Llegaron los Cruzados

Luego de mucho esfuerzo y sacrificio, llegaron los valientes que se animaron, y dieron todo de sí. Tal como sabíamos que iba a pasar, la emoción y la felicidad fueron más que las ampollas o lastimaduras que tienen. «Tantas cosas para contar que no sé por dónde empezar», comentan algunos… «El almuerzo pasó a ser detestable y querido a la vez», comentan otros…. el grito de «¡Cruzados salimos en 2 minutos!» y «¡Cruzada de María! ¡En Marcha! se transformaron en palabras que van a quedar marcadas en la memoria de estos jóvenes para toda la vida.

Anécdotas, muchísimas, las irán comentando los cruzados en los próximos días, «Cuando vi el Cristo Redentor empecé a correr, no sabía que la altura podía marear tanto», nos contaba Mariano… y ni qué hablar de la caída de uno de los chicos en la corrida a la hora de la llegada al Santuario…

Aparecen los primeros testimonios

Se recibió un e-mail de José María Iturreria, joven argentino, seminarista de los Padres de Schoenstatt, que decía lo siguiente:

Acabo de llegar al Colegio Mayor… estoy cansadísimo… pero contentísimo. La Cruzada ha sido una experiencia maravillosa, increíble, realmente un «kairos», un tiempo de Dios, donde experimentamos su presencia y la compañía y protección de la MTA. Hoy llegamos a Bellavista con una alegría desbordante, entre cantos y gritos de júbilo. Es como llegar a la «tierra prometida» luego de un largo, muy largo, peregrinar.
Hay mucho para contar de la cruzada. Por ahora les cuento que llegamos todos bien y que estamos profundamente agradecidos a la Mater por esta experiencia que nos ha enriquecido, ha exigido lo mejor de nosotros, y nos ha hecho más hermanos en la Alianza. ¡¡Cruzada de María… EN MARCHA!!
Un abrazo.
José María Iturrería

Este e-mail es una síntesis de lo que todos los cruzados transmiten. Es la respuesta que esperábamos, por la que se rezó y pidió tanto, para que cada uno de estos 120 jóvenes pueda tener sus recompensas, su enriquecimiento, sus gracias, su felicidad plena a la hora de llegar a esa tierra prometida. Y como no podía ser de otra manera, la alegría de los jóvenes se manifiesta en los cantos, en los gritos, en saber que lo que hicieron lo lograron por sí mismos, entregando todo su esfuerzo, pero que también lo hicieron con los de al lado, con estos jóvenes que ya no son los chicos de «tal» ciudad o de «tal» país, ya son amigos de «tal» lado. «Tengo alojamiento en todos lados», contaba uno de los chicos al llegar a su casa. Porque las amistades que se hicieron en la Cruzada de María 2010 van a perdurar por mucho tiempo, porque cada vez que vean las fotos, las anécdotas, las historias y las sensaciones van a volver. Y se van a volver a dar cuenta de que lo que hicieron fue algo heroico. Esperemos que puedan transmitir todas estas gracias a sus ramas… Seguiremos acompañando con la oración a cada uno de esos soldados de María, en el regreso a sus hogares.

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