PORTUGAL, Hna. M. Paula Leite. Después del gran acontecimiento del 22 de mayo de 2013, se buscaron fechas históricas que «coincidieran» con ese día. En la diócesis de Aveiro no hubo que buscar sucesos del día 22, pues se pudo constatar que en este pedacito de tierra, la historia profetizó y confirmó la victoria de la fe, de la confianza y de la entrega de los pequeños instrumentos de la MTA.
La gran tempestad que se produjo en enero que abatió a casi todos los pinos del Centro Tabor, dañó también a la ermita, el primer marco histórico del lugar donde se celebraron las primeras alianzas de amor de la juventud femenina y masculina. No fue muy grande el daño material, pero esta ermita tenía la peculiaridad de estar bajo la sombra del primer árbol que se plantó en el terreno, que tenía tres troncos paralelos con tres copas. Por eso fue bautizado como «el árbol de la Santísima Trinidad». Cuando cayó, hizo que se levantara la ermita, partiéndose al medio. Después de este suceso, se realizó la reunión con los Padres Pallottinos, en Schoenstatt, que tuvo como resultado el cese de las negociaciones por el Santuario Original. Reflexionando en esta «coincidencia» de la conmoción que afectó a estos dos primeros símbolos (el Santuario Original en Schoenstatt y la ermita en el Centro Tabor), el consejo diocesano decidió no reconstruir inmediatamente la ermita, sino proponer a la Familia de Aveiro que se la reconquistara espiritualmente. Y así se hizo. Se elaboró una oración y cada rama incentivó a sus miembros a peregrinar a la ermita y rezar allí la oración por el Santuario Original. Se eligió el 31 de mayo para reinaugurarla.
«Aquí nos arrodillamos, rezamos y soñamos…«
Después de que se retiraran las raíces del árbol y se reconstruyeran los fundamentos de la ermita, se constató que el terreno quedó en malas condiciones en el lugar. Surgió entonces la idea de hacer un pavimento en torno a la ermita. Las Hermanas de María sugirieron que tuviera la forma del símbolo del Padre, porque una de las dos fechas grabadas en la ermita es precisamente la de la primera visita a este terreno, cuando aún no había nada, del símbolo del Padre destinado al Santuario Original llevado por el P. Domingo y el P. Miguel Lencastre. «Aquí nos arrodillamos, rezamos y soñamos…» escribieron en la crónica. Y cuando ahora, ante las dificultades con las negociaciones por el Santuario Original se decidió la nueva conquista espiritual, el pavimento con la forma del símbolo del Padre cobró más sentido, pues quedaría como el fundamento del origen de esta ermita.
Ahora la ermita y el símbolo del Padre quedarán para siempre vinculados al Santuario Original
¿Cómo no decir que la Familia se siente privilegiada por la misión de este Santuario, de este pedacito de tierra? Para un schoenstattiano no hay coincidencias, existe la fe en la conducción de Dios incluso en los más pequeños aspectos de la misión. El 22 de mayo, justamente en el 36º aniversario de la ermita, mientras se difundía por todo el mundo la noticia del Santuario Original, se diseñaba y se marcaba en la arena la estructura del símbolo del Padre para comenzar la construcción al día siguiente. La noticia del regalo del Santuario Original llegó al atardecer sorprendiendo al mundo entero, pero más aún a la Familia de Aveiro por la «coincidencia» de las fechas, por el símbolo elegido para el pavimento y por el día en que se inició su construcción. Ahora sí, la ermita y el símbolo del Padre quedarán para siempre vinculados al Santuario Original.
Treinta y seis años después
El día de la fiesta de la reinauguración fue grandioso. Se recuperó una tradición que los más jóvenes no conocían: la procesión de las azucenas. Se invitó a toda la Familia de Schoenstatt y a todos los que sellaron su alianza de amor en la ermita. Fue hermoso encontrar, en una noche de viento muy fuerte, a una buena cantidad de personas a las que hacía años no se las veía por allí. Todos llevaron una flor blanca en la procesión que partió de la Casa Padre Kentenich, después de invitar al Padre y Fundador a acompañarlos, llevando la parte superior de la ermita en unas andas adornadas con muchas flores. Otro gran regalo fue la presencia del P. Miguel Lencastre después de treinta y seis años, pues fue él quien bendijo la ermita en aquel entonces.
Una nueva generación de instrumentos de la MTA que quiere vivir de los orígenes para difundir la cultura de alianza
Se cantaron las antiguas canciones y después de las palabras del P. Miguel, se unió la ermita en una sola pieza. Para señalar el compromiso con la misión de la nueva generación, se plantaron tres pequeños pinos por parte de la rama de matrimonios, la de madres y la juventud. Y antes de festejar con té y tortas, cada participante fue al Santuario a buscar un mensaje del Padre Kentenich. Finalizada la Eucaristía, se inauguró también algo nuevo en el Centro Tabor: unas placas de acrílico junto a los marcos históricos, con explicaciones y datos de la historia. En cierto modo la Familia se siente privilegiada por la conducción de Dios en su historia actual, permitiendo que se destruyera algo para reconstruir a partir de los fundamentos de hoy: una nueva generación de instrumentos de la MTA que quiere vivir de los orígenes para difundir la cultura de alianza.
Traducción: aat, Argentina
