ARGENTINA, Mariela Reche. El domingo 14 de septiembre, más de 4000 jóvenes de distintas parroquias y movimientos de la provincia de Tucumán, Argentina, tendieron un puente de amor y fe entre la Basílica de La Merced, patrona de Tucumán, y el Santuario de Schoenstatt.
Los 19 kilómetros caminados marcaba en la historia de Tucumán los 40 años de la primera peregrinación de la juventud realizada en la Provincia. La iglesia tucumana, con los oídos abiertos a las sugerencias del Papa Francisco, quien concedió indulgencias plenarias para quienes visiten los Santuarios de Schoenstatt en el marco de los festejos de los 100 años de la primera Alianza de Amor, propuso que el destino final de la caminata sea el Santuario de Schoenstatt.
“Con María, Callejeros de la Fe”
La caminata estuvo inspirada bajo el lema «Con María, callejeros de la Fe», el padre Martín Aversano, sacerdote schoestattiano y organizador del encuentro, explicó que el lema fue inspirado por el Papa Francisco, quien nos pide una iglesia que no se cierre y que no sea autorreferencial, sino que cumpla la misión de llevar el mensaje de Jesús hasta el fin del mundo.
Con esta idea, el de ser callejeros de la fe, las primeras horas de la mañana fueron testigos del llegar de los adolescentes, del ruido de los camiones que eran adornados de globos y carteles, del deleite musical que alentaban al encuentro. Del orar de los servidores para que María de La Merced los proteja en el camino, de la motivación y bendición de los sacerdotes para lograr un bendito día. Todos arrodillados con las miradas puestas en la Virgen, cantaron y vivaron a nuestra Madre del Cielo.
María, la primera callejera de la Fe
La imagen de la Virgen de La Merced fue la que presidió la peregrinación, abriendo el camino y los corazones de quienes la seguían y de los vecinos que contemplaban la magnitud del paso lento y entusiasta de los jóvenes tucumanos.
La primera parada fue en el seminario Mayor, allí la reflexión daba cuenta de la importancia del servicio y de ser portadores de Dios. Se dio un abrazo simbólico al Seminario pidiendo por las vocaciones sacerdotales, “para que sostengan a los que han optado por este camino y suscite muchos corazones valientes, que quieran entregar su vida por el reino de Cristo”, se escuchó desde los altavoces.
Más tarde, con sus cuerpos agotados pero alimentados por el gozo propio de la juventud y el amor a María, continuaron hacia la ciudad de Tafí Viejo, donde se realizó una adoración eucarística a cargo de la Parroquia Inmaculada Concepción quien también cumple cien años de vida este año. La adoración la presidió el párroco Roberto Espeche, quien se salió del guión e improvisó un bellísimo mensaje para los jóvenes. “No le tengan miedo a la cruz. Es pesada, y mucho pero si nuestras vidas no prueban el peso del madero y caemos a tierra, no podremos disfrutar de la gloria de la resurrección». Al finalizar se rezó la oración del futuro Congreso Eucarístico Nacional.
Camino a una alianza de amor
Con un clima de alegría y ansiedad partieron a sellar una Alianza de Amor con la Mater. Para unir fuerzas y asociarse de una manera profunda, personal y vital; asumiendo un compromiso que involucraría, esencialmente los corazones de los jóvenes.
El último tramo del peregrinar, invitaba a la reflexión del sentido de la peregrinación: en ese caminar empeñaron su vida, cansancio, alegrías, tristezas, deseos, esfuerzos y sacrificios. Quizás sin darse cuenta que en ese peregrinar expresaron el camino de la vida misma.
Todos en el Santuario, y el Santuario para todos
Desde temprano la familia de Schoenstatt comenzó con los preparativos para recibir a la multitud de adolescentes que llegarían sedientos de amor y, algunos, ansiosos por conocer el Santuario y la Virgen de la que tanto les habían hablado.
Y con todo organizado, la familia se afanaba para recibir con entusiasmo a los peregrinos, el Santuario engalanado para ese fin. Por los altavoces, se advertía la llegada de los callejeros en 15 minutos. El coro, redobló sus cánticos y todos se acercaron a la entrada. De a poco comenzaron a aparecer caritas cansadas, sonrientes y enrojecidas, Miraban sorprendidos el final de aquel puente de amor y fe que comenzaron a cruzar por la mañana de ese día singular. El recibimiento fue sellado con aplausos y pañuelos en alto. La familia los abrazó en una lluvia de flashes y los invitó a sentarse en el verde césped para participar del Banquete de Dios y recibir las Gracias del Santuario. El entusiasmo de los jóvenes se unió a los cantos del coro en una comunión de corazones. Sabían por qué estaban allí.
El Banquete de Dios
La algarabía estaba centrada en la suelta de globos, cinco manojos de denarios en representación de los misterios gloriosos, pidiendo por la paz del mundo, por nuestra tierra Argentina, por nuestros gobernantes, por las intenciones del Papa Francisco y por la juventud peregrina.
Los corazones comenzaron a aquietarse al inicio de la Santa Misa, celebrada por el padre Guillermo Cassone, coordinador del movimiento a nivel regional, y concelebrada por el padre Tommy Dell’Oca, Martín Aversano y Sebastian Sardo. Antes, se leyó una carta del Papa Francisco quien felicitaba a los jóvenes callejeros de la fe y los bendecía con sus sabias y santas palabras. Posteriormente se proyectó un saludo del Arzobispo de Tucumán, Monseñor Alfredo Secca, quien se encontraba en Roma.
En un clima de gran recogimiento, los jóvenes que estuvieron dispuestos, recibieron una vela y con mucha emoción intercambiaron su corazón con la Mater, sellando la Alianza de Amor: “Oh Señora mía, Oh Madre mía…”, 4000 jóvenes y una sola voz.
En el cielo, los fuegos de artificio marcaron el final de la jornada y el Santuario de Schoenstatt fue testigo de los abrazos, agradecimientos y promesas de regresar, porque la vivencia del encuentro con María fue inolvidable para todos.
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