published: 2008-01-04 | |
En las huellas de JesúsBendición de madres y padres en la catedral de Friburgo en la fiesta de la Sagrada Familia, 30 de diciembre de 2007 |
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ALEMANIA, mkf. Los numerosos cochecitos estacionados en el pasillo central de la catedral de Friburgo – que lucía adornos navideños – hicieron que el obispo auxiliar, Mons. Rainer Klug dijera totalmente encantado: "Aquí se ve que estamos en las huellas de Jesús"... En las huellas de aquel Jesús "que bendijo a los niños, que los consideró bienaventurados, que ha colocado la dignidad de cada hombre en su corazón y que ha dado un sí incondicional a cada ser humano". "Están invitados los niños ya nacidos, los por nacer, y las familias", destacó Mons. Klug antes de la ceremonia. Muchas familias jóvenes – entre ellas un grupo que viajó en un gran ómnibus de dos pisos desde el Santuario de Schoenstatt de Oberkirch, donde participaron de una jornada de fin de año para familias – respondieron a esta invitación y llenaron la catedral de Friburgo con cochecitos y voces de niños. "Ahora el Niño Jesús ya no está solo aquí", dijo un niño de tres años, que estaba como hechizado ante el pesebre. "Aquí están los niños para jugar". La rama de madres y la de familias del Movimiento de Schoenstatt de la arquidiócesis de Friburgo invitaron en conjunto a esta primera bendición de madres y padres en la catedral de Friburgo. Las madres schoenstattianas habían preparado más de 50 pares de escarpines para bebés y velas. Doris Schuppel, junto con su familia, había envuelto 200 velitas con la frase: "La bendición de Dios los acompañe. Catedral de Friburgo, 30-12-2007" para repartir entre los niños. Mientras en el baptisterio de la catedral aún se estaba bautizando, las familias y las madres se acercaban con gran alegría y un ligero "cosquilleo" para comenzar la ceremonia. Los hermosos y grandes árboles de Navidad, el pesebre, todo el clima reinante en esa catedral gótica, milagrosamente preservada durante la guerra mundial – la catedral de Nuestra Señora – crearon un ambiente navideño y solemne para la bendición que la Iglesia quería dar a las futuras madres, a sus hijos y a sus familias en esta fiesta de la Sagrada Familia. Que el mundo sea ordenado de nuevo según el amoroso plan de DiosMons. Rainer Klug (de 69 años de edad), obispo auxiliar de Friburgo desde el año 2000, refiriéndose a la paz y la armonía que irradian los pesebres de Navidad, dijo que hay mucho en el país que debe ser ordenado de nuevo. Las bases necesarias para los padres y los niños y todas las cuestiones en torno a la vida, exigen respuestas confiables por parte de la política y de la sociedad. La bendición de Dios que hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia, recibirán los futuros padres y sus niños aún no nacidos, es la respuesta confiable para la vida. "Bendigan también ustedes a su hijo", les dijo a los futuros padres y a las muchas familias jóvenes que habían llegado con sus hijos. "Pues Dios ya lo ha bendecido antes de que ustedes mismos lo supieran. Vivamos como bendecidos, así cada uno puede aportar a que este mundo sea de nuevo ordenado según el plan amoroso de Dios, tal como nos lo muestra en el pesebre". La bendición de madres y padres, que ya se ha realizado en una docena de parroquias de la arquidiócesis, ha llegado ahora también a la sede del arzobispo, dijo Mons. Klug, y esto es muy bueno. Agradeció expresamente al Movimiento de Schoenstatt por esta iniciativa. La ceremonia de la bendición, marcada por el ambiente navideño, estuvo acompañada activamente por el grupo musical "Parish House Band" con villancicos tradicionales – arreglados con ritmo de jazz y swing – y nuevos cantos religiosos según la tradición de Taizé, muy gratos sobre todo para los muchos jóvenes "visitantes ocasionales" que cayeron en esta ceremonia y se sintieron atraídos primero por la música, pero también por la invitación a recibir una bendición personal. Una fila tan larga como en el parque de diversiones de RustMons. Klug se tomó mucho tiempo para bendecir personalmente a cada futura madre, a los padres y hermanitos. "Una fila tan larga como las que hay en el parque de diversiones de Rust delante de las más fantásticas atracciones", comentó el P. Rainer Birkenmaier, de Oberkirch. "¡Y esto sucede en una iglesia!" Con cada paso con el que las mujeres o los matrimonios avanzaban en la fila, crecía la expectativa en sus rostros. Para muchos de ellos quizás era la primera vez que recibían una bendición tan personal, que se los trataba tan individualmente en la iglesia, que habían sido recibidos con tanta benevolencia incondicional. Quien vino a la bendición y recibió un par de escarpines tejidos por las madres y las jóvenes y una vela también preparada por ellas, irradiaba alegría y muchas veces se secaba disimuladamente las lágrimas. "Vayamos también nosotros", susurraba un joven al oído de su compañera. Estaban sentados en una nave lateral y habían llegado casualmente a la ceremonia. "No sé"... dijo ella. "Todavía nadie sabe que... que estoy embarazada...y... no, mejor que no, no sé" . Un par de minutos después estaban en la fila, sonriendo disimuladamente. Después de bendecir a todas las mujeres y matrimonios que esperaban un niño, se formó una fila aún más larga – y que crecía continuamente – para la bendición de los niños y los padres. Una costumbre que se podría relacionar con la fiesta de la Sagrada Familia. Traducción: aat, Argentina |
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Last Update: 08.01.2008