Publicado el 2011-02-02 In Vida en alianza

La historia de María

Gustavo Mendez y Belsay Henning con su hija, el dia de su confirmaciónG.M. A veces las parejas pasan por momentos difíciles, nosotros no somos una excepción y tuvimos uno hace más o menos 15 años. Fue tan difícil, que por un tiempo no estuvimos juntos, yo por un lado, ella por el otro. Esa, por supuesto, no es la manera como debe vivir un matrimonio; cuando se unen los destinos es para compartir la vida con amor y superar las dificultades juntos.

 

 

El amor es tan bello, que permite ver al otro como un ser extraordinario, no importa cuántos defectos tenga. Pero, a veces, nos desconectamos del amor y la habilidad de no ver los defectos desaparece y nos dejamos sumergir en los conflictos. Eso nos pasó a nosotros y el conflicto estuvo a punto de consumir el matrimonio. Afortunadamente, la Mater tomó cartas en el asunto, se ocupó de nosotros e hizo que una pequeña luz brillara en nuestras almas, de modo que volvimos a ver el amor, por detrás de las dificultades. Comenzamos a hablar de nuevo, pusimos a Dios en los problemas y volvimos a estar juntos.

«Estoy embarazada»

En el terreno del Santuario de MiamiY un buen día, para celebrar la reconciliación, hicimos un pequeño viaje. El resultado de este paseo fue un regalo del Señor: «Estoy embarazada» fue la frase que se escuchó decir en medio de sonrisas y alegría. Como toda pareja, contenta de recibir un nuevo miembro en su familia, fuimos al médico especialista, llenos de felicidad. Y fue cuando llegó el primer embate: «El bebé no está vivo señora, allí no hay latidos del corazón. Lo mejor que puede hacer es someterse a un procedimiento».

Sólo alguien que haya pasado por una situación similar, puede entender el golpe de esas palabras, sobre todo si vienen de uno de los doctores más renombrados. Salimos de la oficina del doctor muy afectados. Decidimos ir a otro que nos dio la misma respuesta.

«No hay latidos y ya debería haberlos». Ambos recomendaban lo que llamaban «un procedimiento de limpieza». Pero para nosotros era acabar con una vida, aunque dijeran que no la había. Decidimos ir a un tercer doctor, no tan famoso como los anteriores, de menos renombre, pero quizás más humano. El tampoco nos dijo nada esperanzador, pero las lágrimas de mi esposa lo convencieron de que debía ir un poco mas allá.

La estampita de la Virgen cuyo Movimiento nació en Alemania el 18 de octubre…

María, día de su confirmaciónLe dijo: «Tú eres joven, puedes tener otros hijos». Pero el llanto no cesó. Entonces se atrevió a sugerir algo diferente. «Hagamos otra cosa, esperemos una semana más. Pero si en ese lapso no hay latidos, tendremos que hacer algo para sacar lo que tengas allí. Mientras tanto, pídanle mucho a Dios». Lo dijo por decirlo, porque estaba convencido de que nada pasaría.

No nos quedaba otra cosa que hacer sino rezar. En ese momento, aunque debiéramos haberlo hecho antes, recordamos nuestro amor a la Virgen, sobre todo esa pequeña imagen que nos había presentado un amigo: se trataba de una Virgen cuyo Movimiento nació en Alemania el 18 de octubre de 1914. Nos sentamos frente a ella y le pedimos que nuestro bebé estuviera vivo.

Sólo dijimos esto: «Por favor, Mater, concédenos este milagro, que nuestro bebé viva».

Los seres humanos somos impacientes, sobre todo cuando se trata de esperar por algo que deseamos mucho. Tal vez fuera por los problemas que habíamos vivido, porque la relación de pareja había estado sometida a una gran presión, pero lo cierto es que en ese bebé veíamos una esperanza para nuestra vida futura. Quizás esa visión pudiera parecer egoísta, pero el amor es capaz de superar esas barreras. Por eso cada noche, durante esa semana de espera, rezamos y pedimos una y otra vez a la Virgen de Schoenstatt que nos hiciera el milagro de interceder ante Dios y que el Señor diera vida a esa criatura que los médicos insistían en decir que no la tenía.

Así pasó esa semana, creyendo en un milagro

No fue fácil trabajar, dormir o comer, porque para ninguna de esas actividades existía el más mínimo deseo o entusiasmo. Las lágrimas surgían con rapidez y las sonrisas en cambio, estaban casi totalmente ausentes. Tratar de describir la angustia de la inseguridad escapa la capacidad de las palabras. Y sin embargo, teníamos que tratar de vencer la pesadumbre y demostrar una verdadera fe.

