Publicado el 2013-12-08 In Santuario Original

“Retorno” de los primeros: en recuerdo del héroe y congregante schoenstattiano Sebastián Heinrich

P. Hans Peter Lechler. La Inmaculada Concepción – celebración el 8 de diciembre – era la fiesta patronal de la Congregación Mariana en la antigua casa de estudios de Schoenstatt. Pero incluso antes de su fundación – que ocurrió el Domingo in Albis de 1914 – ya era la gran fiesta de la casa. Y ahora hace cien años de la fiesta de la Inmaculada de 1913, cuando la Asociación misional fundada en el mes de enero de ese año, se presentó por primera vez públicamente en una gran fiesta misionera. En el archivo se conserva un programa de ese entonces. Entre los que colaboraron a darle forma a esa primera fase de Schoenstatt, está Sebastián Heinrich (nació el 5-11-1893 en Niederummelsdorf, en la Baja Baviera y falleció en la guerra el 20-6-1915, en Galitzia). Merece ser recordado con gratitud en su y nuestra Familia de Schoenstatt.

Sebastián era uno de los mayores, había ingresado en 1909 en la Casa de estudios. Vivió el emocionante momento de la transformación de la Asociación misional en la Congregación mariana, y fue uno de los integrantes de la generación fundadora. No escuchó la plática considerada acta de fundación del 18 de octubre pues estaba de servicio en casa de sus padres. Después de la movilización militar de comienzos de agosto sus parientes mayores y los colaboradores de sus padres fueron reclutados por el ejército, y muy pronto después del comienzo de la guerra, también fue convocado Sebastián. Su camarada de clase Alfons Weber (que llegó a ser sacerdote), comienza sus recuerdos acerca de él con las palabras que se hicieron legendarias el 8-12-1914, dirigidas a los nuevos congregantes por el entonces portavoz de la Congregación Mariana. Palabras que, desde entonces y por decirlo así, corresponden a la celebración schoenstattiana de la Inmaculada Concepción.

Leemos en las memorias del P. Weber:

(Pág. 45) “… Las mismas ideas expresadas por Max Brunner en la fiesta celebrada en la Casa antigua el 8 de diciembre de 1914: ¡Ave Imperatrix, morituri te salutant! (Salve, Emperatriz, los que van a morir te saludan). Estas palabras repercutieron realmente en ellos, fueron la chispa que encendió el corazón de todos los estudiantes: ardían por ser una santa ofrenda, por estar dispuestos a morir por Schoenstatt. Más arriba ya he preparado una lista de nuestros difuntos que murieron con este espíritu. El primero que murió de la Congregación mariana fue Sebastián Heinrich de Nieder-Rummelsdorf en Baja Baviera.

[Correción: el primero fue Bernhard Kaufmann]. Sebastián fue realmente el más noble y el más puro de todos, en el celo del amor y de las virtudes, como mínimo, igual a José Engling, lo superó en la bondad de su temperamento; solamente no fue incluido en los “Anales de Schoenstatt” porque no se documentó por escrito el “eco” que tuvo en él el arte pedagógico del Padre Kentenich tal como se hizo con José Engling. Sucedió lo mismo, y sucede aún, con algunos otros Pallottinos difuntos que vivieron santamente. Menciono solamente a algunos de mi círculo más estrecho: Franz Gerharz, Alois Brenner, Hubert Jöbges (todos del curso del año 2012,  tildado tan liberalmente en los mitos de Schoenstatt); además, de mi curso, Franz X. Salzhuber.

Ahora acerca de Sebastián Heinrich. Llegó a Schoenstatt a los 17 años de edad. Había trabajado como cuidador de caballos. Irradiaba una silenciosa alegría. Le era sumamente difícil familiarizarse, en el estudio, con tantos términos desconocidos. Así, siempre aparecía como el “último” de su clase, en la que se destacaban mentes brillantes como José Fischer y Otto Eisenbarth. En el otoño boreal de 1912 no pudo ser promovido y vino a nuestro curso. Durante dos años se sentó a mi lado. Seguramente fue la intención del superior, para que yo le pudiera ayudar al buen Sebastián en las dificultades que se le presentaran en el estudio. Pero el que ganó de los dos fue el joven Alfons Weber, cinco años menor, pues tenía a un “santo” a su lado.

Jamás noté, en Sebastián Heinrich, el más mínimo incumplimiento de los estatutos; siempre estaba contento en todos lo trabajos, y en los juegos, reía alegremente. No se enojaba, sólo se ponía algo serio cuando nosotros, los “espíritus turbulentos, retozábamos demasiado”. Su actitud en la oración era maravillosa: naturalmente recogido. Nada de devoción exagerada. Participó de la sección eucarística debido a su amor a Jesús Eucaristía. Fue el primer congregante schoenstattiano caído en la guerra. Tenía mucho en común con el muy joven José Engling: un poco tosco, exteriormente algo torpe, pero con un corazón encendido. Ambos fueron destacados corredores y en las batallas con bolas de nieve eran de temer sus pelotazos y su puntería (…)

[Pág. 126]: Sebastián Heinrich ingresó como vocación tardía (nació en 1893); antes había trabajado como peón en el campo, en Niederummelsdorf, en la Baja Baviera. Fue el “José Engling” de los cursos mayores. Sus ojos irradiaban la pureza de su alma y un gran amor a Dios. Durante dos años me senté a su lado en la clase, fuimos buenos amigos. Jamás descubrí en él la más mínima falta voluntaria contra el orden de la casa. Al contrario, siempre irradiaba una gran bondad, un empeño incansable y una santa alegría a pesar de su desilusión en el estudio. En 1914 fue el primero de los nuestros en ser llamado al ejército. Cayó en Galitzia en 1915.

De las memorias del P. Alfons Weber SAC (revisado y editado por el P. Wilhelm Schützeichel SAC, 1964)


Contacto:  lechler@schoenstatt-patres.org

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“Retorno” de los primeros: en recuerdo del héroe y congregante schoenstattiano Sebastián Heinrich

P. Hans Peter Lechler. La Inmaculada Concepción – celebración el 8 de diciembre – era la fiesta patronal de la Congregación Mariana en la antigua casa de estudios de Schoenstatt. Pero incluso antes de su fundación – que ocurrió el Domingo in Albis de 1914 – ya era la gran fiesta de la casa. Y ahora hace cien años de la fiesta de la Inmaculada de 1913, cuando la Asociación misional fundada en el mes de enero de ese año, se presentó por primera vez públicamente en una gran fiesta misionera. En el archivo se conserva un programa de ese entonces. Entre los que colaboraron a darle forma a esa primera fase de Schoenstatt, está Sebastián Heinrich (nació el 5-11-1893 en Niederummelsdorf, en la Baja Baviera y falleció en la guerra el 20-6-1915, en Galitzia). Merece ser recordado con gratitud en su y nuestra Familia de Schoenstatt.

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