"Tener un hijo novicio"

Cuando un hijo opta por la vocacion sacerdotal ...

PARAGUAY, Laura y Daniel Vaccotti. Hay que creer en el buen Dios y su Plan. Hay que tener fe. Hay que rezar. En nuestro caso hemos rezado siempre, hemos pedido a Dios y a la Mater que nuestros hijos fueran (entre otras cosas) sanos y felices.  A partir de una charla con el Padre José María García, hace ya unos catorce o quince años, supimos también de la necesidad enorme que existía de nuevas vocaciones. Habiendo tomado conciencia de esa necesidad empezamos a rezar por las vocaciones.

Estamos convencidos y como familia hemos atravesado muchas pruebas que lo ratifican; que Dios y la Mater nos escuchan y…… hasta nos hacen "algo de caso". Gracias a ellos tenemos a nuestros hijos bien y en uno de nuestros hijos coincidieron, el ser feliz y el tener una vocación sacerdotal.

Si dijéramos que nos sentimos una familia ejemplar, devota, que somos de comunión diaria, que en casa se vive con una disciplina estricta, que prácticamente vivimos en un régimen monacal… quienes nos conocen saben que no es así, que tenemos nuestras luces y sombras en la vida diaria como cualquier mortal.

Desde nuestro Santuario Hogar

Sí es verdad que vivimos custodiados: la Mater cuida de todos nosotros desde nuestro Santuario Hogar e innúmeros rincones Marianos que hay en nuestra casa, donde Ella está coronada como "Reina de la familia, la salud y el trabajo".  Ella, Cristo su Hijo y el Padre José son monitores, guías, refugio, cómplices y partícipes de nuestras vidas todas.

 Hay que decir, para regocijo de aquellos que aseveran que no existe la felicidad completa, que al enterarnos de que Bruno había optado por éste camino nos cruzaron sentimientos encontrados. "Hombres de poca fe…"Hoy estamos felices y agradecidos; siempre lo estuvimos.

Una de las miles de preguntas que nos han hecho distintas personas: ¿verdad que uno siente que ya no es más tu hijo? ¡Qué equivocación pensar así! Por el contrario: ahora es más nuestro hijo que nunca y, ¿saben? también sentimos que creció nuestra familia, porque nuestro hijo tiene a sus hermanos de curso y de comunidad que nosotros sentimos poco a poco, como parte de nuestra familia también.

Nuestro hijo en el camino hacia convertirse en sacerdote de Dios.

 Si alguien quiere saber: sí, es raro ver a tú hijo con su túnica. Si, es raro tenerlo a menos de una hora de casa y no poder verlo ni hablar con él. Sí, es raro encontrarte pensando qué estará haciendo; si tendrá el cuarto ordenado; si se estará cuidando de los cambios de clima; si, en fin, estará bien.

 Nos pidieron un testimonio… ¿por dónde empezar? Agradecimiento, orgullo, gracia, un dejo nostálgico, felicidad, satisfacción incontenible. Todo eso (y más) es lo que nos provoca nuestro amado hijo y hermano en el camino hacia convertirse en sacerdote de Dios.