Publicado el 2014-11-07 In Jubileo 2014

Con la Tercera Auxiliar Internacional en Schoenstatt y en Roma

ARGENTINA, Silvia de Losada. Meses antes del 18 de octubre no pasaba por mi cabeza viajar a Schoenstatt. Los acontecimientos se sucedieron vertiginosamente y la Providencia Divina decidió otra cosa. Partimos en peregrinación un grupo de argentinos, acompañados por el Padre Guillermo Cassone, con el corazón anhelante por unirnos a todos nuestros hermanos schoenstattianos del mundo para celebrar un hecho histórico en la vida de la Familia: los cien años de la Alianza de Amor.

 

 

Cargados de pedidos, ofrecimientos, inquietudes… En mi caso, con una misión adicional: traer de regreso a la Argentina la tercera imagen peregrina Auxiliar internacional, que había recorrido muchos países uniendo a la Campaña del Rosario y que volvía a la Argentina cargada de gracias.

La Mater nos espera

Al llegar a nuestro alojamiento en Limburgo descubrimos que María Fischer había dejado la imagen en custodia a un matrimonio que se unía allí a la peregrinación. ¡Qué inmensa alegría y qué emoción verla después de tantos años! En mi mente pasaron como una película los días vividos hace diez años, cuando se bendijo el Santuario en Belmonte. Esa misma imagen me acompañó en la peregrinación por los jardines vaticanos y al día siguiente, el 8 de septiembre de 2004, en la bendición del Santuario Matri Ecclesiae.

Mis compañeros de peregrinación se sintieron inmediatamente comprometidos y la Mater llegó al Santuario Original el 16 de octubre en los brazos de varios de ellos, que como nuevos João Pozzobon, la llevaron desde el ómnibus hasta a su destino final: la carpa de la cultura de alianza “Iglesia”. Allí la recibió el coro cantando «Madre Peregrina» y, saludando a la Peregrina Original, se quedó junto a ella.

Siguieron las grandes emociones: encuentros con Padres de Schoenstatt y Hermanas de María que no veía hacía muchos años, hermanos schoenstattianos conocidos de otros países, que parece casi imposible poder encontrar entre tantos peregrinos. ¡La gran familia reunida!

La tumba del Padre Kentenich siempre me produjo la misma emoción, imposible acercarme a ella sin que fluyan las lágrimas y sienta que tocándola me abrazo a él, mi padre.

Hacia los próximos tiempos

El 18 de octubre el P. Darío Gatti se ofreció a traer la Auxiliar desde la carpa “Iglesia”, ya que un problema en mi rodilla me impedía caminar por los senderos empinados. Cuando me ubiqué en el gran anfiteatro logré verla al costado derecho del escenario, en el piso, bajo un macetón con plantas.

Sin estar segura que era Ella, bajé desesperada y efectivamente, ¡era mi Madre! Intenté que la suban al escenario, pero me contestaron que era imposible y que allí estaba bien.

Con el corazón hecho pedazos me acerco a Ella y le digo: «¡Madre, si esto es lo que quieres, Adsum!», y volví a mi lugar.

Pasados unos minutos vi que dos personas la levantaban y la colocaban al costado izquierdo del escenario, bajo el enorme cuadro de la Mater, rodeada de flores. ¡Ella lo arregló!

El corazón desbordaba por tantas emociones. Estar allí y saber que no es sólo un festejo, sino un hecho histórico que no se repetiría en mi vida ni en la de ninguno de los que estábamos en ese lugar. Pero también tuve conciencia de que era el comienzo… que al día siguiente cada uno debía esforzarse por ser verdaderamente el protagonista del nuevo siglo de Schoenstatt.

Flameaban las banderas, las voces se unieron para renovar la Alianza de Amor y explotó el anfiteatro: ¡cantos, lágrimas, abrazos! ¡Comenzaba el próximo siglo de Schoenstatt!

