Martin Flesch

Publicado el 2021-03-23 In José Kentenich, Temas - Opiniones

Vivir con la paradoja – Llamamiento para abandonar a tiempo el dualismo

Dr. Martin Flesch, Alemania •

Apuntes de un psiquiatra sobre el proceso de aclaración en la «Causa Kentenich». Un ensayo de análisis de sistemas. —

I El «y» es crucial: nos protege del «o».

„Dios suele dejar preguntas, cuando tiene la intención de resolverlas.“
Thomas Merton

El tema de la llamada «Causa Kentenich», constantemente presente en el pensamiento y en el sentimiento de muchos schoenstattianos, desde julio de 2020, obliga a todos los que se esfuerzan por aclarar su punto de vista personal a confrontarse, a discutir y finalmente, en la medida de lo posible, a tomar posición.

El análisis de las reacciones, arrebatos emocionales y actitudes de protesta y demostraciones de comprensión que se han producido desde la publicación del libro «El padre puede hacerlo“ (de la historiadora de la Iglesia Alexandra von Teuffenbach, publicado por la editorial Bautz, en español en Amazon), que también podrían describirse -con un guiño- como el inicio del proceso de clarificación de Schoenstatt, permiten iluminar un fenómeno del que, desgraciadamente, parece abusarse con demasiada frecuencia en los gremios relacionados con la Iglesia en el sentido de procesos de desescalada así entendidos: se trata del fenómeno del DUALISMO.

Las actitudes básicas dualistas y los enfoques de discusión suelen representar una actitud de «o uno u otro», ven «blanco o negro», significan «bueno o malo», y en el marco de los enfoques de solución que se elaboran entonces, carecen claramente del «ambas cosas» que es tan decisivo para un proceso de clarificación sólido.

El hecho de que la actitud básica predominantemente dualista en las reacciones y los esfuerzos de limitación de daños de todo el Movimiento de Schoenstatt (que a menudo han parecido impotentes desde la publicación del libro, no sólo ha dibujado ya amplios círculos, sino que también ha producido daños colaterales no despreciables y los sigue produciendo en la actualidad) puede mostrarse desgraciadamente con no pocos ejemplos desde una perspectiva psicodinámica, o si se quiere, desde una perspectiva socio-psicológica:

II ¿Revalorización a través de la devaluación? – el «y» nos permite apreciar siempre ambas partes y criticarlas.

Desde el momento en que se iniciaron los brotes emocionales en torno a la «Causa Kentenich», no pocas personas o personalidades del antiguo entorno del padre Kentenich alcanzaron un aprecio individual y un grado de fama tal, que al principio hace dudar. Sin embargo, un examen más detallado pone de manifiesto que el supuesto interés mostrado originalmente por estas personas no parece aplicarse en absoluto a la individualidad concreta o a la personalidad real de las personas en el foco de observación, sino que se refiere a una intersección que une a todas las personas citadas de este modo en un punto focal: están en una relación discursiva con José Kentenich, se atrevieron a criticarlo a él o a sus métodos aplicados con ellas, se salieron del sistema de autocomprensión de Schoenstatt que se practicaba en esa época.

El análisis de los testimonios contemporáneos, de los testimonios escritos y de los documentos disponibles sobre estas personas apunta ahora a una práctica que, desgraciadamente, se observa con frecuencia en los círculos de Schoenstatt: parece ser que – y esta tendencia se nota no sólo desde la publicación del libro de la Sra. Teuffenbach en julio de 2020 – las valoraciones críticas de las prácticas schoenstattianas así como del comportamiento de José Kentenich, que surgen a través de los testimonios de las personas aludidas, parecen ser perjudiciales para una imagen del fundador a la que se ha aspirado, y también se ha defendido, un grado de exigencia de la llamada «santidad» desde 1968. La «santidad» (sea cual sea el significado de este atributo) podría ponerse en duda.

Sin embargo, no hay que obviar en este punto que estas afirmaciones, por otro lado, contradicen naturalmente el hecho de que bastantes personas han recibido impulsos personales y muy valiosos de la persona del P. José Kentenich y de la espiritualidad del Movimiento de Schoenstatt como tal. Estas afirmaciones también deben integrarse en las contradicciones que surgen aquí según un enfoque global fundamentalmente tolerante.

