Publicado el 2015-09-19 In Temas - Opiniones

Buscar la comunión

Por P. Guillermo Carmona, Director del Movimiento de Schoenstatt de Argentina, carta de alianza •

El 19 de junio de este año, el Papa Francisco se reunió con el Patriarca Siro-Ortodoxo de Antioquía, Mor Ignatius Aphrem III. Después de hablar sobre la trágica situación de Siria, acabaron el encuentro rezando juntos y aunque haya diferencias entre ortodoxos y católicos, ambos aseguraron que “lo que nos une es mayor que lo que nos separa”.

Salir al encuentro es buscar la comunión: lo que nos une y no lo que nos divide. Por eso acentúa el Papa, que salir al encuentro nos “descentra”, nos saca del yo egocéntrico, nos sana, nos abre al otro, nos hace más humildes y nos hermana. Por lo general, las coincidencias son mucho mayores que las diferencias.

La unidad es más importante que las diferentes clases sociales, los partidos políticos, los clubes, los cargos y responsabilidades. Esto debería aplicarse a todas las áreas de la vida: la familiar, laboral, social y apostólica.

Cada uno tiene en sus manos una pieza del mismo puzzle. ¿Qué pasaría si en lugar de utilizarlas para construir con los otros la gran figura, la utilizaran para pelearse porque sus piezas son diferentes las unas de las otras?

Todos tenemos una doble capacidad: la de ver las diferencias, o de percibir lo que es común. Si sólo alimentamos una de estas dimensiones, perderemos la riqueza de las diferencias, o la bondad de la comunión.

La comunión se educa ante todo en la familia y el colegio. Los padres y docentes que sólo enseñan a ver las diferencias, vetando aquello que nos une, impedirán que sus hijos y alumnos gocen de la gracia de sentirse parte de un todo, mucho más rico que las diferentes unidades. Jamás incluirán.

Uno de los problemas de la Argentina 2015 es que nos cuesta ver lo que nos une. Los políticos y quienes dirigen la sociedad nos ejemplifican lo que es excluir y no integrar. Las circunstancias nos hacen creer que somos radicalmente diferentes. No es así: todos nos sentimos desvalidos, preocupados por la patria, con deseos de mayor paz y menos violencia, con ansias de superar el narcotráfico y la inflación, con el deseo de mayor orden y dejarle a nuestros hijos un mañana promisor. Todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras, nuestros deseos y nuestros propios miedos, casi siempre comunes. Cada uno de nosotros tiene la opción de superar la ruptura de la dualidad que tantas veces creamos entre la parte y el todo.

Nosotros queremos construir la sociedad del encuentro, educar desde la comunión: sólo así se crean sociedades solidarias, inclusivas, equilibradas y más humanas. ¿Queremos alimentar esa sociedad? ¡Comencemos entonces ahora mismo!

¡Qué buen propósito para este mes en que iniciamos la primavera: Ver lo que nos une al hermano, cónyuge, amigo, compañero de trabajo y de universidad.

La Mater es quien nos une y reúne en sus Santuarios y Ermitas. Ella como buena mujer y madre nos saca del aislamiento y lejanía. Nos hace hermanos.

Ella nos salvará de acentuar las diferencias que erróneamente creemos que nos hace únicos: la piel, el sexo, la edad o las condiciones sociales. Siendo singulares e irrepetibles por nuestro ideal personal, formamos al mismo tiempo la gran Familia que nos integra en un mismo universo de salvación y de gracia.

La Alianza de amor es energía y fuente de unidad. Es fruto de la adversidad y del dolor de la cruz, tragedia aparentemente irremediable, que Jesús la hizo causa de nuestra salvación. Es que el amor es lo único que rompe las barreras… entre tu yo más auténtico y el de tu hermano que camina al lado. Frente al Padre común que nos hace uno en su misericordia…

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