Publicado el 2011-04-22 In Vida en alianza

Niños y jóvenes dan un testimonio en la plaza “Bomberitos de San Justo”

ARGENTINA, Mónica Jendrzejczyk. El sábado 19 de marzo, día de San José y onomástico del Padre Kentenich, comenzó el año de actividades de los misioneritos de la Campaña de la Virgen Peregrina en la diócesis de San Justo, provincia de Buenos Aires, con una convivencia de niños y jóvenes. El encuentro fue muy novedoso: se realizó en una plaza, desde las 11 de la mañana hasta las tres de la tarde con el título «Creando y sanando vínculos; como Don João, herederos del Padre, profetas de la vida». Participaron alrededor de15 chicos de 8 a 14 años y algunas madres.

 

«Las primeras en llegar fuimos mi hija y yo con una imagen de la Mater traída el año pasado de Santa María, Brasil, que nos acompaña en todas las reuniones, ya que al no tener «todavía» una Auxiliar porque somos poquitos, es una manera de sentir, como decía nuestro Padre y Fundador, que ‘Dios es aquel que realiza las cosas más grandes por medio de los más pequeños’. Ese día también nos acompañó una imagen peregrina coronada el 14 de septiembre de 2008 por nuestro obispo, Mons. Baldomero Carlos Martini en su visita pastoral a nuestra parroquia: Santísimo Nombre de María.

Entonces seremos al menos cuatro

La invitación ya estaba hecha, y ahí estábamos las dos esperando en una mesa de la esquina de la plaza que comenzaran a llegar. Eran las 11.10 hs., y no había nadie más. Entonces le dije a mi hija: ‘bueno, seremos dos’ y ella, con una chispa propia de su preadolescencia, me dijo ‘en tal caso seremos al menos cuatro’. Miro a mi alrededor y lo único que veo son las imágenes que nos acompañaban: en cada una estaban Jesús y María, sonreí junto con ella y en eso empezaron a llegar los niños desde todas las esquinas.

Había que elegir un lugar donde establecernos, así que todos juntos recorrimos la plaza hasta optar por una esquina con sol, árboles, mesas y bancos.

La Mater ocupaba el lugar central de la reunión. Comenzamos como siempre rezando la oración al Espíritu Santo y luego con la lectura del evangelio del día, que era el de la transfiguración de Jesús. Terminamos diciendo «Qué bien estamos aquí». Fue exactamente la frase que se regaló en la peregrinación de cierre del año a Nuevo Schoenstatt, el 28 de noviembre junto a unas galletitas con la forma del Santuario. Comprendimos que la Mater nunca «terminó» la misión a fin de año, Ella siguió su camino, y como en un abrir y cerrar de ojos nos estaba esperando con la misma frase y con el regalo de la naturaleza.

La Cruz de la Unidad

Ya había comenzado la Cuaresma y era bueno recordar lo que significa, así que surgió la idea de hacer aportes al Capital de Gracias con un dibujo de la Cruz de la Unidad, y pintar cada cuadradito de acuerdo a lo que ofrecíamos, la limosna en amarillo, (dando mi amor en mi familia, amigos, compañeros de Misión, etc.) la oración en violeta (abriendo el corazón a Jesús y a María, bendiciendo los alimentos en familia, yendo a Misa, rezando el Rosario, etc.) y el ayuno en verde (comiendo aquellos alimentos que no nos gustan pero sabemos que nos hace bien, ayunar de enojos, de caprichos, etc.).

Para alegría de todos llegó Maxi, un nene de once años de la catequesis especial (para niños con deficiencias) de nuestra parroquia, acompañado por su mamá. Él no es misionerito pero le gusta participar en todo lo que puede. Enseguida se integró y compartió el día con todos. Es tanto el amor que nos regala que siempre nos sentimos pobres ante él.

Creando vínculos

Nos separamos en grupos de acuerdo al animalito que le tocaba a cada uno, elegidos del zoológico espiritual de Don João, y así tenían que intercambiar los teléfonos. Luego uno de cada grupo se pasaba al otro y los demás tenían que copiar los datos que llevaba. El grupo que terminaba primero ganaba. La idea era que se conocieran mejor ya que desde el año pasado se sumaron chicos de la parroquia Ntra. Sra. de la Montaña.

A las 12 y 30 compartimos el almuerzo y ahí los niños se empezaron a relacionar mejor. El primer objetivo: «Creando y sanando vínculos» estaba tomando forma.

Para hacer una pausa después de la comida, nada mejor que escuchar un cuento: «Los sueños de un león y de un pingüino». Cuántas veces no compartimos juegos, charlas, reuniones, recreos, porque creemos que somos tan distintos, y así perdemos la oportunidad de que se origine una amistad, aceptándonos y respetándonos.

Después de esto había que encontrar un aliado: todos tenían en sus manos unas manzanas con una frase del Padre Kentenich o de Don João con una palabra que los relacionaba y así fuimos descubriendo en que se parecían esos pensamientos.

La tarde estaba llegando a su fin. El último juego fue separarnos en dos grupos, cada uno con un sobre con letras con las que tenían que armar una frase, pero para sorpresa de todos, la última letra la tenía el equipo contrario, con lo que llegamos a la conclusión que todos necesitamos de todos.

Fue un día maravilloso, que la Mater, el Padre Kentenich y Don João nos tenían preparado.

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