Publicado el 2011-09-15 In Vida en alianza

El 2011 trae algo consigo – un cumpleaños especial – no…¿tiene que ser?

Marianne Maier. Una mirada hacia atrás, sobre los propios hombros – ¡Realmente! Hace ya 8 años que tuve mi última fiesta. Quiera yo o no – ¡y no porque todos piensan que yo debería! No obstante ¡lo que tiene que ser, tiene que ser!

 

 

 

 

Tanto reído y llorado en conjunto…

En sí un proceso maravilloso – Preparaciones para la propia fiesta. Algo extraño al mismo tiempo y sí, ¡bastante agotador! La realidad: tengo que saber cómo me gustaría que fuera. ¿Tengo todo bajo control?

Un aniversario especial y la mirada hacia atrás van muy juntos. ¡De repente veo qué vida más plena y colorida ha sido la mía: reído y llorado, rezado y vivido en conjunto! Celebrar en conjunto es justamente lo que ahora vale. Muchas caras, historias, aliados, contactos – sí, también se me vienen a la mente lugares. Durante semanas he tenido el pensamiento, el deseo: «hacer una fiesta a mi estilo y en un lugar bueno – preferencialmente cerca del Santuario».

Mi Santuario no está libre

Lo primero que me viene a la mente es «mi Santuario», donde yo lloraba a gritos como bebé, donde fui consagrada como apóstol de María, donde miles de veces canté, recé, lloré, charlé, reí…amé. La decepción es enorme cuando me llega la respuesta: «se consideraron todas las posibilidades, pero desgraciadamente la fiesta no puede ser en el centro». Claro, Dios mío. Fiestas en sótanos abundan. Pero ¿mi deseo – tu voluntad? Mi ruego – ¿una petición demasiado grande?… De cualquier manera, el anhelo de estar cerca del Santuario, de esa atmósfera de Santuario es simplemente demasiado grande.

Los preparativos están en plena marcha

El hecho es que me atrevo a volver a consultar y me sorprendo de por qué no se me ocurrió antes el espacio cercano al Santuario. Sobre el «Sí» de la casa estoy simplemente feliz. Cruzar puertas abiertas, ver lo que hay en la próxima habitación, esto me parece bien.

Decoración, bebidas, comida, invitaciones… los preparativos están en plena marcha junto a la vida cotidiana. Sobre acuerdos de salas o vajilla para utilizar no me quebré la cabeza. Y luego, un par de días antes de la fiesta – cómo podía ser de otra manera – nuevamente el stress me hizo arder. Qué contenta estoy: los invitados, todos los amigos, familiares, colegas (casi) no se percataron. Cuestiones prácticas, nuevas limitaciones e inesperadas condiciones me hicieron sudar la gota gorda. Interiormente me volvieron a poner a prueba. Yo me pregunto a diario varias veces: «Mari, ¿es eso realmente importante, vale realmente la pena? Tú podrías haber hecho tu fiesta en alguno de los miles de sótanos que hay a disposición. ¡Y ahora tanto torbellino y trabajo! Tal vez estén todos después molestos: la atmósfera, la fiesta diferente a lo esperado, sin contar con la consecuencias incalculables…». Y poco antes de eso: «¿Tal vez debería al menos pensar en alternativas…?». Y ahí creció en mí la convicción: «¡calma, Mari! Schoenstattianos – ¿acaso no tienen calma? Su fundador estaba casi siempre en crisis a lo largo de su vida, ¡soberanía era su elemento! Sí, yo – tanto como todos los aliados y los que tienen que ver con esto – , sí, no nos queda otra que seguir adelante».

Tantos Santuarios del corazón en un lugar

Pocas horas antes de la fiesta – el auto cargado hasta el tope – no puedo pasar de largo frente a mi Santuario Hogar… agarro la llama rosada en forma de Santuario – el gran cartel en mi dormitorio, el que de paso a diario me recuerda tiempos geniales, especialmente me recuerda el valor central del «SANTUARIO DEL CORAZÓN». Doris ha decorado por mí en rojo y rosado, me lo delata su reciente e-mail. Quién sabe, tal vez armoniza mi corazón con los colores de decoración de la mesa del buffet.

Describir la fiesta… todos los regalos, los reencuentros, la celebración, los cócteles, el buen tiempo, la localidad, la hospitalidad, el banquete, los invitados espontáneos, las sorpresas – Yo sólo digo, amigos y familia, la atmósfera… – sí, esto necesitaría por lo menos tres artículos más. En un momento de tranquilidad, cuando miro desde la sala hacia la terraza, cuando registro el ambiente profundamente en mí, cuando gozo ese momento – ahí pensé: ¡Mari, tantos Santuarios del corazón en un solo lugar, qué más se puede necesitar! Mi gratitud me acompañará seguramente hasta la próxima fiesta – sin santuario no resulta.

 

Traducción: Tita Andras, Viena, Austria

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