Publicado el 2012-01-14 In Vida en alianza

¿Por qué habríamos de sorprendernos?

Margaret Steinhage Fenelon. «¡Cómo pudo haber sucedido esto? Eres tan joven». He oído el mismo comentario una y otra vez en las últimas semanas desde mi cirugía cardiaca. Admito que nos sorprendió a todos con la guardia baja, incluyéndome a mis misma, porque llegó de repente- como de la nada- y sí, esto más bien el al grupo de los jóvenes que sufren tal condición. Sorprendió incluso a los médicos. Es curioso, ayer por la noche estuve conversando con otro miembro de nuestra Familia de Schoenstatt que ha tenido varias cirugías de corazón, incluyendo la colocación de un marcapasos y desfibrilador. Me dejó colocar la mano sobre su pecho para sentir la pequeña maravilla mecánica. A pesar de que es casi 20 años mayor que yo, me dije a mi misma: ¿cómo pudo haber sucedido esto? Es tan joven. En ese momento me di cuenta que la edad de la Alianza de Amor es algo muy relativo.

Sabiduría de Alianza, nuestro cumpleaños no importa. Ni nuestra condición física, ritmo de vida, estilo de vida, rama o nivel de actividad dentro del Movimiento. A fin de cuentas la MTA no se preocupa de estas cosas: es nuestro corazón el que Ella quiere para sí, sin condiciones, sin divisiones. Lo quiere todo, todo para Ella y hará todo lo que sea necesario para que esto ocurra, sólo si nos abrimos a la gracia y los milagros que Ella nos tiene reservados. La Santísima Virgen se toma seriamente nuestra Alianza de Amor, y nosotros nos damos cuenta más y más de eso, si nos tomamos en serio a nosotros mismos. Cuando sellamos nuestra Alianza de Amor, nos convertimos en sus hijos para siempre, y en ese sentido jamás vamos a «crecer».

No importa a lo que seamos llamados, nunca tendremos que enfrentarlo solos

A fines de noviembre, me hicieron una angioplastía de emergencia y me colocaron una malla en la arteria coronaria. Algunas personas me evitan porque están asustadas. Les recuerdo su propia mortalidad y la posibilidad que a ellas también les pidan un sí como éste. Entiendo como se sienten. Algunas veces yo he sentido lo mismo. Una cosa es escuchar las palabras de San Pablo sobre aportar lo que falta a los sufrimientos de Cristo, y otra es enfrentarse a ello en la propia realidad o en la de nuestros seres queridos. Personas como yo, que han sido llamadas inesperadamente a una determinada condición física, son las que hacen que otros se den cuenta que ellos también pueden ser llamados de la misma manera en cualquier momento.

Ah, pero aquí está la clave: no importa a lo que seamos llamados, nunca tendremos que enfrentarlo solos o por nuestra sola voluntad. Esta es la inexplicable, asombrosa belleza de la Alianza de Amor. Años atrás cuando me enfrenté a una situación muy difícil de otro tipo, el Padre Carlos Boskamp, Padre de Schoenstatt, me dijo con su entrañable acento germano latino: “Vat you sink when you make de Covenant of Love?” (¿Qué piensas cuando haces la Alianza de Amor? ). En ese momento yo era joven y nueva en la Alianza y reconocí que realmente no lo sabía. El Padre Carlos me explicó que, cuando hacemos nuestra Alianza de Amor, nos obligamos no sólo con la MTA, sin con todas las demás personas que alguna vez hicieron o van a sellar la Alianza. Además, obtenemos el privilegio de tomar sus contribuciones al Capital de Gracias. Deja que penetre la idea en tu corazón y en tu mente un ratito. Es absolutamente abrumador ¿verdad?

¡Por supuesto! He sellado la Alianza de Amor

Sí. Sé que esto es absolutamente cierto. Cuando me hicieron el primer diagnóstico sobre la condición de mi corazón, tuve un momento de shock y temor. Después, casi inmediatamente después, era un sentimiento de comprensión y entrega. Las palabras que se me vinieron a los labios fueron “¡Por supuesto! He sellado mi Alianza de Amor”. No fue mérito mío, se los aseguro. Soy por naturaleza una auténtica cobarde. No, esto se debió exclusivamente por los méritos de los hijos de la Alianza a los que estoy ligada por toda la Eternidad y a sus contribuciones al Capital de Gracias. Sus gracias me han permitido permanecer perfectamente en paz a través de todo el procedimiento, incluso sabiendo que las cosas podían cambiar muy fácilmente.

Lo sé también a través de las historias de otros hijos de la Alianza. Accidentes automovilísticos, accidentes de trabajo, cáncer, ruina financiera, nacimientos críticos, enfermedades, desastres naturales, infecciones que ponen la vida en peligro… la lista sigue. Las cruces cambian, pero la respuesta es la misma: “Por supuesto. He sellado la Alianza de Amor”. He visto gente común convertirse en héroes extraordinarios de cara a la adversidad, y todo es por su fidelidad a la MTA y la fidelidad de MTA a ellos en la Alianza de Amor. Les prometo que, en el caso de ser llamados a tal sacrificio, se sentirán llenos de la misma paz y resolución.

Al más alto grado

Se me viene a la mente una cita del Padre Kentenich. En 1915, escribió una modificación a la Primera Acta de Fundación (18 de octubre de 1914) . El hablaba los jóvenes miembros de la Congregación sobre autosantificación y decía: “Y no crean que es algo extraordinario, si ustedes suben su exigencias al más alto grado, dado el tiempo tan trascendental y tan grande que vivimos actualmente.

Decisiones trascendentales se están tomando en nuestro entorno hoy día – en nuestra Familia de Schoenstatt, en nuestra Iglesia, en nuestra Patria, e incluso en nuestras propias comunidades y familias. Siguiendo los pasos de nuestro Fundador, no deberíamos creer que es algo extraordinario aumentar nuestros esfuerzos al máximo, incluso si esto significa enfrentarse a la realidad de nuestra propia fragilidad y la fragilidad de alguien cercano a nosotros.

Después de mi cirugía, un buen amigo me escribió que yo le recordé la seriedad de la Alianza, de cuán lejos tenemos que ir. Sí, en la Alianza se nos pide ir lejos, quizás más allá de lo que nunca podríamos haber imaginado. Sin embargo, por lejos que se nos pida avanzar, la Santísima Virgen irá más lejos aún. Y ello incluirá las más fantásticas bendiciones y milagros, los momentos más amargos y las cruces más pesadas. De cualquier manera, podemos mirar el futuro con alegría anticipada, por que sabemos que, sea lo que sea que tengamos que enfrentar, no lo haremos solos. Mientras más nos pidan, más nos darán. ¿Por qué habríamos de sorprendernos?

 

Traducción: Carmen M. Rogers, Santiago, Chile

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