Misiones

Las misiones son, a escala mundial, una corriente muy fuerte y creciente en la Juventud de Schoenstatt. Los jóvenes visitan, durante siete a diez días, una comunidad o parroquia, muchas veces en parajes alejados de las ciudades. Ahí conviven sencillamente y comparten una intensa vida de oración, sus experiencias personales de fe en misiones puerta a puerta con la Virgen Peregrina y ayudan concretamente a aquellos miembros de la comunidad que más lo necesitan con la plena confianza en que María los acompaña y los ayuda para abrir los hogares y los corazones a Cristo.

La razón de ser de Schoenstatt
no está en sí mismo
sino en el servicio misionero
a la Iglesia y a la sociedad.
P. Heinrich Walter

La idea de las misiones la introdujo el Padre Hernán Alessandri, de Chile. En la Juventud de Schoenstatt de la Argentina y de Paraguay se desarrolló el modelo que hoy permite a miles de jóvenes de Latinoamérica, España, Portugal , Alemania, Suiza, e Italia, vivir realmente lo que es ser un misionero de Cristo, algo que deja profundas huellas, tanto en las comunidades misionadas como en los jóvenes mismos. En  2009 se llevaron a cabo las primeras Misiones en los países germanos (Alemania y Suiza): una iniciativa de jóvenes alemanes y suizos que hicieron la experiencia en otros países.

Una variante especial son las Misiones que realizan en países lejanos especialmente los jóvenes de Latinoamérica, para apoyar la fundación y el desarrollo de la Juventud de Schoenstatt – en Nigeria, Burundi, Italia, Cuba, Portugal, España y Estados Unidos.

Las «misiones» juveniles y familiares
son una respuesta vital
a cuestiones relativas a la secularización.

P. Heinrich Walter

Testimonios de Misioneros

Jóvenes, matrimonios, seminaristas, Padres de Schoenstatt, Hermanas de María, incluso familias enteras forman parte todos los años de los distintos grupos misioneros que existen en la actualidad. Año a año, estas personas salen de la comodidad de sus hogares a anunciar a Cristo y María, pero, ¿qué es lo que los motiva a realizar este sacrificio? La forma más fácil de explicar lo que se vive en una misión es a través de los testimonios que se pueden recoger luego de haber sido parte de una. A través de ellos se puede sentir en menor o mayor medida las experiencias vividas por los misioneros y quizás entender el por qué de todo esto.

«Se trata de no pensar en uno mismo, sino de salir al encuentro del otro, del que lo necesita más, del que está más solo. Cuando uno tiene esta experiencia te das cuenta que estás entregando a Cristo, llevando a la Mater al corazón de la gente. Es en ese momento en que te das cuenta de que en realidad Dios también sale a tu encuentro a través de tantos rostros, historias de vida»

Tomás Delloca, Sacerdote de la comunidad de los Padres de Schoenstatt

«A veces es difícil comprender lo que verdaderamente pasa en una misión. Se piensa que es imposible visitar un pueblo y renovarlo en una semana, acercarlo a Dios. Es que cuando se mira con los ojos humanos, nos damos cuenta que sería una ilusión pensar que somos capaces de eso. Sin embargo, si se cambia la mirada y se piensa que es la Mater quien visita las casas… entonces la situación cambia. «Ella es la gran misionera, Ella obrará milagros».

Angie Spinassi, miembro de la Juventud Femenina de Confidentia, Buenos Aires

«Si me preguntan por qué prefiero caminar por calles de tierra bajo el sol de un mediodía de verano a estar panza arriba en una playa de la costa, por qué prefiero una ducha de agua helada en el baño de una escuela a barrenar las olas del mar, por qué prefiero tirarme al piso en una bolsa de dormir y terminar planchado después de un intenso día a salir a bailar un sábado a la noche; si me preguntan, en definitiva, por qué elijo ir una semana a misionar en vez de ir una semana de vacaciones, les voy a contestar: porque es una de las experiencias más hermosas que podés tener en la vida. Seguramente pensarán que estoy exagerando, que se me va la mano. Con justa razón se les cruzará por la cabeza pensar que estoy un poco loco, porque prefiero trabajar que divertirme, sufrir a ser feliz. Todo lo contrario, porque misionando me divierto como nunca, y lo más importante: soy feliz haciendo feliz a alguien. Y si no me creen, simplemente les digo: «vengan y verán»

José María, participante de las Misiones Familiares de La Plata

«Tenemos que hacerlo en Alemania, tenemos que hacer posible que también en Alemania se viva lo que experimentamos en las misiones.Queremos ser misioneros para Alemania».

