Publicado el 2010-02-08 In Vida en alianza

¿Qué dejaron las Misiones Familiares?

Taller de niñosARGENTINA, Sofía Viñas. El pasado 25 de enero comenzaron las {cms_selflink page=»misiones-familiares» text=»Misiones Familiares«} de La Plata bajo el lema «Patria Familia» y teniendo como destino nuevamente al pueblo de Lobería. Este fue un año distinto a cualquier otro ya que varios matrimonios que formaban parte del grupo misionero desde sus primeros pasos no pudieron asistir por razones de salud o de trabajo. Algunos empezaron a pensar si no era conveniente sumarse al grupo que iría a misionar a Caseros, pero la gente de Lobería los esperaba y la conciencia de saberse instrumentos, de que a pesar de las dificultades era la Mater quien se iba a mostrar a través de ellos, terminó por convencerlos de que valía la pena intentarlo una vez más.

 

La calidez y la alegría con la que el pueblo los recibió demostraron que esa había sido la decisión correcta. Cada misión es diferente pero hay algo que nunca cambia y que es lo que siempre nos hace volver: la sencillez y hospitalidad con la que cada persona nos abre las puertas de su casa y, muchas veces, incluso de sus corazones.

«¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón»

Peña con el puebloEste año es además muy especial para nuestro país: cumplimos 200 años desde la Revolución de Mayo, desde que un grupo de argentinos empezaron a soñar con una Nación unida y libre, con sus raíces en la justicia, la paz, el respeto al otro. Hoy parece que muchos de esos valores se olvidaron y se perdió prácticamente la esperanza de que sea posible recuperarlos.

Tanto en el taller de niños como en el de jóvenes se trabajó sobre esos valores, resaltando la importancia de la familia como el lugar donde se forjan ciudadanos comprometidos, de convicciones firmes y dispuestos a jugarse por su país.

Después de todo lo trabajado y lo compartido, para la despedida se organizó una misa y después una peña con todo el pueblo a la que asistieron muchos jóvenes y familias.

Al final del día, se entregaron algunas peregrinas a señoras y jóvenes del pueblo, quienes también habían participado como misioneras y con las que nació un vínculo muy fuerte. Este fue el fruto más grande de la Misión. Lobería le había regalado el corazón a la Mater y Ella lo cobijó, transformó y envió a transmitir a Cristo.

Ser el mejor argentino que podamos ser y animarnos a exigirnos…

Festejos y peña con el puebloLa fortaleza y alegría con la que mucha gente del pueblo trabajaba desde su lugar y especialmente desde su familia, renovó la esperanza de los misioneros y los motivó a firmar el {cms_selflink page=»pacto-bicentenario—argentina» text=»Pacto del Bicentenario«}, a luchar en el día a día por alcanzar ese sueño de un país mejor, a hacer carne propia el «Nada sin Ti, nada sin nosotros» al que nos comprometimos.

Todo el espíritu de la Misión está contenido en ese Pacto y refleja la decisión de todos y cada uno de los misioneros de transmitir a Dios y a la Mater todos los días, en cada uno de sus gestos y actitudes. Es un recordatorio de que somos santuarios vivos y que hay miles de maneras de misionar…

Ellos eligieron dar testimonio con su vida diaria y así trabajar por nuestra Argentina, con la conciencia de que el cambio empieza primero en cada uno de nosotros…

Como Misiones Familiares 2010 queremos sellar el Pacto del Bicentenario, comprometiéndonos a:

  1. Defender a la familia como núcleo de la educación en la libertad, donde se forjan los valores que son pilares de toda comunidad y por ende, de verdaderos ciudadanos.
  2. Valorar y respetar al prójimo estando dispuestos a servir desinteresadamente al otro, apreciándolo como un igual, trabajando con optimismo y esperanza para forjar una Patria Familia.
  3. Ante la diferencia de opinión, estar abiertos al diálogo y asumir con toda libertad, sentido de justicia.
  4. Aspirar a lo grande, dando todo de nosotros y dejando a un lado la mediocridad.
  5. SER EL MEJOR ARGENTINO QUE PODAMOS SER Y ATREVERNOS A EXIGIRNOS.

 

1 Responses

  1. Rodo! dice:

    En primer lugar muchas gracias Sofi por volver a revivir el espíritu de lo que fueron las misiones. Es muy acertado tus expresiones acerca de los miedos y preocupaciones que acontecieron previamente a este viaje en especial, pero nuestra querida Mater siempre estuvo ahí, haciéndonos sentir que estaba más allá de nosotros esta vez. Su cobijamiento, su seguridad y la profundidad de su amor de Madre nos hicieron caer en lo que estaba pasando: Ella es la Gran Misionera, Ella obrará milagros. Y por supuesto que fue así, regalándonos una de las misiones más intensas (desde adentro y hacia afuera) que he experimentado en mis años como misionera.
    Era todo un desafío el primer año cuando llegamos a un lugar tan grande, tan distintos a los pueblos anteriores que parecía inabarcable; y este segundo (y esperemos que no último) año fue cargado de más obstáculos pero todo en relación a la ignorancia humana de no saber qué tan grande es la cruz que podemos cargar. El Tata nos mimó como siempre y frente a todo fuimos FAMILIA. Gracias nuevamente por este hermoso regalo que a mí en particular me llena de alegría y regocijo por saberme hija, bien chiquitita (como suelo decir que me siento cuando entro al Santuario) y hermana.
    Un cariño enorme desde Schoenstatt La Plata.
    Misionera una vez, misionera siempre…

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