Publicado el 2009-12-28 In Vida en alianza

Yo nunca pensé ser misionera

Peregrina OriginalKatia Monreale. Siempre había escuchado que la Mater tiene sus propios medios para llevarte justo al lugar donde Ella necesita que estés… hoy puedo afirmar que verdaderamente es así. Después de seis años de estar en el Movimiento decidimos ingresar a la Federación de Familias, y en ese momento nos recomendaron que lo más importante en la etapa de candidatura fuera la formación, para así poder llegar a la primera consagración. Esto nos llevó a decidir quedarnos un tiempo sin apostolado, pero lo hablábamos con mi esposo Dani y sentíamos como un gran vacío y pensábamos: ¡Hemos recibido tantas cosas de la Mater y tenemos que retribuirle de algún modo!


Katia Monreale y su familiaNos pusimos a mirar qué apostolado podríamos realizar. Fueron muchas las opciones: Guardianes del Santuario, Equipo Alianza, Fundación Bigotes Blancos, encargados de grupo, entre muchos otros, y le rezábamos a la Mater pidiendo que sea en el lugar en el que Ella realmente necesite de nosotros y nos utilice plenamente como sus instrumentos. Pasaron los meses y no nos decidíamos.

En una interpareja que tuvimos con nuestros hermanos de curso Mirta y Julio Patiño, indagamos en el trabajo de la Campaña del Rosario, porque sabíamos que ellos estaban ya hacía bastante tiempo trabajando ahí dentro. Ellos nos explicaron e invitaron a que simplemente los acompañemos en el trabajo, que hay muchísimo por hacer en cada rincón de nuestro país donde está la imagen Peregrina.

«Fue increíble todo lo que escuchamos»

Durante todos estos años habíamos asistido por lo menos a 15 charlas sobre la Campaña del Rosario, pero nunca antes nos tocó tanto como esa noche. Cuando volvíamos a casa, en el camino, nos mirábamos con Dani y los dos sentíamos que nuestro corazón ardía.

Sin más cuestionamientos fuimos a nuestro primer viaje en Caaguazu. Llevamos material de lectura, oraciones, infocus, proyecciones, libros, folletos, novenas, todo preparado para la charla. Desde primerísima hora llegaban las misioneras de diferentes partes y en un momento del taller una de ellas compartió lo siguiente:

«Chengo ajusetereivoikuri ko árape, ha aimetema ndajuikuri arekohaguere hetaiterei ao ajoheivaera, ha ajoheiparire mante ikatu aju, ha che ha´ente voi oihague chendive petei ojoheiva, hakatu la che añonte ndaikatumoai kuri ajoheipa, Ha´e, la Mater ojohei chendive la che ao upévarente ikatu ajoheipa».

«Tenía tantas ganas de venir hoy y estuve a punto de no hacerlo porque tenía una inmensa cantidad de ropa que tenía que terminar de lavar para poder venir, y yo digo nomás luego que alguien lavó conmigo porque yo sola no iba a poder terminar. Ella, la Mater, estuvo lavando conmigo, por eso nomás lo que pude terminar».

Es la Mater que se nos manifiesta a través de sus misioneros

Yo quedé impactada de la sencillez con que esta misionera experimentaba la presencia de la Virgen María en su día a día, en sus cosas cotidianas, me estaba enseñando el «Nada sin Ti Madrecita, nada sin mí». Jamás dimensioné que esa fe sencilla me podría decir tanto y casi sin aliento en mi interior resonaba: «y pensar que yo nunca quise ser misionera».

La Mater tiene sus caminos… a nosotros nos llamó por el trabajo y hoy, después de cinco meses, después de cada viaje, de cada misión, volvemos con el alma regocijada, feliz, por el cariño, el amor, la hospitalidad que encontramos en cada lugar; y no somos nosotros quienes le llevamos a Ella, es la Mater que se nos manifiesta a través de sus misioneros.

Fuente: Revista Tuparenda, Paraguay

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