces también, por la Iglesia”.

No sólo no se achican, sino también aspiran a lo más alto: “Nuestro objetivo es alcanzar a todos aquellos que vivan como familia, sin ninguna identificación, de modo que todos vivan en plenitud, que conozcan la persona de Cristo y que comprendan que es la manera de aspirar a una vida más plena. Nuestro objetivo es acompañar a las familias y motivarlas a experimentar esa Iglesia doméstica que contagie a los demás”, explica Mónica.

Un trabajo cuerpo a cuerpo

Y establecen un camino que se inicia en primer lugar con la preparación al matrimonio, que no es sólo el concepto de un curso de novios, sino de apoyar a las personas desde la niñez y juventud de modo de permitirles aspirar siempre a un modelo de vida plena, que es la que, en el caso de las familias, se alcanza con el sacramento del matrimonio. “En el noviazgo se le pueden entregar las herramientas necesarias para construir ese futuro en comunión con la gracia, pero el trabajo debe iniciarse desde mucho antes,” aclara Mónica.

Luego le sigue el trabajo de acompañamiento a las familias ya formadas, el que aspiran a que se dé desde la Parroquia. En ella, se prepara a los agentes pastorales, familias que a su vez puedan contagiar a otras familias y así generar una ola que inunde los corazones de muchos, despertando ese anhelo del alma por una vida mejor.

Conscientes de la realidad, saben que la tarea es lenta, como diría el Papa Francisco, de un trabajo cuerpo a cuerpo, y que la familia debe realizar como Iglesia doméstica. José Manuel resume las cuatro líneas de acción de esta pequeña iglesia evangelizadora: la familia es la que anuncia (transmite la fe); celebra (el paso de Dios por su propia historia); sirve (tanto al interior como a su entorno); y es comunitaria (enseña a vivir en comunidad).

Desde el «Dilexit Ecclesiam» del Padre Kentenich

La invitación entonces es a ser y hacer familia, a rescatar nuestro carisma propio. Invitación que se extiende a todos los Movimientos cristianos, y a Schoenstatt en particular, para trabajar en lo que sabemos y lo que es propio. Al tratar de vivir como Iglesias domésticas, en el sentido misionero y amplio del concepto, estamos remando hacia el lado adecuado. Bajo el mismo paraguas de la Iglesia, de la Parroquia, los delegados pastorales nos llaman a incentivar a todos los miembros de nuestros Movimientos a participar de las unidades pastorales que existen (colegios, parroquias, fundaciones, etc); a formarnos con mayor conciencia como cristianos y, por lo tanto, como agentes pastorales; a compartir nuestros modelos de acción, nuestras metodologías pedagógicas en los lugares en que realicemos los apostolados, y a ponernos a disposición de un trabajo coordinado con otros agentes pastorales.

Para Schoenstatt la invitación es también directa, “continuar trabajando al servicio de la Iglesia con tanto amor como hasta ahora, ser ese corazón de la Iglesia, como lo quiso el Padre Kentenich. Las Parroquias, en especial, nos necesitan,” dice José Manuel. “La Iglesia nos ha abierto la puerta.»

 

Fuente: Vínculo, revista nacional de Chile, mayo de 2015

 

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2 Responses

  1. José María Fuentes dice:

    Es un paso gigante para los matrimonios, ya que el matrimonio formado por José Manuel Borgoño y Mónica Undurraga fueron nombrados delegados episcopales. El título es engañoso, ya que José Manuel no es laico; es un diácono (parte de la jerarquía de la Iglesia y no de los laicos; ver Lumen gentium Capítulo 3)

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