«Si creemos de verdad en Dios y en la Virgen», nos dijimos en una de las tantas oraciones que a diario elevábamos a los cielos, «tenemos que actuar con normalidad y creer, tenemos que pensar que nuestro bebe está vivo, así lo haría Jesús». Y con toda nuestra debilidad humana, decidimos creer y sentir que Dios y la Mater nos iban a tender la mano. Así pasó esa semana, creyendo en un milagro.

Y entonces llegó el día de volver al consultorio. El médico, con su acostumbrada actitud profesional, se aprestó a colocar el aparato de ecosonograma en el vientre de mi esposa que apretó mi mano con nerviosismo. Todos miramos a la pantalla y esperamos.

Entonces apareció la figura, pero la mirada del doctor fue preocupante. En un murmullo lo primero que le escuché decir fue: «no veo nada aún». Sentí que el mundo se me venía encima, pero el médico decidió insistir: «Déjenme tratar de nuevo».

Aún no se veía nada alentador en la pantalla. Sólo una figura inmóvil, pero el latido del corazón no se notaba.

«Miren, allí está el corazón, está latiendo»

Maria con su papáSin embargo, entonces ocurrió algo, un movimiento apenas, una especie de salto y casi como por encanto, el médico dijo con una inmensa sonrisa de alivio. «Miren, allí está el corazón, está latiendo». Mi esposa lloró, pero esta vez de alegría, y yo me uní a ella en ese llanto.

Esa noche nos sentamos frente a la imagen de la Virgen y le dimos las gracias, llamamos a todo el mundo en la familia y le dijimos que mi esposa estaba embarazada. Todos se alegraron, con el augurio de una nueva vida.

Pero los seres humanos somos olvidadizos. Con el pasar de los meses, los trabajos del embarazo nos hicieron acostumbrarnos a lo extraordinario y la rutina hizo que se nos olvidara el inmenso regalo que el Señor, por obra de su Madre, nos había dado.

Pero la Virgen no estaba dispuesta a dejar que pasáramos por alto su esfuerzo y con dulzura nos lo iba a recordar.

Como les dije, nosotros celebramos el 18 de octubre de cada año la fundación del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, el día que el Padre José Kentenich selló su Alianza de Amor con la Virgen María en la capillita original de Alemania.

Estaba yo en un día, que para mí era como cualquier otro, trabajando en mi oficina, cuando recibí una llamada de mi esposa, que sólo atinó a decir: «llegó el momento». Salí corriendo, llegamos al hospital y el médico nos recibió. Acompañé a mi esposa en ese hermoso momento, fue un parto natural y recibimos en nuestros brazos una hermosa niña.

«¿Qué fecha es hoy?»

Aunque parezca mentira, se nos había olvidado el milagro de amor que se nos había regalado. Hasta que mi esposa, con su bebé en los brazos, me miró un momento y me preguntó: «¿Qué fecha es hoy?». Distraídamente le contesté: «Hoy, no me acuerdo, déjame ver, ah sí, 18 de octubre».

Entonces caímos en cuenta. Nuestra hija había nacido, por parto natural, el mismo día de la fundación del Movimiento de nuestra Mater de Schoenstatt, esa dulce Señora a quien le habíamos pedido un milagro. Y por eso, para recordarnos su maravillosa obra, nuestra hija se llama: María Bernardette de Schoenstatt.

Cuando la registramos nos dijeron: …»¿Ustedes le van a poner este nombre tan largo?». Y nosotros respondimos SÍ, así se llamará y así está en su partida de nacimiento: María Bernardette de Schoenstatt.

Gracias Mater.

 

4 Responses

  1. SONIA LOPEZ SOSA dice:

    mi madre santisima es muy linda siempre que uno le abra el corazon ella va a estar siempre ahi que nuestra madre siga bendiciendo a esta familia y a todos los que la honramos hace once años le pedi a mi madrecita que me enviara una hija yo no podia tener y me la envio con capacidades diferentes es el regalo mas grande de mi vida la amo con todo mi corazon bendita sea mi madre santisima.

  2. Ana Meny Fernández dice:

    Realmente muy emocionante este relato,nuestra MATER es incondicionalmente protectora de las familias , que hermoso milagro hicistes María !!!!!

  3. Tania mancia dice:

    Que hernosa historia,esa fe que ustedes tuvieron les regalo este bello milagro,que dios y la virgen,les continuen bendiciendo su hogar y sus hijos.

  4. MARTA GOLDEMBERG dice:

    El relato me parecio simplemente maravilloso y muy emocionante, pero no me sorprende, porque quien se entrega con verdadera fe, confianza y amor recibe de la Mater, el signo que esperaba, más cuando lo que se está defendiendo es la vida misma. Los felicito, y deseo que Dios los mantenga siempre unidos junto a la pequeña. "Ella es la gran misionera, ella obrará milagros", y cada cosa que nos sucede en la vida, nos habla de su presencia, de su cuidado maternal.

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