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 published: 2007-02-09

Dios les espera con los brazos abiertos

Tres obispos participaron de la bendición de madres y padres en la catedral de San Pablo, en Münster

 

Mons. Reinhard Lettmann bendice a futuros padres en la catedral de Muenster

Bishop Reinhard Lettmann blessing future parents in the cathedral in Muenster

Bischof Dr. Reinhard Lettmann segnet werdende Eltern im Paulusdom in Münster

 

La catedral de Münster: el 4 de febrero fue lugar de la bendición de mujeres embarazadas

The Cathedral in Müster, on February 4 place of the blessing for pregnant women

Der Paulusdom in Münster war am 4. Februar Ort des Mutter-/Elternsegens

 
 

Tres obispos ofrecieron la bendición

Three bishops offered the blessing

Drei Bischöfe spendeten den Segen

 
 

Mons. Reinhard Lettmann durante la predica

Bishop Lettmann during the sermon

Bischof Lettmann bei der Predigt

 
 

Mons. Franz-Peter Tebartz-van Elst bendice a unos padres jovenes

Auxiliary bishop Franz-Peter Tebartz-van Elst blessing young parents

Weihbischof Franz-Peter Tebartz-van Elst segnet junge Eltern

 
 

Mons. Josef Voß durante la bendición

Auxiliary Bishop Voß during the blessing

Weibischof Voß beim Segen

 
 

Regalo: escarpines para cada bebe a nacer

Gift: baby shoes for each baby to be born

Geschenk: Babyschuhe für jedes neugeborene Kind

Fotos: Tomás Garzón © 2007

 
   

ALEMANIA, mkf. Todos los niños deben poder crecer en un mundo en el que "florezcan las plantas, reine la paz, en el que los hombres puedan vivir protegidos, y con dignidad." El pasado 4 de febrero el obispo de Münster, Mons. Dr. Reinhard Lettmann expresó este deseo durante una ceremonia de bendición para futuras madres y sus familias, realizada en su catedral. Al pastor de Münster se lo vio visiblemente contento ante las muchas futuras madres que en parte participaron con sus esposos, hijos, padres y amigos – a pesar de que se jugaba el partido final del campeonato mundial de handball – en esta ceremonia de bendición para madres y padres realizada en la catedral.

"La primera bendición que da la Iglesia a un pequeño ser humano, es la que recibe en el seno materno", dijo Elisabeth Helmich, jefa diocesana de la rama de madres del Movimiento de Schoenstatt, que organizó la celebración que contó con la participación del coro de niños de San José, de Ahaus. "Cada niño es una bendición", destacó Mons. Lettmann en su homilía. Con ella se hace evidente que también hoy Dios dice un sí a "su historia con los hombres y que quiere continuar con nosotros la historia de la salvación", agregó. Invitó a los muchos niños que habían concurrido con sus padres a ubicarse delante de él en el presbiterio. Allí les mostró su báculo adornado con perlas, un báculo episcopal africano que le fuera regalado por Mons. Johannes Lück con ocasión de los 60 años de su consagración episcopal. Cada perla es preciosa, pero más precioso que cada perla es cada niño: "¡lo eres vos, y vos, y vos!"

María e Isabel

En la Biblia se relata el encuentro de dos mujeres que esperaban un niño: María e Isabel. En este encuentro quedó claro, dijo Mons. Lettmann, que el nacimiento de un niño siempre es un mensaje de alegría. Que Dios mismo se haya hecho niño y en Jesús haya asumido un rostro humano, honra a todo lo que tiene un rostro humano. Pero es importante que ningún niño esté solo en el mundo, recordó con insistencia el obispo, sino que sea protegido por los padres, por la familia, por la Iglesia.

Junto con los dos obispos auxiliares, Mons. Franz Peter Tebartz van Elst y Mons. José Voss, Mons. Lettmann bendijo entonces personalmente a las madres o familias visiblemente emocionadas. Mons. Voss, que el año pasado tuvo que reemplazar a Mons. Lettmann, a causa de la repentina enfermedad que lo aquejó, quiso estar sin falta nuevamente también este año. Los tres obispos que bendijeron conjuntamente a las madres y a los padres, fueron también un signo de cómo esta iniciativa apostólica de la rama de madres llena un vacío en los ofrecimientos de la Iglesia. En el tiempo del embarazo, emocionalmente muy sensible, esta bendición sencilla e incondicional, sin requisito alguno, la experiencia de una atención totalmente personal, patente, audible, todo esto despierta tal vivencia religiosa que no queda en la superficie.

Un hombre joven abrazaba con mucho amor a su esposa que lloraba profusamente. "¿Por qué lloras?". "¡Me llega tanto... es todo tan hermoso!"

El primer regalo para tu hijo

"Estoy asombrada por la gran cantidad de niños pequeños y de mujeres embarazadas que había en la plaza de la catedral", dijo una mujer joven. "Las seguí cuando se dirigieron a la catedral y aquí estoy, en medio de una ceremonia maravillosa. Me ha tocado mucho el haber recibido la bendición para mí y para mi hijo". Otra dijo: "Nadie me ha preguntado si voy a la iglesia o no, ha sido como cuando alguien sencillamente abre sus brazos y vos puedes correr hacia ellos... y yo también corrí".

Se formaron largas filas ante los tres obispos que bendecían: mujeres solas, otras con sus niños, parejas. Recibían la bendición con mucha alegría, con mucho cuidado.

Por último llegó un joven solo ante Mons. Tebartz van Elst. Una de las madres le oyó decir que su esposa no pudo llegar y él la representaba allí. El obispo habló brevemente con él y lo bendijo. Tomás Garzón, miembro de la Juventud masculina de Schoenstatt de la Argentina, voluntario en la Oficina de Prensa de Schoenstatt, trabajó allí como fotógrafo. Luego dijo: "Siento la tentación de ir para pedir la bendición para mi hermana, que espera un niño".

Una de las madres schoenstattianas contó: "Después de la ceremonia se me acercó una joven mujer y me dijo: "Hoy estoy aquí totalmente sola. Quise vivir una vez en paz esta hermosa ceremonia, sin tener los niños conmigo. El año pasado estuve con mi marido en esta bendición. Esperaba mi tercera hija. Ella llegó al mundo sana y cada vez que le pongo los escarpines a mi hijita, pienso con mucha gratitud en esta hermosa ceremonia en la catedral y me alegro siempre por ella. Hoy quería sencillamente darles las gracias. ¡Quería decirles esto sin falta!"

Que reciban la bendición de Dios para a sus hijos y que sepan que ellas y sus hijos son recibidos con los brazos abiertos: eso es lo que las madres de Schoenstatt quieren lograr con esta iniciativa apostólica, que desde hace algunos años se realiza en las diócesis y parroquias. Y a esta hermosa costumbre se une el regalo que reciben las futuras madres al terminar la ceremonia de bendición: un par de escarpines para bebé tejidos por las mismas madres schoenstattianas.

A la noche, la autopista 48 está cerrada por unas dos horas en ambas direcciones. No se puede pasar. Tomás saca del bolsillo de su campera un par de escarpines celestes. Los mira por todos lados. Es el más hermoso regalo para el bebé del que será padrino de bautismo. Sonríe feliz. "¿No son realmente preciosos? Sólo las madres podrían inventar esto..."

Traducción: aat, Argentina

 

 

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Last Update: 09.02.2007 Mail: Editor /Webmaster
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