BRASIL, Hna. M. Nilza. «Londrina felicita a la Madre de Dios». Con estas palabras, el alcalde de Londrina, estado de Paraná, Sr. Barbosa Neto, expresó lo que está en el corazón de la gente de su ciudad, que conmemora los 60 años del Santuario de la Madre y Reina de Schoenstatt.
Más de cuatro mil personas de Londrina y varios otros municipios pasaron el día 16 de mayo en una gran fiesta. El Colegio Madre de Dios abrió puertas y corazones a la comunidad y celebraron juntos como una gran familia. Munícipes y autoridades religiosas estuvieron allí para dar gracias por los 60 años de gracias que emanaron de este Santuario. Tabor de la Aplastadora de la Serpiente para el triunfo del Hijo.
Unidad, gratitud y alegría son las palabras que expresan gran parte de la atmósfera de este día.
Todo comenzó con la inauguración del nuevo portal
Los muros de mampostería se reemplazaron por vidrieras, lo que permitirá a todos los que pasan por esta animada Avenida Goiás tener una hermosa y amplia vista del Santuario. Una imagen gigantesca de la Madre y Reina, un monumento de 9 metros de altura, permite al transeúnte encontrar su mirada maternal desde cientos de metros y lo invita a entrar un poco en su casa. «¡Esta mirada renovará a la gente!», dice Gustavo, un miembro de la Juventud Masculina de Schoenstatt.
«La comunidad de Londrina agradece por ser bendecida al pasar por esta calle», dijo el alcalde Barbosa Neto, que participó en el evento acompañado por su esposa Ana Laura. Agradeció la colaboración de los miembros del Movimiento de Schoenstatt en diversos sectores gubernamentales y agregó que es imposible pensar en la educación y la salud municipales sin tener en cuenta la contribución decisiva de Schoenstatt.
La gracia de contar con el carisma de Schoenstatt
Monseñor Bernardo, leyó el mensaje del arzobispo Mons. Orlando Brandes, ausente debido al Congreso Eucarístico Nacional que se realiza en Brasilia. El arzobispo agradeció la espiritualidad de Schoenstatt, la presencia del Santuario en la evangelización en la arquidiócesis: «Londrina tiene la gracia de contar con el carisma de Schoenstatt desde el principio de su historia». Monseñor Bernardo Gaffa, párroco de la Catedral – parroquia Sagrado Corazón de Jesús a la cual pertenece el Santuario – expresó su gratitud, porque la espiritualidad mariana de Schoenstatt actúa como un complemento para la vida parroquial y va siempre unida a la parroquia y la arquidiócesis.
La Hna M. Ane Gonçalves, superiora provincial de las Hermanas de María de Schoenstatt, invitó a todos a elevar su gratitud al Dios Trino, la fuente última de todas las gracias que han fluido tan abundantes en estos 60 años, y la Madre y Reina de Schoenstatt, presente aquí como la Aplastadora de la Serpiente. Agradeció a toda la Familia de Schoenstatt de Londrina, que en una bella obra de responsabilidad y unidad, hicieron posible este monumento de gratitud.
El Padre Vandemir Meister, superior de los Padres de Schoenstatt, expresó que la caída del muro de mampostería es un símbolo del compromiso de cada uno para derribar todas las barreras del corazón, como constante contribución al Capital de Gracias, por una unidad cada vez más grande en la Familia de Schoenstatt. Es un regalo del Movimiento de Schoenstatt para que el Santuario sea cada vez más una bendición para Londrina y sus alrededores.
El Padre Kentenich se agregó a la fiesta
Al ver el brillo de los ojos atentos que esperaban ver como caía la cortina que ocultaba la imagen de la MTA, se pueden «leer» tantos discursos de gratitud y amor a la Madre de Dios por su presencia actuante en muchas historias de vida… Pero de pronto se notó un revuelo entre los presentes, una aglomeración para dar paso a un coche de los años 40, que se atrevió a superar las barreras que cerraban el tráfico en la Rúa Goiás.
¿Pero qué es lo que está pasando? La ternura en los ojos es reemplazada por el asombro: como en 1950, ¡el Padre José Kentenich y dos Hermanas de María, representados por simples niños, llegan una vez más y con mucha seriedad!
Al bajar del coche, el Padre Kentenich entregó a cada pequeña Hermana de María y a algunos niños presentes, ramos de azucenas que se ofrecerían a la Madre y Reina por su fiesta. A las autoridades presentes les entregó un par de tijeras para cortar los hilos y que descubrir así la imagen de la MTA.
¡Clima de silencio y expectativa!
Todas las miradas se volvieron hacia la enorme tela blanca que cayó rápidamente seguida por lágrimas de emoción: ¡la Madre y Reina ya está aquí! ¡Que sea alabada! ¡A ella se le deben los 60 años de gracias recibidas en la ciudad! Estallan los fuegos artificiales, parecen ampliar el pulso emocionado de los corazones filiales tocados que se manifiestan en un cálido aplauso.
Ella, la Madre y Reina, ¡merece toda la fiesta! A partir de ahora ella misma, como buena y amorosa madre, no sólo aguarda a los hijos en la casa, sino que está ante la puerta invitando a que entren, ella recibe a cada uno de modo muy personal y con mirada protectora. Invita a cada peregrino: ¡entra hijo mío que la casa es suya! Y le dice al que parte: ¡Te acompaño con la mirada, estés donde estés! ¡Regresa pronto hijo mío!
¡Vamos, entonces!
Se abrieron los amplios portones y todos fueron al Santuario. Al frente va el Padre Kentenich indicando a todos el lugar sagrado. Con las pequeñas Hermanas de María y otros niños, deposita delante del altar, los ramos de azucenas. Muy rápido el Santuario se llenó de gente y casi se podía oír, gracias, gracias, gracias… ¡Pero la fiesta apenas había comenzado! Todos se dirigieron rápidamente a la Santa Misa, celebrada en el patio cubierto del Colegio Madre de Dios, que como el corazón de la Madre, se abrió para dar cabida a toda la comunidad de Londrina.
Fuente: maeperegrina.com.br
Un saludo al P. Vandemir Meister, bendiciones en su tarea en Brasil