Las personas aludidas son, por ejemplo, la Hna. M. Anna, la Hna. M. Agnes, la Hna. M. Georgia, la Hna. M. Gregoria, el P. Heinrich M. Kösters así como el P. F. Schmidt, por citar aquí sólo algunos nombres.

Por supuesto, no se ignora en absoluto que las respectivas afirmaciones (criticadas) de las personas mencionadas, como también las que documenta la Sra. von Teuffenbach, desencadenan preguntas críticas en los lectores que están informados en el contexto histórico. Una vez más, es necesario aceptar la paradoja que brilla en este momento e integrarla en el enfoque general.

El trato schoenstattiano que se ha dado a estas personalidades, tanto en los últimos 50 años, pero especialmente desde el año 2020, desde el punto de vista psiquiátrico y psicopatológico, no sólo sorprende con incredulidad, sino que produce en el observador experto una reacción a estos procedimientos que raya en la incomprensión y el rechazo, y cuestiona la necesidad de seguir discutiendo.

Sin duda, con el paso del tiempo se observa que las personas que adoptan una posición crítica hacia la persona de José Kentenich son tratados de patológicos de una manera que desmiente cualquier competencia psicológica, psicopatológica y psiquiátrica profesional – en la medida en que en este contexto se utilizaron y se utilizan términos técnicos que contienen una valoración patológica sin que se haya prestado el necesario cuidado a la percepción fenomenológica y a la posterior clasificación y atribución de acuerdo con los sistemas de diagnóstico internacionalmente válidos.

También se observa que desde algunas ramas del Movimiento se organizan y celebran las llamadas «tardes de información y conferencias», que al final no tienen otro resultado que certificar déficits sociopsicológicos, déficits de comunicación y de personalidad y no menos también enfermedades psicológicas a las personas así estigmatizadas, que pretenden limitar o incluso eliminar su capacidad de juicio y crítica y de participación en el contexto de la historia de Schoenstatt. Este procedimiento y la disposición a sólo esta actitud básica no sólo es condenable desde un punto de vista psiquiátrico profesional, sino que no debería tener nada (más) que ver dentro de un Movimiento que da fe de una «vida santa» de su fundador.

Por un lado, es ciertamente comprensible -también desde una perspectiva psiquiátrica- que estos llamados actos informativos y educativos se basen en una investigación exhaustiva del material de archivo disponible, pero por otro lado muestran una clara tendencia a señalar el problema en cuestión, posiblemente de forma demasiado unilateral, en detrimento de las personas mencionadas.

Lamentablemente, en este contexto se oye y se lee sobre el «comportamiento esquizofrénico», la «histeria femenina», el «afán enfermizo de reconocimiento», la «compulsión psicológica» y la «naturaleza antisocial». Sin embargo, es dudoso que los oradores que utilizan estos términos sean siquiera conscientes del daño que están infligiendo a los testigos contemporáneos en cuestión al tratarlos como patológicos. En casos extremos, se podía incluso oír murmurar los términos «traidor/ traidora» si se seguía con atención el desarrollo de la discusión. No es necesario discutir más para plantear la cuestión de si esta práctica de clarificación del proceso es digna de un Movimiento de fe.

III ¿Hombre o santo? – el «y» nos ayuda a ver y aceptar el lado oscuro que hay en nosotros

En el camino de nuestra continua consideración analítica, el análisis de la historia del proceso de beatificación del padre Kentenich conduce inevitablemente a una idea básica que ciertamente no puede ser cuestionada: José Kentenich fue ante todo un hombre de carne y hueso. Al igual que nosotros, pasó por las fases de desarrollo de la primera infancia, la niñez y la adolescencia, al final de las cuales llegó la juventud y finalmente la personalidad madura de José Kentenich. Las relaciones rotas, los vacíos, las crisis y los abandonos que hubo que superar conformaron la extraordinaria estructura de la personalidad de un hombre que no sólo sobrevivió a graves crisis existenciales, al encarcelamiento y a varios años en un campo de concentración, sino que también hizo que estos tiempos fueran fértiles para su Movimiento de fe. El papel que jugaron las gracias divinas en este proceso no será discutido aquí de forma prioritaria.