Bendecida audiencia con el Santo Padre

Luego de que una parte de nuestro grupo recorriera Padua y Asís, nos preparamos para otro momento muy esperado: el encuentro con Francisco. Este Papa tan querido y conocido por los argentinos y por el mundo entero.

Cargando la imagen Auxiliar intenté llegar hasta el escenario, pero la seguridad me lo impidió. Con la Mater sobre mi falda vi, dos filas detrás, al P. Argemiro Ferracioli, con quien habíamos quedado en encontrarnos allí sin pensar en lo difícil que sería. ¿Casualidad o causalidad? ¡Ambos nos sorprendimos!

Me acerqué a la baranda con la Auxiliar, sin lograr que los jóvenes que se encontraban delante me dejaran pasar con ella. En ese momento comenzó la algarabía: el Santo Padre estaba llegando.

Imágenes peregrinas en alto, banderas, manos estiradas… ¡nadie quería estar lejos del Papa!

Al escucharlo, me cautivaron su humildad, su sencillez, su calidez y el gran mensaje en el envío a la Familia de Schoenstatt: «Al darles la bendición, los envío como misioneros en los próximos años. Los envío, no en mi nombre, sino en nombre de Jesús, los envío no solos, sino de la mano de nuestra Madre, María, y dentro del seno de nuestra Madre, la Santa Iglesia».

Salir, encontrarnos con los demás, regalar alianza.

Como broche de oro al día siguiente visitamos el Santuario de Belmonte. ¡Volver después de diez años! Tantos cambios, ¡qué hermoso lo encontré!

En ese Santuario tuve vivencias especiales. Allí fue mi primer encuentro con la tercera Auxiliar internacional, que ahora traje de regreso a su origen: la Argentina.

¡Encontrarme con María y Sarah-Leah fueron momentos que guardaré en mi corazón para siempre!

El regreso a casa

¡La Mater no deja nunca de sorprenderme! Por su tamaño no permitieron que viajara en la cabina del avión, sino en la bodega, cosa que me desgarró nuevamente el corazón.

Bien embalada, la presenté en el mostrador donde haría el check in, explicando que era una imagen religiosa frágil, bendecida por el Papa. Me enviaron a una oficina para que la bajaran por un ascensor y no se deteriorara, con un cartel que decía:»equipaje preferencial”. El mismo cartel colocaron en mi maleta.

Llegados al aeropuerto de destino, me asusté al no encontrarla en la cinta que traía el equipaje, pero se encontraba a un costado junto con mi maleta, impecable.

Todavía restaba pasar el control aduanero. Cuando puse la Mater para que pasara por el escáner, nadie me preguntó qué era ni de dónde provenía. Ella sola se procuró la entrada al país, sin inconvenientes.

Todavía viviendo la euforia de estos momentos históricos, es necesario aquietar el corazón y comenzar a pensar en nuestra misión y compromiso.

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Publicado el In Jubileo 2014

Con la Tercera Auxiliar Internacional en Schoenstatt y en Roma

ARGENTINA, Silvia de Losada. Meses antes del 18 de octubre no pasaba por mi cabeza viajar a Schoenstatt. Los acontecimientos se sucedieron vertiginosamente y la Providencia Divina decidió otra cosa. Partimos en peregrinación un grupo de argentinos, acompañados por el Padre Guillermo Cassone, con el corazón anhelante por unirnos a todos nuestros hermanos schoenstattianos del mundo para celebrar un hecho histórico en la vida de la Familia: los cien años de la Alianza de Amor.

 

 

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1 Responses

  1. rayito dice:

    TE ENTIENDO PERFECTAMENTE PORQUE ESAS MISMAS VIVENCIAS TUVE YO CUANDO SEIS URUGUAYAS FUIMOS EN PEREGRINACION CON UNGRUPO ESTUPENDO DE ARGENTINOS PRESIDIDOS POR EL RECORDADO PADRE GUILLERMO CASSONE. UN FUERTE SALUDO (y especial al PADRE) unidos en la alianza RAYITO

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