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 published: 2006-07-14

schoenstattsummer"Si queremos a nuestro Fundador, debemos querer lo que él quería"

II Congreso mundial de Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades – Entrevista con Juan Enrique Coeymans

 

Congreso Mundial de los Movimientos en Rocca di Papa

World Congreso of the Movements  in Rocca di Papa

Weltkongress der Bewegungen in Rocca di Papa

 

Wenige Tage nach seiner Bischofsweihe feierte Erzbischof Sanna in Belmonte die Heilige Messe

Misa durante el congreso

Mass during the congress

Messe beim Kongress

 
Wenige Tage nach seiner Bischofsweihe feierte Erzbischof Sanna in Belmonte die Heilige Messe

Centro: Mons. Rylko, Mons. Clemens

Center: Bishops Rylko, and Clemens

Mitte: Erzbischof Rylko, Bischof Clemens

 
Wenige Tage nach seiner Bischofsweihe feierte Erzbischof Sanna in Belmonte die Heilige Messe

Congreso Mundial de los Movimientos en Rocca di Papa

World Congreso of the Movements  in Rocca di Papa

Weltkongress der Bewegungen in Rocca di Papa

 
Wenige Tage nach seiner Bischofsweihe feierte Erzbischof Sanna in Belmonte die Heilige Messe

Juan José Coeymans: bendición en el Santuario Original

Juan José Coeymans: blessing in the Original Shrine

Juan José Coeymans: Segen im Urheiligtum

Fotos: Vinculo © 2006

 
   

ROMA, Octavio Galarce B. Entre el 31 de mayo y el 2 de junio se realizó en las cercanías de Roma, en Rocca di Papa, junto al lago Albano, en el Centro Mondo Migliori, el II Congreso mundial de Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades, convocado por Benedicto XVI. El lema que animó este encuentro fue "La belleza de ser cristiano y la alegría de comunicarlo".

Después del desarrollo de la mesa redonda prevista para los días 31 de mayo y 1° de junio, los delegados de los diversos Movimientos y de las Comunidades tuvieron la posibilidad de intervenir sobre los temas tratados, en un lapso de tiempo no superior a los 3 minutos.

Juan Enrique Coeymans, de la Federación de Familias de Chile, tuvo la posibilidad de representar al Movimiento y exponer el aporte de Schoenstatt ante los 280 delegados.

Por la trascendencia de este Congreso quisimos entrevistar a Juan Enrique para que nos contara acerca de sus vivencias y sus repercusiones.

¿Cómo se gestó tu participación en el Congreso? ¿Quién te cursó la invitación?

– No se como se gestó mi participación en representación del Movimiento. Lo único que sé, es que el P. Iván Simicic, Director Nacional del Movimiento en Chile, me comunicó que la Presidencia General de la Obra de Schoenstatt – la instancia colegiada máxima de la Obra de Schoenstatt en el mundo – había decidido que yo fuera uno de los cuatro representantes y me preguntó si estaba dispuesto a sumir esa representación. La verdad es que no demoré ni un segundo en contestar que sí, aunque era un honor inmerecido, pero también una oportunidad inmejorable de tomar contacto con personas de otros Movimientos, Fundadores vivos, etc, una ocasión imperdible.

Schoenstatt estuvo representado por el P. Michael Marmann, ex Superior General de los Padres de Schoenstatt; la Hna. Nurit Stosiek, de la Central de Alemania; una profesora argentina, Cecilia Sturla, del Instituto de las Familias, y yo, de la Federación de Familias de Chile.

¿Cuál es el origen de este encuentro?

– El año 1998, en las vísperas del Jubileo, el Papa Juan Pablo II llamó al Primer Congreso de los Movimientos de Iglesia y Comunidades Nuevas y a un Encuentro de Oración en la vigilia de Pentecostés de ese año. El Congreso fue pequeño, pero al Encuentro de oración en esa ocasión llegaron cerca de cien mil participantes.