El reconocimiento, sin embargo, de que se trata en primer lugar de un individuo que piensa, siente, actúa y cree, deja -por supuesto y también necesariamente – espacio para la aceptación de las variedades de los estados humanos del ser y de los rasgos del carácter, que en el contexto de su eficacia en el plano de la acción incluyen naturalmente también intensificaciones y desarrollos conflictivos en el trato con los semejantes, los confiados y los hermanos en la fe. Nadie es perfecto e intachable en sus acciones y palabras, a pesar de sus constantes esfuerzos y empeños sobre la base de los talentos y capacidades que se le han dado. La responsabilidad otorgada a José Kentenich de fundar y liderar un Movimiento de fe mundial con numerosos miembros, conlleva naturalmente que dentro de la tarea de liderazgo que se ha de llevar a cabo de esta manera, también habrá decisiones erróneas, reacciones inadecuadas o el juicio erróneo de las personas, lo cual entra dentro del ámbito de lo normal («tal y como son las personas»).

Precisamente estos rasgos de la personalidad del fundador, José Kentenich, que no se pueden descartar, son los que se señalan ahora en las publicaciones más recientes – y esto está provocando una reacción más que irritante y turbulenta en el ámbito de Schoenstatt. Muchos schoenstattianos ven ahora peligrar el proceso de beatificación, que se arrastra desde hace tiempo. Las observaciones de la autora, que hay que considerar de forma muy diferenciada y crítica, conducen efectivamente a la pregunta de qué límites personales existían también para José Kentenich y cómo éstos afectaban a sus acciones y a su movimiento.

¿Cómo es posible que se produzcan estas contrareacciones, a veces muy violentas y a veces inadecuadas?  

¿Se asumió seriamente que una persona como José Kentenich no poseía reacciones y características psicológicas normales, o simplemente no debía poseerlas, porque como resultado ya no correspondía al campo de proyección, que aparentemente muchos miembros del Movimiento reclaman (o necesitan) para sí mismos?

Más bien surge la impresión de que la «humanización» del fundador, desatada por las publicaciones, lleva a muchos schoenstattianos afectados a temer que en el futuro tengan que vivir con una imagen desviada del fundador, que ya no satisface sus propias acciones, esperanzas en la fe y atributos proyectados sobre él. El hecho de que entonces se pongan en marcha mecanismos para afrontarlo, como sentimientos negativos de miedo, ira, rabia y tristeza, es también comprensible y derivable desde un punto de vista psicológico normal.

En este punto hay que señalar que el Movimiento ya pasó por un proceso similar de clarificación y revalorización hace unos 30 años, concretamente en el contexto de la revelación de los orígenes ilegítimos de José Kentenich, que al final llevó a una comprensión más profunda de la personalidad de José Kentenich.

Este proceso en el Movimiento, que ya fue superado positivamente hace 30 años, podría por tanto representar un claro recurso en la experiencia colectiva para afrontar los retos actuales de una visión más diferenciada de la imagen personal de José Kentenich.

Pero no hay que quedarse sólo en este nivel. La extraordinaria obra de la vida de José Kentenich y el resultado de su vida nunca se ponen en duda. Conviene abandonar por fin el planteamiento dualista de la argumentación de que sólo un fundador «santo» e imponente, que aparece así históricamente sin culpa ni reproche, puede desarrollar una repercusión correspondiente que perdure en el tiempo.

Por supuesto, el que suscribe no niega en este punto que las publicaciones más recientes también abordan aspectos de abuso, así como la cuestión de si las acciones de José Kentenich, que se reflejan en los testimonios contemporáneos, correspondían a estos criterios (fenomenológicos).

