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Peregrinación a Milwaukee
Nachrichten - News - Noticias
 published: 2008-09-05

"¡Te abro la puerta de mi cielo!"

Tras los pasos del Padre Kentenich: peregrinación a Milwaukee desde el 14 hasta el 26 de agosto de 2008.

 

Pilgergruppe in Milwaukee

El grupo de peregrinos en Milwaukee

The pilgrims in Milwaukee

Pilgergruppe in Milwaukee

 

Das Exilsheiligtum

El Santuario de Exilio

The Exile Shrine

Das Exilsheiligtum

 
Bei Familie Fenelon  

Con la familia Fenelon

With the Fenelons

Bei Familie Fenelon

 
Heilige Messe  

Santa Misa

Holy Mass

Heilige Messe

 
Dr. Inge Birk und Schw. Marihedwig bei der Vaterstatue  

Dra. Inge Birk con la Hermana Marihedwig, en la estatua del Padre

Dr. Inge Birk and Sr, Marihedwig at the Father Statue

Dr. Inge Birk und Schw. Marihedwig bei der Vaterstatue

 
Stempel im „Shrine Passport“  

Sello

„Shrine Passport“

Stempel im „Shrine Passport“

Fotos: Inge Birk © 2008

 
 

EE.UU., Dra. Inge Birk "¡Te abro la puerta de mi cielo!" Con estas palabras, el Padre Birkenmaier – el guía durante el viaje – comenzó la peregrinación a "los lugares donde estuvo el Padre" en Milwaukee. Allí vivió, entre 1952 y 1965, el Padre José Kentenich, fundador de la Obra de Schoenstatt. Viajaron veintidós peregrinos de Alemania y de Suiza con el objetivo de comprender más profundamente la época del exilio y para encontrarse con él más personalmente. Fue un regalo especial que entre los viajeros hubiera once sacerdotes – miembros del Instituto y de la Federación de sacerdotes diocesanos de Schoenstatt – que contribuyeron muy positivamente al ambiente de la peregrinación.

El Padre Kentenich vivió catorce años en Milwaukee hasta que pudo regresar a Schoenstatt en 1965. ¿Cómo manejó el Padre Kentenich estos años difíciles y su alejamiento de la Obra de Schoenstatt? Esta pregunta rondó continuamente a los peregrinos. Las experiencias de cada día aportaron nuevas ideas y respuestas muy concretas por medio de las visitas a los distintos lugares de encuentro con el Padre. Aunque la actividad exterior del Padre Kentenich era bastante restringida, él se dedicó personalmente a tareas pastorales. Con inmenso interés y gran empatía guió a muchas personas que se acercaron a él con sus necesidades personales y sus dificultades. Se dedicó con esmero a acompañar a familias jóvenes – que atesoraban sus consejos – especialmente con respecto a cuestiones pedagógicas. Como consecuencia de este compromiso, la Obra Familiar creció mucho en Milwaukee y su fruto fue el Santuario del Hogar. Los impresionantes relatos de la familia Gmeinder, en Madison, que conoció al Padre Kentenich ya en 1952, y de la familia Horn, inmigrantes húngaros, transmitieron una vívida imagen del fundador. Él fue verdaderamente un padre espiritual para familias como estas. El Padre Kentenich dio pequeños pasos en Milwaukee. Se abrió ante los peregrinos un nuevo mundo y "la nueva imagen del Padre" que creció en el Padre Kentenich, se reveló cada vez más ante su mirada espiritual.

El Santuario del exilio: punto central de la experiencia de la peregrinación

Al visitar los distintos lugares de encuentro con el Padre, se pudo constatar especialmente la diversidad de su fecundo servicio sacerdotal, a pesar de las estrechas limitaciones que tenía. Se destacó el gran interés con el que el Padre Kentenich acompañó la construcción del Santuario en Madison, el "Santuario fundador" (inaugurado en 1953), el Santuario de Holy Cross, el "Santuario del exilio" (1954), y el Santuario en el Centro Internacional en Waukesha, el "Santuario del Padre" (1964). En esos tiempos difíciles, los consideró un gran regalo de la Divina Providencia. En el Santuario del exilio, ubicado a poca distancia de su primera oficina, él celebró más de tres mil veces el sacrificio de la Santa Misa. Por ello ahora este Santuario es el punto central de las peregrinaciones y un lugar de un profundo encuentro con el Padre. Espiritualmente unidos al Padre y fundador, los peregrinos participaron en la Eucaristía – concelebrada por los once sacerdotes – una y otra vez. Cerca, en el cementerio, los peregrinos siguieron el itinerario de los paseos que hacía allí el Padre Kentenich. Fue una ocasión para saber mucho más de la historia de Schoenstatt. También en la casa del Movimiento, que fue el lugar donde nació el Movimiento de Schoenstatt en Milwaukee, el testimonio vivo de varias Hermanas de María los sumergió en la realidad del tiempo que el Padre y Fundador pasó allí. En la Iglesia de San Miguel encontraron especialmente al Fundador como pastor de la comunidad alemana. En sus homilías tocó temas actuales de la Iglesia. (Actualmente publicadas en varios tomos de la serie "Aus dem Glauben leben", es decir "Vivir desde la fe"). "El pasaporte al Santuario" encontró una alegre respuesta en el grupo: en cada Santuario filial y en los Santuarios del hogar recibieron un sello original para documentar la visita a un Santuario específico.

