ROMA, mda. Don Federico Pirozzi, es el párroco de Santa Gemma, que realmente se llama parroquia de “Santa Rufina y Santa Segunda”. Todos lo conocen. Desde la colocación de la primera piedra en el “santuario de todos nosotros” en Roma, Belmonte, casi nunca ha faltado a una celebración. Su iglesia parroquial Santa Gemma, que se encuentra justo frente al acceso superior del terreno de Belmonte, siempre estuvo abierta para las grandes celebraciones y misas del Movimiento de Schoenstatt. Él llevó su parroquia al santuario, mediante peregrinaciones y celebraciones litúrgicas, como Corpus Christi y Domingo de Ramos, el rezo del Vía Crucis, rosario o catequesis. El gran amigo del santuario de Belmonte ha fallecido el penúltimo día del año 2014, el 30 de diciembre, a la edad de 75 años.
En la Noche Buena, cuenta Davide Russo, hubo de ser ingresado en el hospital. Él habría luchado por su vida en la tierra. Pero la voluntad de Dios se conformaría de otra manera.
«Entre tanto más de 250 familias reciben todos los meses la visita de la Virgen Peregrina“, se decía hace diez años en un informe sobre los primeros esfuerzos, para vincular el entorno con el nuevo santuario. “Los misioneros organizan constantemente tardes de familia, para conseguir experimentar el santuario: rezo del rosario o misa con el párroco, don Federico, que había perdido su corazón en el santuario hacía tiempo. En Belmonte se hace realidad lo que el padre Kentenich deseó siempre: que Schoenstatt esté enraizado en la Iglesia a través de las parroquias…”
Don Federico estaba profundamente vinculado al santuario, le vamos a echar de menos, aunque su intercesión y su misión estén seguras en este santuario.
Y el mejor agradecimiento, que se ha ganado, es nuestro compromiso con el santuario, al que él dio un espacio en su parroquia.
Original: alemán – Traducción: M. Paz Leiva – Madrid (España)