Las acusaciones contra el fundador, de haber cometido abuso y violencia sexual en los periodos mencionados, se están trabajando actualmente dentro de un proceso de clarificación objetiva. En una entrevista concedida a un periódico eclesiástico de Tréveris, el obispo de Tréveris comentó recientemente las razones por las que quería convocar a un grupo de expertos en lugar de una comisión de historiadores, como se había anunciado inicialmente. La razón aducida fue que el nuevo procedimiento permitiría una mayor libertad en el método de trabajo. Junto con los comisionados, ahora sería posible definir diversas tareas relacionadas con aspectos históricos, psicológicos o pedagógicos. Así, sería posible comparar y discutir los resultados intermedios y, sobre todo, tratar abiertamente los resultados.

Sin embargo, el obispo de Tréveris también explicó que el motivo de su manera de proceder era el respeto a las posibles víctimas, cuyas acusaciones tomaba en serio.

 

4  ¿Lealtad a los principios (presión de los estatutos) o empatía compasiva? – el «y» no confía en ningún amor que no sea al mismo tiempo justicia

El «respeto por los posibles afectados, cuyas acusaciones deben ser tomadas en serio», tal como lo formuló el obispo de Tréveris, aleja ahora el foco de atención del fundador en el contexto de un paso más en el desarrollo de nuestra discusión, y lo dirige más bien hacia los miembros del Movimiento de Schoenstatt que actualmente viven y están activos.

Mientras tanto, las personas que se han manifestado y que viven en el tiempo presente se sienten incómodos en por los acontecimientos dentro de la «Causa Kentenich», recuerdan la forma en que fueron tratados por los schoenstattianos dentro de su rama del Movimiento. En particular, estos llamados «afectados» reconocen paralelismos aterradores para ellos mismos, a saber, entre el descrédito de las personas que vivían y trabajaban en el entorno anterior de José Kentenich y que se expresaban de forma crítica (como se ha descrito), y las normas de comunicación y evaluación que se les han aplicado en los últimos 20 años. Se trata principalmente de víctimas individuales de las distintas ramas, que tuvieron que vivir estas experiencias en sus respectivos contextos y las compartieron con el abajo firmante en el marco de sus actividades dentro de su consulta, manteniendo el secreto médico. Sin embargo, desde una perspectiva terapéutica, también hay que destacar que el objetivo en este contexto no era desacreditar tendenciosamente a los «críticos», sino más bien captar el sufrimiento psicológico que sienten subjetivamente los afectados en sus propios contextos y llevarlo a un nivel lingüístico (también una tarea de psiquiatras y psicoterapeutas).

En otras palabras, las personas así designadas como «afectadas» se sienten heridas, devaluadas, humilladas y -por desgracia hay que utilizar este término- realmente traumatizadas por acciones muy similares dentro del Movimiento.

En el marco del proceso de clarificación que está en marcha dentro del Movimiento, a partir de la „causa Kentenich», ya es hora de reflexionar sobre formas de trato en las ramas del Movimiento que sean empáticas, compasivas, pero sobre todo transparentes y que busquen abiertamente la verdad, y que no restrinjan la libertad de los miembros de las ramas del Movimiento al que (todavía) se sienten llamados, ni los empujen al borde de crisis existenciales y psicológicas graves. En este punto se hace inevitablemente fuerte el llamamiento a un cuidado claramente mayor de uno mismo, a la disposición a dirigirse a la persona confiada a su cuidado con todo el compromiso de la atención caritativa, pastoral y jesuánica, y a decir finalmente -hay que subrayarlo de nuevo- adiós a la plataforma de un dualismo en el movimiento que se ha vuelto insoportable.

 

V ¿Progresión o encostramiento conservador? El «y» nos ayuda a vivir en el ahora eternamente imperfecto.

Con la debida comprensión por la conclusión intencionada de la «Causa Kentenich», queda por decir que el efecto externo actual del Movimiento nunca se medirá exclusivamente por la cantidad de energía, tiempo, compromiso y sangre vital que se invirtió en la revalorización y presentación final de la personalidad del fundador.