Marie Anne, Alemania

«Durante cuatro días fui testigo de la esperanza, de la alegría, de la victoria y del nuevo tiempo: fui misionero. A pesar del calor, de la lluvia, de la incomodidad y de las propias limitaciones me encendió el corazón y la vida el fuego, ese fuego mariano que cada uno de los jóvenes lleva a flor de piel, que se escapa a borbotones y se da sin pensar… dando «hasta que duela» He visto la esperanza andar por los barrios, en medio del barro, llevando consuelo, llevando a María. He visto la alegría en los rostros de los niños buscando un abrazo, un juego, un tiempo distinto; recuperando por un rato (aunque más no sea) algo que escasea: los tiempos de la inocencia infantil. He visto la victoria como nunca. Puedo asegurarles que la vi correr por esas familias abandonadas, la vi inundar corazones resignados a los pies de Nuestra Madre, la Vencedora, la que obra milagros. Vi un tiempo nuevo, el tiempo de la promesa, de la solidaridad y de la Nueva Comunidad».

José María Sanguinetti, Misión Ignis Marie 2009-2010

«Desde mi experiencia personal en las misiones puedo realmente decir que Dios obra milagros en cada uno de los misioneros. La primera vez que participé no estaba seguro de cómo iba a poder ayudar a estas personas, qué era lo que yo tenía para compartir, pero una vez que se acepta que uno es instrumento, las palabras y los gestos salen naturalmente, muchas veces no es necesario hablar, sino simplemente saber escuchar»

Francisco Grondona, Misión Ver Sacrum 2008

«Si no me equivoco, la idea de la misión era (según su lema) sembrar la patria; sembrar en esta tierra nuestra semillas con la esperanza de que algún día den frutos, porque queremos cambiar algo… deseamos que el paisaje del mañana sea diferente al de hoy, esperamos que nuestras siembras prosperen algún día… ¡y con fuerza! anhelamos un futuro diferente y no nos quedamos de brazos cruzados; por eso fuimos a Lobería a pelear por nuestra patria. Sé que quiero (y creo que todos también) cambiar este país, este mundo, esta realidad… quiero algo mejor, pero siempre surge la duda ¿se puede lograr algo mejor? ¿Como sería un mundo diferente a este? ¿No debería conformarme?

Ciertamente el cambio se ve difícil… en verdad parece lejana la época en que el mundo reposará en las manos del Amor que es Dios… parece que vamos a tener que luchar eternamente y uno se cansa de eso (creo que con todo derecho), sobre todo si no puede comprender o vislumbrar ese mundo por el que esta luchando…

Y si hay algo que logré en esta misión es eso… ver como sería el mundo por el que lucho diariamente. Creo que logré (y le agradezco a Dios por eso) ver una forma diferente de vivir, creo que pude admirar como sería un mundo donde nuestras semillas dieran fruto. Fue como si hubiera tenido una visión. Y quizás sí fue eso, tal vez sí fue una visión; y les cuento como era:

El mundo por el que lucho (y creo que todos juntos también) es un mundo donde la gente forma una gran familia, un mundo donde cada persona irradia desde su lugar la felicidad que porta, un mundo donde cada persona asume su rol con alegría y lo cumple con amor (y por lo tanto de manera admirable), un mundo donde las discordias se apagan entre risas y las lágrimas se lavan en sonrisas… un mundo de gente entregada.

Un mundo donde cada persona hace «todo por amor, con alegría», donde cada persona esta feliz de poder ser como es.

Y pude admirar como era la gente en ese mundo…

Pude ver como sonreían, como alzaban los ojos al cielo con afecto, como se abrazaban, como cantaban, como saltaban, como reían, como consolaban y amaban. Pude ver un mundo donde no existía la vergüenza, pude ver un mundo de almas desnudas, un mundo de gente transparente.

Repito que agradezco a Dios por la visión que tuve, por esa hermosa experiencia. Agradezco a Dios haber compartido este tiempo con ustedes.

Porque ustedes son mi visión.

Quiero regalarle al futuro un mundo como el que formamos con ustedes…»

Santiago Lukac, Misión Ver Sacrum 2008