Ambos encuentros del año ’98 fueron una experiencia eclesial muy hermosa, rica e inolvidable, de tal suerte que el Papa Benedicto XVI el año pasado para Pentecostés expresó su deseo de tener un IIº Encuentro, y un IIº Congreso, encargando la organización de ambos al Pontificio Consejo para los Laicos, que es como el ninisterio de los laicos en el gobierno de la Iglesia.

El primer Congreso sirvió para aclarar muchos aspectos problemáticos que presentaban los Movimientos para el Episcopado. En ese Congreso la participación del entonces cardenal Ratzinger fue fundamental para colocar en su real papel a los Movimientos como realidades de la Iglesia, y para terminar con la antinomia o antítesis entre Carisma – los Movimientos – y Jerarquía. Hay por cierto muchas veces una tensión creadora entre ambos, pero ambos constituyen la Iglesia y no son realidades separadas y antagónicas.

En este IIº Congreso, el tema fue ver cuanto se había avanzado en la madurez eclesial de los Movimientos, y empezar a  entender y reflexionar en nuevas formas de acercamiento al cristianismo a través del tema de la belleza de ser cristianos (así con plural) y la alegría de  comunicarlo.

Háblanos un poco del ambiente que hubo durante el desarrollo del Congreso

– Estábamos en Roca di Papa, frente al lago Albano, al sur de Roma, en el Centro Mondo Migliori, una inmensa casa de retiros y centro de eventos para quinientas personas, construido en la década de los cincuenta por el Movimiento por Un Mundo Mejor, del P. Lombardi, un famoso jesuita muy vinculado a Pío XII. Fue un movimiento que arrastró a miles de personas, y ahora, hasta donde sé, ya no queda prácticamente nada. Nosotros los de Schoenstatt, como Movimiento decano o más antiguo, hemos visto muchos desarrollos espectaculares dentro de la Iglesia y después la cosa se pierde cuando el fundador muere, porque no hay comunidades que responsables de continuar la fundación.

La atmósfera general fue de mucha camaradería, compañerismo, fraternidad. No había nada protocolar. El ambiente era de alegría familiar, uno se encontraba de igual a igual con todos, ya sea un famoso arzobispo, o un fundador sencillo y santo, o un jefe de Alemania de otro Movimiento, o un cura de un Movimiento brasileño, o unos franceses muy santos, muy humildes y sencillos; quedé en general muy bien impresionado de la gente de los Movimientos originados en Francia. Un gran espíritu de oración y adoración al Santísimo. Bueno, no era de extrañar, porque entre esas 280 personas, calculé que al menos había unos 20 santos canonizables para empezar a hablar… Ustedes comprenderán que era un ambiente de Dios .

En tu intervención, ¿qué fue lo central de tu exposición?

– El Congreso tenía cada día una exposición de un cardenal, de peso teológico, luego había un panel que teóricamente era de una hora (6 personas por 10 minutos) y luego intervenciones libres de parte del público de unos 3 minutos cada una.

El panel del primer día se alargó tanto con las ponencias de los panelistas, en que en vez de aterrizar el tema dado por el cardenal, trataban de lucirse con una mini conferencia no de 10 sino de 20 minutos, que no hubo tiempo para las intervenciones libres.

El segundo día alcanzó para cinco intervenciones libres. Yo fui la cuarta intervención, y no fue de 3 minutos sino de unos cinco minutos. Yo había pedido entre bastidores poder hablar porque en los paneles no había ningún representante de Schoenstatt, y en una reunión previa los participantes del Movimiento me pidieron que hablara en las intervenciones libres.

