alianza matrimonial pandemia

Publicado el 2020-10-13 In Vida en alianza

Intercambiando corazones. Un testimonio real en tiempos de pandemia

PARAGUAY, Edgar Cañete y Ana Pecc, Miembros del Grupo GAUDIUM ENTIS. Nivel Alianza de Amor •

Como es sabido, este año se inició con un tinte diferente a lo que ya estábamos acostumbrados. Esto afectó –por decirlo de alguna manera– a todas las actividades en el país, entre ellas, la religiosa. —

Veníamos de un 2019 cargado de emociones y sentimientos al sellar nuestro compromiso grupal (formamos parte del Grupo N° 7, luego denominado GAUDIUM ENTIS) en el Santuario de Tuparenda (ubicado en el Km 34,5 de la ruta 2 del Departamento Central, Paraguay). Sin embargo, el camino debía continuar en el 2020.

Tal es así que, a comienzos de este año nos abocamos con todo el grupo a seguir el camino para la preparación de nuestra anhelada Alianza de amor matrimonial. Recordamos que tuvimos la oportunidad de reunirnos todos juntos en la casa de uno de nuestros hermanos de grupo, sin saber que sería la última reunión presencial que tendríamos hasta hoy como grupo, por la coyuntura pandémica que nos toca vivir.

Adaptándonos a la nueva era

El gobierno, primeramente, ha impuesto medidas firmes para evitar la propagación de este virus mundial, entre ellas, obviamente, la de evitar aglomeraciones, reuniones e inclusive salir de nuestras casas. A pesar de ello, nuestro deseo de seguir formándonos y preparándonos para nuestra Alianza – gracias a la predisposición de nuestros jefes y hermanos de grupo-, recorríamos este camino a pesar de los desafíos que íbamos encontrando, según avanzaba la pandemia.

Nada de eso pudo vencer a nuestro deseo, y pudimos seguir el camino de manera “virtual”, cada uno desde sus casas. Desde un primer momento, todo cambió. Sin embargo, encontramos la manera de adaptarnos a esta nueva era, a este nuevo modo de vivir. Firmes y convencidos de que el plan debía continuar, los jefes nos fueron asignando los temas incluidos en la preparación. Todo ello fue llevado de la mejor manera, gracias a la confianza del grupo en la Divina Providencia.

Todo este año de preparación “a distancia”, costó, pero lo superamos convencidos de que la Mater, como educadora que es, nos brindó su apoyo incondicional y nos regaló sus gracias.

¿Sellar la Alianza de manera virtual, a distancia?

Semanas antes de llegar a término nuestro camino, las restricciones del gobierno seguían latentes, no podíamos siquiera reunirnos, pese a que las celebraciones de la Santa Misa se daban sin inconvenientes, pero bien limitadas. Ello conllevó a tomar la decisión de realizar el rito de la Alianza Matrimonial de manera virtual. Esto nos cayó como un balde de agua fría, y al respecto, se realizó una reunión virtual con nuestro grupo, donde cada una de las parejas manifestó como se sentía con esta disposición.

Particularmente, nosotros –mi esposa y yo– en un primer instante estuvimos un tanto dubitativos sobre el tema, pues, no lográbamos descifrar aún los motivos. Sabíamos que por cuestiones de prevención de contagios masivos no podíamos realizar el rito de Alianza todos juntos, pero, queríamos entender por qué no se podía posponer y reprogramarlo.

A partir de allí, iniciamos nuestro tiempo de discernimiento como matrimonio, recurriendo a las herramientas brindadas por el Movimiento, como los talleres de preparación para ese día. En uno de ellos, nos tocó la dicha de escuchar a una de las hermanas de María, quien nos iluminó y nos recordó que la Mater ya estaba en nuestros corazones y que carecía de sentido hacerla esperar. Asimismo, gracias a los testimonios de nuestros propios hermanos de grupo, nos convencimos y nos sentimos felices de realizar la Alianza en este contexto mundial, en la forma establecida.

Una Alianza en modo de pandemia

No estaba en los planes que esto tomase otro camino diferente. Tres días antes de nuestro día, el gobierno dejó sin efecto ciertas restricciones, ampliando el número de personas que podían estar presentes en una celebración, generando un movimiento repentino en las tomas de decisiones de nuestros líderes del Movimiento, quienes tuvieron la predisposición de armar un protocolo para que pudiéramos realizar el rito de forma presencial, pero limitando la cantidad de grupos por día.

Sin embargo, veinticuatro horas antes de la Alianza, fijada para el día sábado 10 de octubre de 2020, recibimos una carta del P. Reginald (Rector del Santuario Joven), manifestando la decisión de realizar el rito en forma virtual, pese a todo el esfuerzo empleado para hacerlo presencial, como se había determinado desde el inicio de este año.

Ante esta nueva circunstancia ya nos sentíamos preparados. Estábamos convencidos de que la Mater era la responsable de nosotros y que ella quería, en su rol de madre, protegernos ante cualquier riesgo de contagio que se pudiera ocasionar. Nuestra Madre, como siempre, nos colocó bajo su manto protector y se dispuso el rito de Alianza matrimonial virtual, cada uno desde sus hogares.

Una experiencia única en tiempos de pandemia

Llegaban las doce del mediodía de aquel sábado y juntos, mi esposa y yo, nos preparamos para recibir e intercambiar nuestros corazones con nuestra Madre y Reina. Puntualmente se inició la celebración de la Santa Misa, hasta llegar al momento cumbre de todo este camino que comenzamos en el primer trimestre.

Nuestros corazones latían con más frecuencia, se aceleraba nuestro pulso, los ojos se llenaban de lágrimas de felicidad, la piel erizada… Qué momento tan emotivo hemos vivido al “materializar” el tan anhelado intercambio de corazones con la Mater. Nos quedamos sin palabras para expresar toda la alegría de la que se llenaron nuestros corazones.

Fue una experiencia única en nuestra vida matrimonial. Nunca habríamos pensado una manera mejor de vivir el amor de María en estos tiempos de pandemia. La Mater hizo posible todo esto, y nosotros estamos comprometidos a demostrarle con hechos que realmente la amamos.

Esta nueva Alianza matrimonial se convirtió para nosotros en un haz brillante de luz que iluminó nuestra vida cotidiana y que seguimos firmes y unidos a María y a Dios Trino.

Con Cristo, somos bendecidos por nuestra Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt.

 

 

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