Es comprensible que en este momento haya que emplear numerosos recursos a través de todas las ramas del Movimiento. Al mismo tiempo, la sensibilidad de los que sufren por esto no debería experimentar más restricciones a las corrientes del tiempo, a signos de los tiempos.  Las numerosas necesidades y la miseria social de la época actual están a la puerta, y esperan que se les ponga remedio o que se encuentren soluciones. ¿Se mueve actualmente Schoenstatt en este nivel de los tiempos? ¿O no se están atando numerosos recursos de forma dualista y narcisista por un proceso que lo está eclipsando todo, un proceso que ciertamente también debe tener lugar? No hay que olvidar los esfuerzos de futuro, como el compromiso en las Academias de Familias, la «Pastoral am Puls», los impresionantes proyectos en el trabajo con los jóvenes (especialmente durante la pandemia de Corona). No obstante, debemos afrontar las cuestiones mencionadas de forma constructiva:

¿Tenemos respuestas a las situaciones penosas sociales? ¿Tenemos respuestas que ofrecer al movimiento migratorio (80 millones de refugiados en todo el mundo)? ¿Tenemos como Movimiento de fe de los nuevos tiempos (Kentenich) también nuestro oído en el pulso del tiempo?

¿Tenemos respuestas a la política excluyente de la Unión Europea hacia los refugiados, que desprecia los derechos humanos? ¿Tenemos respuestas caritativas a la escasez de vivienda social en nuestro país? ¿Tenemos respuestas a la creciente brecha de la riqueza? ¿Tenemos soluciones caritativas, pastorales y de acompañamiento para los que buscan, para los desarraigados, para los traumatizados…? ¿Vemos a las figuras marginales de nuestra sociedad y nos preocupamos por ellas?

Ya existen planteamientos muy buenos y proyectos comprometidos que se ocupan del alojamiento y el acompañamiento de los refugiados, especialmente en los centros que dirigen las Hermanas de María de Schoenstatt en Herxheim y Borken, por ejemplo. También cabe destacar la “Acción Señal Luminosa“ (“Aktion Lichtzeichen» para madres necesitadas) y los proyectos benéficos de Belmonte.

Si afirmamos que queremos enfrentarnos a las corrientes de nuestro tiempo de forma transparente, orientada a las soluciones y con empatía, también debemos preguntarnos hasta qué punto estamos preparados para tratar estas mismas corrientes y desarrollos, desde un punto de vista fenomenológico, y sus contenidos de forma igualmente abierta y transparente. A fin de cuentas, de poco sirve que -como lamentablemente sigue estando considerablemente extendido dentro del movimiento- se pongan en marcha iniciativas (descuido concreto de las propias actividades de estas disputas) que pretendan trabajar para prohibir la lectura de las últimas publicaciones de la señora von Teuffenbach.

¿Cómo va a ser un debate competente y transparente a un mismo nivel, si los miembros del movimiento -encargados de las funciones de liderazgo- se esfuerzan por no tomar siquiera nota de los documentos que son objeto del procedimiento? En este contexto, también, sólo puede haber una advertencia persistente contra un dualismo progresivo que se arrastra. Por supuesto, no hay que olvidar que durante mucho tiempo no se pudo acceder al archivo de Limburgo y que, naturalmente, debido a la pandemia, no fue posible realizar una investigación más intensa, tampoco en los archivos de Roma.

 

VI ¡Es el momento… de escuchar el alma (las almas) …! 

Ya es hora de que nos enfrentemos a este proceso de clarificación. Quien se limite a proclamar estos contenidos, pero carezca de la práctica correspondiente, acabará encontrándose en un escenario que ha quedado fuera del tiempo, cuya estructura sólo presentará entonces una imagen distorsionada de la realidad anterior, pero ya no tendrá nada que ver con la irrupción de las corrientes de los nuevos tiempos.

Atrevámonos a hablar abiertamente entre nosotros -sin el miedo aún palpable a las consecuencias y al desprestigio «en todas partes»- para exponer nuestra opinión, escuchar la perspectiva del otro, sopesar los argumentos. Digamos también «sí» a los lados oscuros y a las partes, tengamos el valor de integrarlos. La existencia humana, las formas de ser del alma humana y la estabilidad psíquica duradera no son compatibles con el dualismo a largo plazo.

Digamos adiós a las estructuras dualistas y narcisistas, ligadas al ansia de reconocimiento, y miremos juntos al futuro de forma tolerante, empática y dinámica. La voluntad de pensar en este proceso es el primer paso para salir del dualismo y el primer paso hacia la tolerancia del «y».

