P. Michael Gerber. En estos momentos nuestros pensamientos se dirigen, sin falta, hacia Roma. El anuncio de la beatificación de su predecesor, Juan Pablo II, hecho por S. S. Benedicto XVI, nos conmueve.
Recuerdos y desafíos
Algunos de nosotros nos hemos encontrado con él por última vez en la audiencia de Castel Gandolfo, después de la bendición del Santuario de Belmonte.
Muchos conocen el Santuario Cor Ecclesiae, de las Hermanas de María, lugar que visitó Juan Pablo II, en agradecimiento, al final del año santo 2000.
Podríamos reflexionar juntos qué significan estos fuertes impulsos de ambos Papas (el que será beatificado y el que lo beatificará) en estos tiempos.
¿Cuáles son los desafíos para nosotros, los schoenstattianos?
Columnas en la Casa del Padre
Quien llega a la Basílica de San Pedro, se sorprende al ver las enormes columnas. Habitualmente, a los pies de las mismas se encuentran las estatuas de los fundadores de órdenes y doctores de la Iglesia, Santo Domingo, Santa Teresa de Ávila y otros. El mensaje: son ante todo los carismas, los brotes de vida nueva movidos por el Espíritu, los que constituyen las fuertes columnas de nuestra Iglesia. Sin duda, Juan Pablo II fue y es una «columna», y confió el futuro de la Iglesia a estos brotes de vida nueva movidos por el Espíritu. ¿Y cómo nos transformamos en tales columnas? ¿En qué «forma» nos quiere moldear la MTA?
Llamados a sostener la Casa del Padre
Hoy tuve que pensar en esto cuando escuché al P. Egle contar que justamente se están llenando las columnas de hormigón armado que sostendrán la segunda planta de nuestra «Domus Patre Kentenich» en Belmonte. Esta es, sin duda, nuestra vocación: que cada uno de nosotros, a su modo, colabore en sostener la Casa del Padre. Es impresionante ver como día tras día va creciendo la Casa.
