PARAGUAY, Ana Souberlich. Como ya se lo hizo en marzo de este año, las egresadas en 1983 del Colegio Santa Clara (Asunción), entre las que hay una schoenstattiana, quisieron aportar su pequeño granito de arena para seguir construyendo la Nación de Dios, Corazón de América. Al mejor estilo paraguayo (¡creativa y entusiasta improvisación!) a última hora se recibió un Whatsapp: “Organicemos algo para este fin de semana y llevemos un poco de alegría a tantas familias que necesitan de ayuda ya que están en la calle a causa de la crecida del río». En un abrir y cerrar de ojos ya había 350 mensajes en Whatsapp para leer.
“Mi Dios, me dije: ‘para algo sirve esta tecnología’ y así en menos de una semana ya teníamos mucha ropa, muchos víveres y muchas ganas de volver a ver rostros que con una sonrisa agradecen lo que les llevamos, por más insignificante que sea, como esa niña que se fue muy feliz solo con una sillita de plástico…”
Aunque no se pueda ayudar a todos…
Para que no pasara como la última vez cuando se agotó todo, un matrimonio preparó cien bolsitas bellísimas llenas de golosinas para los más chicos ¡lo felices que estaban!… y aún así no alcanzó para todos…
Esta vez fueron hacia Puerto Botánico, donde familias enteras se han establecido en viviendas precarias, en las calles, en las veredas, pues tuvieron que dejar sus casitas sumergidas por la extraordinaria crecida del río Paraguay, causada por intensas lluvias en toda la región.
Por supuesto sabían que no podían «llegar a tantos damnificados» pero sí pudieron ayudar a los más cercanos, siendo así un pequeño signo de esperanza para ellos.
Se recuerdan los rostros felices…
De vuelta a casa se recuerdan los rostros felices y surge la pregunta ¿cómo se puede vivir de esa manera, en tal miseria, como pretender que esos chicos lleguen a ser hombres de bien si no tienen ni lo mínimo indispensable para vivir dignamente?… Queda un peso en el corazón por no poder hacer más…
Pero, a la vez, la paz en el alma de estar haciendo lo que está al alcance para «aliviar la necesidad de los que están a nuestro lado» y sobre todo a no perder las esperanzas y el ánimo de seguir construyendo granito sobre granito esa anhelada Nación de Dios Corazón de América. Entonces ¡vamos, que se puede!
“Y a todos los que lean este artículo: hagamos algo concreto por los demás, por pequeño que parezca a nuestros ojos, para otros es inmenso y un milagro”.
