PARAGUAY, Matías Estigarribia •
Lo duro de los últimos tiempos. Una previa complicada con postergaciones y suspensiones. Un gran cultivo del espíritu a lo largo de toda la misión. La felicidad de volver a encontrarnos después de mucho tiempo. —
Pocas veces en mi vida me emocioné tanto como en el último día, despidiendo nuestro Santuario Misión y posteriormente en la Misa de Cierre. Emociones y sentimientos que me sorprendieron bastante.
Las misiones MTA son el apostolado que llevan juntos la Juventud Masculina y la Juventud Femenina de Asunción. Son unas misiones que normalmente se realizan en enero y están fuertemente marcadas por la alegría, el espíritu juvenil y la búsqueda de grandes ideales.
Por todo eso, cuando decidimos postergar las misiones para Semana Santa, se nos presentó un gran desafío. ¿Cómo unificamos la esencia de MTA con la profundidad de una semana tan importante?
Con un equipo que tuvo que reinventarse una y otra vez, apostamos por esta MTA inédita. Vivimos una Semana Santa alegre y profunda, recordando a Aquel que dio la vida por nosotros.
Una casa más…
Muchas veces no dimensionamos lo que representamos. Uno pensaría que somos simplemente jóvenes, con jeans, remera y termo de tereré caminando por los pueblos. Pero llevamos a la Peregrina. Y ahí es donde todo cambia. Pasamos a ser claros instrumentos. Llevamos un mensaje de alegría, de esperanza.
Al joven que la pandemia llevó a su mamá, al señor que tuvo que buscar un nuevo trabajo, a los niños que dos años no pudieron jugar juntos. Las familias del pueblo de Itacurubí, así como de las compañías Potrero Angelito, Rubio Ñu, Hugua Poi, Ka’aguy kupe y Caryi Loma han recibido a María, gracias a los 140 jóvenes que se sumaron a esta misión.
“Una casa más” le decía a mi cuarteto misionero antes de volver a nuestra escuela porque oscurecía. Una más porque uno no sabe cuándo ni cómo la Mater volverá a visitarlos. De que lo hará, claro está, pero nuestro deber es llevarla lo más lejos posible.
Apóstol de Cristo, enciende la vida
Cuando el equipo de MTA 2020 eligió el lema para este año, ninguno sabía lo que se vendría. Nos acompañó a lo largo de esa primera misión, luego cuando todo cambió y lo hizo por última vez en este 2022.
El lema “Apóstol de Cristo, enciende la vida” tomó una significativa importancia este último año. Por todo lo ocurrido, debíamos encender con más fuerza la vida en tantos corazones jóvenes, en tantas personas que necesitaban a Dios.
Hacia las nuevas playas
Ya unos días después de las misiones, reflexionando, encontré la respuesta que englobaba todo lo vivido y la mezcla de cada una de estas emociones.
Cuando uno se emociona hasta no poder, luego de haber entregado todo lo que es y tiene, esa emoción puede significar solamente una cosa: es la clara presencia de Dios en lo cotidiano de la vida.
MTA ha marcado cientos de corazones jóvenes y ha llegado a miles de hogares paraguayos. Uno de esos corazones y hogares, es el mío. Gracias a quienes la fundaron, como a quienes la siguen refundando día a día. Juan de Mena, San José de los Arroyos, Itacurubí de la Cordillera. Seguiremos llevando a la Mater a todos los pueblos.
Donde una Cruz inflame un corazón, ahí estaremos.