Días de retiro durante la peregrinación

Durante la peregrinación se hizo un retiro de cinco días en el que se trató el tema de la doctrina de nuestro Fundador sobre las causas segundas. Con la ayuda de diagramas y ejemplos, el Padre Birkenmaier proporcionó una excelente explicación de la interacción entre la naturaleza y la gracia en el desarrollo de la personalidad y como aplicarla en la vida práctica. El mismo Padre Kentenich es un ejemplo excepcional de lo que significa ser un educador para ayudar a la gente a desarrollar su personalidad. Estas manifestaciones fueron apoyadas por numerosos ejemplos concretos y por testigos vivientes de ese tiempo. Fueron de inestimable valor los numerosos relatos de las Hermanas de María y de otros miembros del Movimiento. Contaron sus experiencias, sus reuniones y encuentros con el Padre Kentenich. Cada testigo mostró otra faceta de la relación del Padre con la gente y de su sabiduría pedagógica. Quienquiera que llegara a visitar al Padre se sentía totalmente atraído por su personalidad. Era una oportunidad para llegar a un verdadero encuentro con el Padre Kentenich. La Hermana M. Carol Winkler compartió detalladamente los numerosos encuentros con el Padre durante los años del exilio, lo que hizo comprender más profundamente la variedad y la diversidad de esos encuentros con el Padre que tuvo durante muchos años. Ella manifestó su punto de vista y motivó a soñar con el Padre. La estatua de tamaño natural del Padre Kentenich, ubicada cerca del Santuario Internacional, fue para los peregrinos una gran atracción para un encuentro personal con él. Se hicieron visitas diarias – a solas o en grupo – ante esta exquisita figura, para agradecerle al Padre por toda la nueva información recibida durante el día transcurrido. Milwaukee se convirtió en un nuevo lugar de gracias, un lugar de un profundo encuentro con el Padre y de la experiencia de ser familia.

La naturaleza tampoco se quedó corta

Con toda la información intelectual recibida, todos estaban seguros de que la "naturaleza" no se quedó corta. Los peregrinos de Alemania y Suiza experimentaron a diario la amable atención de las Hermanas de María y disfrutaron de un buen menú americano para tener fuerzas para el viaje. En las reuniones de la noche, enriquecieron a todos los participantes la atmósfera familiar y un vívido intercambio de impresiones y experiencias. Uno de los hechos destacables entre los peregrinos ocurrió durante la parrillada en el patio trasero de la casa de la familia Horn. Acompañados por la guitarra del Padre Birkenmeier y la armónica del señor Horn, los peregrinos se reunieron a cantar. Se produjo un momento casi mágico cuando, uno tras otro, se cantaron con entusiasmo los así llamados "himnos nacionales" de varias regiones de Alemania – Suabia, Baden y Baviera – por los nativos de esos lugares. Se pusieron de pie, con su mano en el corazón, para mostrar el fervor de su patriotismo. En el último día de la peregrinación hicieron un viaje de todo un día a Chicago. El hermoso clima sumó puntos a la gira preparada por el Padre Müller por la ciudad de los rascacielos. En cuarenta segundos subieron a la cima del "Gran John", la torre John Hancock de 97 pisos, el segundo rascacielos más alto de Chicago. Una vista fabulosa de toda la ciudad fue el premio para los valientes que subieron. Cuando regresaron nuevamente a tierra descubrieron, entre el denso tráfico, un ómnibus que decía "Belmonte". Así, en medio de los rascacielos, encontraron una conexión con el Santuario en Roma.

La autora, Dra. Inge Birk, fue superiora general del Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt.

Traducción: Geraldine Tiscornia Kunc, Chile

 


 

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Last Update: 23.09.2008