ermita - pastoral carcelaria

Publicado el 2021-11-22 In Obras de la misericordia, Pastoral carcelaria

“Hoy hay ermita” en la cárcel de Florencio Varela

ARGENTINA, Teresa Ferrari de Fiorucci •

En la visita de Lilita y Carlos Ricciardi y Maria Fischer en la ermita de City Bell, el 17 de noviembre, teníamos tanto para contar que se nos escapó un tesoro: la obra de misericordia «visitar a los presos». Queremos compartirlo hoy. —

ermita - pastoral carcelariaMonseñor Jorge Gonzalez, obispo auxiliar de nuestra diócesis de La Plata, miembro de la Federación de Presbìteros de Schoenstatt y hasta hace tres años párroco en City Bell, nos propuso trabajar en la pastoral carcelaria.

Desde la biblioteca de la ermita participamos en un taller literario con los 30 internos de la unidad 32, pabellón 7 de la cárcel de Florencio Varela.

Del mismo participamos Teresa Ferrari, Claudia Guana, Andrea Belletini, María Silvia, María Inés Chamorro, Patricia Coto y Raquel Nardi de Marabini. En poco tiempo se han logrado grandes resultados. Estamos trabajando por videoconferencias desde que comenzó la pandemia, con algunos problemas por el internet que anda cuando y como quiere en Florencio Varela. Desde la biblioteca de la ermita mandamos una computadora.

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Persevera y triunfarás

El nombre del grupo es “persevera y triunfarás”. Elaboraron también un logotipo y redactaron un cuento. La profesora Patricia Coto comenta:

“Los internos participantes del taller literario leyeron varios cuentos de una antología. En cada párrafo, buscaron las palabras de significado desconocido y, luego, reconstruían el significado completo del texto y la enseñanza que les dejaba. A partir de esas tareas, surgió la necesidad de darle un nombre al grupo y tener un logo que los identificara. El nombre que más les gustó, luego de varias propuestas, fue «persevera y triunfarás.» El dibujo es muy hermoso porque representa la libertad que aporta la lectura y en las cincos yemas de los dedos hay breves escritos, porque la segunda parte del taller fue que los internos escribieran sus propias historias. Finalmente, escribieron un cuento, que brevemente planteaba los problemas de un preadolescente que no tenía paciencia, el consejo del padre y la posibilidad de que aprendiera a manejar su ira, colocando un clavo en una cerca, cada vez que se enojaba. A medida que aprendía mejorar su carácter, el padre le permitía sacar los clavos, aunque le hizo notar sobre las marcas que quedaban en la madera. Esto sirvió mucho para reflexionar sobre la responsabilidad de las heridas, espirituales y físicas, que provoca la violencia.

El texto es muy ejemplificador y ha permitido que todos pudieran opinar y escribir sus reflexiones”.

Desde ya contamos con sus oraciones para que este hermoso proyecto pueda tener continuidad.

Es una experiencia maravillosa para vivir la obra de misericordia «visitar a los presos».

 

EL NIÑO DE LOS CLAVOS
Había un niño que tenía muy mal carácter. El niño se llamaba Brian Rodríguez, tenía doce años de edad, era delgado, su pelo era castaño, un chico muy reservado y sumiso. Aun así era muy dotado para el deporte.

Se encerraba mucho en su habitación y no era de tener muchos amigos, a causa de su inseguridad, tal vez por lo vivido en su infancia.

La madre se llamaba Andrea, tenía 33 años, muy trabajadora. Se dedicaba a trabajar en una fábrica desde las seis de la mañana hasta las 17 horas. Por eso estaba la mayor parte del día con su padre que tenía como oficio carpintero y al tener su propia carpintería en su casa se ocupaba más de Brian, más que Andrea ya que ella trabajaba la mayor parte del día fuera de su casa. Su padre era una persona correcta, trabajador, pero así también una persona estricta, exigente y de mal carácter, cuando las cosas no le salían como él quería.

Su sueño era que su hijo aprendiese los valores de la vida, sobre todo el respeto hacia las otras personas. Brian y su familia vivían en la ciudad de La Plata, alejados del centro en un lugar llamado Colonia Urquiza. Lugar donde se cultivan flores y verduras. En donde realmente la paz del lugar se podía disfrutar.

Un día su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma clavase un clavo en la cerca de la casa. El primer día el niño clavó treinta y siete clavos, al día siguiente menos y así el resto de los días. El pequeño se iba dando cuenta que era difícil controlar su genio y su mal carácter, dado que tenía que clavar los clavos en la cerca.

Finalmente, llegó el día en que el niño no perdía la clama ni una sola vez. Y se fue corriendo a contarle a su papá. Había conseguido finalmente controlar su mal temperamento. Su padre muy contento y satisfecho le sugirió entonces que por cada día que controlase su carácter sacase un clavo de la cerca.

Los días pasaron y cuando el niño terminó de sacar todos los clavos fue a decírselo a su padre. Entonces el padre llevó al padre hasta la cerca y le dijo: «Has trabajado duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron. Jamás será la misma. Lo que te quiero decir es que cuando decís o haces algo con mal genio, enfadado y de mal carácter, dejas una cicatriz como estos agujeros en la cerca. Ya no importa que pidas perdón, la herida estará siempre allí y una herida verbal daña tanto como una herida física».

Los amigos así los padres y toda la familia son verdaderas joyas a los que hay que valorar. Ellos te sonríen y te ayudan a mejorar, te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte. Brian tenía problemas de conducta y un mal comportamiento debido a muchas burlas y bulling en su escuela. Después que su padre le diera esa magnífica enseñanza, su vida continuó mucho mejor en todos los aspectos ya que había aprendido algo muy importante y esencial. Y los padres quedaron muy contentos con su hijo.

Cuento redactado por los internos del Pabellón 7 de la Unidad 32 de Florencio Varela.

Hoy hay ermita

Para colaborar con esta obra de misericordia
Residentes en la Argentina al
CBU 0140084701503005033707
de la Asociación Civil “TIERRA DE MARIA”

Residentes en el exterior lo pueden hacer:
Nombre: Schoenstatt-Patres International
IBAN: DE22 4006 0265 0003 1616 07
BIC: GENODEM1DKM
Uso previsto: Ermita City Bell / P. Javier Arteaga

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