¡No seremos juzgados por nuestra capacidad de integración recién pasado mañana!

La forma especial de espiritualidad de la vida diaria que surge del Movimiento de Schoenstatt nunca puede reflejar, en el marco de su preservación y conservación, sólo su propio fin en sí mismo, si quiere tener en cuenta la salvación concreta de las almas y el acompañamiento de nuestras partes del alma llenas de anhelo.

Ciertamente, tenemos formas y estructuras muy diferentes dentro del Movimiento en las distintas ramas, cuya diversidad y conjunto propio no se desestima en este punto. Sin embargo, las estructuras jerárquicas excesivas, la revelación de necesidades narcisistas, el servicio de los campos de proyección en un grado malsano, la formación de capas de opinión así como la exclusión, la demarcación, los desaires y las reprimendas, hasta las lesiones anímicas concretas y duraderas (que en el peor de los casos pueden convertirse en traumas) también nos muestran que debemos cuidar estas estructuras anímicas en el aquí y ahora, pero también a medio y largo plazo, también en Schoenstatt, también en nuestro Movimiento.

Reconozcámonos, pues, en las «estructuras marginales», evitemos el dualismo y el particularismo, demos también una oportunidad al «otro» que hay en nosotros, pero también en nuestra contraparte.

Si el alma individual está enferma, toda la estructura del Movimiento también lo está.

Sobre la base de la cita inicial del presente informe, se cierra así, a pesar de todas las paradojas, un arco de tensión innovador y ampliamente integrador de nuestras discusiones. Hay suficientes ocasiones y signos de los tiempos para dejar atrás los niveles de conflicto de forma dualista y mirar con esperanza hacia los nuevos tiempos.

Para ello, disponemos de directrices decisivas, sólo tenemos que retomarlas y utilizarlas de forma creativa:

Tengamos en cuenta la personalidad del fundador, apreciemos la obra de su vida y su actividad caritativa, pero permitamos también reflexiones y análisis de su personalidad que puedan mostrar los límites de su estructura personal.

En segundo lugar, la acción de Dios en la historia sigue siendo ininterrumpida (por supuesto), aquí sigue siendo necesario analizar constructivamente los signos de los tiempos. Dios también trabaja con paradojas, que el hombre a menudo encuentra difíciles de soportar. A menudo, sin embargo, el «ambas cosas» resulta ser más propositivo e integrador. El «o uno u otro» resuelve en base a sus normas en no pocos casos de manera conflictiva.

Sin embargo, en última instancia, la sanación del alma del individuo único, del ser humano único y concreto, está siempre en primer plano de todas las consideraciones y esfuerzos realizados (éste debería ser al menos el enfoque terapéutico básico de todo psiquiatra, psicopatólogo y terapeuta). El manejo adecuado de las estructuras mentales, del sufrimiento mental y de la vida y las dinámicas relacionadas con ellas debe ser nuestra máxima de actuación. ¡Sigamos este camino!

 


El que suscribe considera posible, y no lo excluye en absoluto, que por su disposición a publicar el ensayo en esta plataforma (schoenstatt.org) se le asigne tendenciosamente un foco de opinión muy concreto por parte de no pocos lectores del Movimiento de Schoenstatt. Si así fuera, sería una prueba más del método de evaluación dualista discutido y evaluado críticamente en este artículo, así como del hecho de que las tendencias dualistas fomentan un particularismo que se estrecha constantemente.

Veitshöchheim (Franken), marzo de 2021

Martin Flesch, doctor en Medicina

Psiquiatría – Psicoterapia – Psiquiatría forense – Gestión de la calidad médica- Práctica pericial en derecho penal, civil y social, así como en cuestiones canónicas.

Dr. Martin Flesch: Vivir con la paradoja – Llamamiento para abandonar a tiempo el dualismo (pdf)

 Original: alemán, 23.03.2021. Traducción: Paz Leiva, Madrid, España

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9 Responses

  1. Silvia Sibay dice:

    Muy bien artículo. Para reflexionar y seguir adelante corrigiendo errores del presente dentro del Movimiento. Lo anterior saldrá de la investigación. Nada debería ocultarse. Todos tenemos derecho a conocer la verdad y a asumirla madura y responsablemente.

