Publicado el 2010-03-23 In Vida en alianza

Breno: una historia de amor predilecto

BrenoBRASIL, Hna. M. Nilza. ¡Cuando Dios le da una misión a alguien, hace cosas increíbles para que pueda realizarla! Basta confiar y entrar por las «puertas abiertas», que a veces sólo están entreabiertas, como diría el P. José Kentenich. Esa es la vivencia feliz de Breno Alves, de 25 años, originario de Fortaleza/CE. La Madre y Reina lo necesita como Padre de Schoenstatt y por eso realiza prodigios hasta encontrarlo.


Dejemos que él nos cuente:

«Mi primer contacto con Schoenstatt se dio por medio de la Alianza de Amor, que era una experiencia, hasta entonces, inédita en la Campaña de la Virgen Peregrina en Fortaleza/CE. De hecho, en aquella época poquísimas personas habían hecho su Alianza y la invitación para que yo hiciese la mía salió de mi madre. Ella había conocido a la coordinadora de la Campaña de la parroquia a la que acostumbrábamos asistir y a la Hna. Marialice, asesora regional del Movimiento de Schoenstatt de Ceará, que vivía cerca de nosotros. En enero de 2001, entré al círculo de la Alianza organizado por la propia Hna. Marialice en nuestra iglesia y quedé fascinado por la pedagogía, por la forma osada y original de vivir y propagar la devoción mariana. El 19 de febrero del mismo año, hice mi Alianza y, desde entonces, pasé a organizar otros círculos de Alianza, no sólo en mi parroquia, sino en varias otras en Fortaleza, lo que me sirvió para profundizar en la espiritualidad de Schoenstatt y asumir la tarea de formación dentro del Movimiento, lo que acabó intensificándose cuando asumí, con mi madre, la coordinación diocesana de la Campaña en 2006».

Pero entre pertenecer a la Obra de Schoenstatt y decidirse a ser seminarista de los Padres de Schoenstatt hay un trecho. ¿Cómo ocurrió eso?

Bremo«Me formé en Derecho, en 2005, y desde que estaba en la facultad sentía el llamado de Dios a una vida sacerdotal. Después de mi graduación pasé un tiempo investigando cuál sería la comunidad religiosa en la que yo quería participar. Cursé un año de formación en el seminario diocesano en Fortaleza, pero tengo que confesar que quedé un poco decepcionado con la falta de una espiritualidad más rica y más profunda. Intenté en algunas otras congregaciones, pero ninguna tenía el perfil que yo deseaba. Curiosamente, no intenté con los padres de Schoenstatt, ya que el contacto con la Comunidad era muy difícil, casi imposible (por estar muy lejos). Con la llegada de la Hna. Marisa la cosas resultaron más fáciles, ya que es hermana del P. Vandemir. A través de ella entré en contacto con el padre y conocí la Juventud Masculina (JUMAS) de Paraná y las Misiones. A partir de esa experiencia misionera, se aceleró el discernimiento vocacional y pude, finalmente, constatar la riqueza del carisma de Schoenstatt y lo asumí en mi vida».

Pero usted tenía una profesión honesta y un trabajo estable como funcionario público en su estado ¿por qué abandonó todo eso?

«¡Porque no hay nada que se compare con la felicidad de encontrar el sentido de nuestra vida! Creo firmemente que la persona nace para ser aquello que Dios pensó para ella desde toda la eternidad. Me encantaba mi empleo, mis colegas, me sentía útil apoyando a los ciudadanos con mi oficio, pero Dios me hizo entender que mi felicidad estaba en Él, y eso marcó toda la diferencia…».

Mire, mucha de la inseguridad en la decisión vocacional puede residir en el miedo a la reacción de los amigos. Eso puede impedir que un joven dé el primer paso ¿Cómo vivió usted eso? ¿Cuál fue la reacción de sus amigos?

«Fue tranquila, pues ellos percibieron que estaba siguiendo un camino natural, que no era forzado. Todo fue hecho con mucha reflexión, con mucha cautela, ya que quería tener la certeza de que era Dios el que llamaba y no sólo yo el que quería ir… Mis colegas del trabajo fueron muy amables y solidarios. ¡Hasta me hicieron una fiesta de despedida! Eso me ayudó mucho a fortalecer mi entrega a Dios, porque veía la confirmación en el apoyo de las personas que yo amaba».

Sí, pero usted pudo haber elegido otras espiritualidades…. ¿Por qué eligió Schoenstatt?

«Porque es una vocación para la santidad que brota de la vida ordinaria; porque es una respuesta para los problemas de la falta de sentido del mundo de hoy; porque es mariano – ¡y yo amo a la Madre de Dios! Porque Schoenstatt es orgánico y acompaña los pasos del Dios de la vida y de la historia; porque cubre a todas las personas en todos los aspectos apostólicos; y, finalmente, ¡porque es un lugar donde se sirve a la Iglesia y se bebe de ella profusamente!».

Habiendo encontrado finalmente a la Familia de Schoenstatt y dejado a los amigos ¿Hubo todavía algún desafío por vencer?

«Lo más difícil, sin duda, fue profundizar en la estructura de la Familia de Schoenstatt. Fortaleza ha sido por mucho tiempo uno de los grandes centros de la Familia en Brasil, y la realidad de que yo disponía era sólo la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt. Por esa razón, conocer más a fondo cómo las personas de las diferentes ramas viven Schoenstatt es desafiante, porque yo desconocía ese universo.

Cuando se ha estado mucho tiempo en el Movimiento de Schoenstatt la gente no percibe la complejidad de esa Obra, porque ser Familia es muy intenso».

Pero como miembro de esa gran Familia, como casi novicio de los Padres de Schoenstatt, cuéntenos lo que más lo alegra:

«¡Ser parte de la Familia! Nosotros, los postulantes, fuimos tratados con todo el cariño posible por todas las personas de Schoenstatt que nos encontramos en el camino. Nos sentimos en casa con las Hermanas de María, con las personas de la Obra de las Familias, con la rama de Señoras…. El amor de todos aquellos que dan su vida por la MTA nos motivó a afirmar el nuestro también mediante su ejemplo, fortaleza y dedicación».

Breno, ¿qué le diría a un joven que siente el llamado de la Virgen para ser sacerdote, pero tiene miedo de decir que sí?

«Que tenga el valor de decir sí a Dios, entendiendo que es Él quien da sentido a nuestra existencia. ¡Quiero dejar claro que el sacerdocio, el matrimonio y la vida consagrada son todas vocaciones hermosísimas, que requieren valor, dedicación y una confianza inquebrantable en Dios! Por eso, déjense guiar por el Dios que escribe nuestra vida, pues Él nos ama y desea toda nuestra felicidad».

Fuente: www.maeperegrina.com.br

Traducción: Eduardo Shelley, Monterrey, México

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