  2. Cecilia Sturla dice:

    Excelente artículo. Centrado, equilibrado y propositivo. Apela a lo mejor de la filosofía kentenijiana. No el «aut-aut», sino el «et-et». Muchas gracias!

  3. Albert L dice:

    No se entiende nada

    • Juan Eduardo Villarraza dice:

      Muy interesante el artículo. Es hora de amar a un ser humano y no a un ídolo o robot que jamás tuvo un poco de carne. Por otro lado, es una invitación a dejar de ser «pietistas» para empezar a ser lo que somos: apostólicos o como proponía San Ignacio de Loyola, contemplativos en la acción.
      Esta sacudida en torno a la persona del p. Kentenich también nos debe llamar a una mayor comprensión de los límites de la personalidad, a amar más y a ser más dialogantes y cuidadosos a la hora de admitir y educar a nuestros hermanos, de tal manera que la búsqueda de la élite y el llamado a la santidad mediante la autoeducación y la gracia y la vida comunitaria y el apostolado no se conviertan en un solipsismo, un misticismo, un exclusivismo que descalifica (usando epítetos poco afortunados) y un activismo o una acción social tipo ONG como ya advirtiera el Papa Francisco en Río de Janeiro.
      Gracias por estos artículos, sigamos rezando y amando.

    • Juan Zaforas dice:

      Estimado Albert L., no tengo el gusto de conocerle, pero me parece que su comentario “No se entiende nada” es excesivo y no puedo estar de acuerdo. Quizás fuera más correcto decir “yo no lo he entendido” o “ no entiendo nada”
      Puede haber gente que lo entienda y gente que no. Lo que seguro no es que o se entiende o no se entiende para todos. Vamos lo del dualismo.

      • Albert L dice:

        Juan Zaforas, gracias por la sugerencia, pero prefiero expresarme según me parezca oportuno. Y creo oportuno decir, en este caso, que no se entiende nada, porque, en efecto, no se entiende

        • Sofía dice:

          Usted no entiende, pero muchos otros si.
          Muchos no entienden ruso pero igual ruso es un idioma que muchos entienden, ¿entiende?
          Nadie va a decir sobre ruso: No se entiende.
          Espero que encuentra otros artículos entendibles para Ud.
          Feliz Pascua

  4. Juan Zaforas dice:

    Un gran artículo el que nos presenta el Dr. Flesch. No es sólo un artículo más de la «Causa Kentenich», va mucho más allá.
    Es un artículo especial ya que no tiene una composición literaria, tampoco nos narra una historia, es un documento para el estudio, análisis y reflexión por parte de los lectores. Al ser un texto bastante técnico, puede resultar ardua su lectura y que mucha gente abandone su lectura al encontrar una barrera en la forma en que está escrito. Pero lo que dice es tan importante y fundamental que considero que cuanta más gente lo lea y profundice en lo que dice, nos hará mucho bien a todos los schostattianos y al movimiento ayudándonos a superar muchas de las actuales situaciones que estamos viviendo en este tiempo.
    Por todo ello, solicito a los lectores de schoenstatt.org a que hagan un esfuerzo para sobrepasar las barreras que pueden encontrar al leer el texto y que lleguen hasta el final. Como método de lectura sugiero en lugar de leer de un tirón, ir seleccionando cada párrafo que nos ofrece el Dr. Flesch, leámoslo y analicemos que nos quiere decir con esas palabras intentando encontrar algún mensaje, ver si nos invita a la reflexión en algún sentido, o si nos muestra alguna evidencia.
    No tengamos prisa por llegar al final y tomemos el tiempo que sea necesario en cada párrafo. Ojalá al llegar al final, las conclusiones alcanzadas hayan merecido la pena.

  5. Nora Pflüger Totti dice:

    Excelente artículo. Ya era hora. Andábamos demasiado afectados, desestabilizados, enojados unos con otros y revueltos por dentro… Buena falta nos estaba haciendo a todos un psiquiatra.
    Nora Pflüger Totti, La Plata, Argentina

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