El cardenal Quellet, Primado de Canadá, en su intervención de la mañana, me había dejado el tema listo o la pelota lista delante del arco para hablar de lo mariano, al decir que la síntesis de la hermosura de ser cristianos se resume en María, la llena de gracias, la "tota pulchra". Propuse por eso, que sacáramos las consecuencias vitales y las proyecciones existenciales de esa verdad tan hermosa. Por otra parte, María era laica, y debíamos desmitificar la figura "monjil" con la que nos acercábamos algunos cristianos a Ella: su vida fue laical y así se santificó. Para los Movimientos era nuestro arquetipo. Como el siervo de Dios José Kentenich, teníamos que ver a María no sólo como la Madre del Señor, sino también como su "Compañera y Colaboradora en la Obra de la redención", eso implicaba no acercarnos a ella solo devocionalmente, sino aprovechar su labor como la educadora del pueblo cristiano y por eso mismo de todos los Movimientos. San Agustín diría – así lo planteé – que la que educó a la Cabeza debería también educar al Cuerpo del Señor. Y esa era una tarea para todos los Movimientos.

Lo segundo que propuse, me lo dio el hecho que en el panel del segundo día, estaba la hermosura de ser cristiano en los medios de comunicación, en la política, en la formación de los jóvenes, etc., pero los organizadores no colocaron como tema la hermosura de ser cristianos en la familia.

Ahí planteé que nos había hecho falta el tema, y que este tema era más importante de lo que imaginábamos, porque en la familia se dan y se forman per eminentiam los preámbulos vitales de la fe. La familia, como santuario de la vida, célula básica de la sociedad, comunión de personas e Iglesia doméstica era la primera evangelizadora, y ahí, en la experiencia de amor mutuo y de amor gratuito, se construye la fe del pueblo de Dios. Insistí en que teníamos que sacar el tema de la familia del ámbito exclusivo de lo ético y de lo bioético. La familia no era la zona de los problemas morales del cristianismo, sino la zona de las soluciones morales y de fe. Había que mirarla más positivamente y propositivamente como fuente de evangelización y anuncio gozoso de la hermosura de ser cristianos.

Terminé con un cortísimo testimonio, que en mi familia paterna, a pesar de ser nuestros padres de una religiosidad mas bien pobre y débil en un cierto período de sus vidas, sin embargo el ejemplo de amor mutuo como esposos, su fidelidad cristalina al primer amor durante casi 60 años, había posibilitado que todos sus hijos fuéramos cristianos comprometidos. La fe se transmite también por el amor.

Mi intervención, a juzgar por los comentarios que recibí después y felicitaciones de varios de los asistentes, entre ellos del Arzobispo de Barcelona y otros Obispos, así como dirigentes de Movimientos familiares, y dirigentes de Movimientos carismáticos que participaban en el Congreso, les gustó y se sintieron interpretados. Yo quedé contento, aunque normalmente soy hipercrítico de lo que hablo. Lo recé mucho los dos días anteriores y pedí con fuerza que me acompañara el Espíritu Santo.

¿En el contexto de lo vivido, cuál crees tú que sería el aporte específico o más relevante de Schoenstatt?

– Nuestro aporte, aparte de que cumplamos nuestros tres fines, puede condensarse en llevar de una manera pedagógica, la experiencia del Dios de la vida a la vida diaria de los cristianos, vivir una espiritualidad de Alianza con ese Dios de la vida a través de María y la Alianza de Amor específica en nuestro Santuario dejándonos educar por Ella, y en tercer lugar la primacía en nuestra pedagogía, nuestra ascética y nuestra espiritualidad, del amor, es decir de los vínculos.

¿Qué relación ves en este encuentro y uno de los fines específicos de Schoenstatt? Nos referimos a la "Confederación Apostólica Universal".

– Como te expresaba, realizar los tres fines es nuestro principal aporte. El segundo fin de Schoenstatt, cosa que desgraciadamente no se recuerda mucho, es la realización de la Confederación Apostólica Universal (CAU). Es el fin que nos viene de San Vicente Pallotti. Recordemos que nuestro Padre Fundador fue pallottino durante casi toda su vida y le tenía un gran cariño a San Vicente Pallotti. Esto parece que los schoenstattianos lo olvidamos, y me molesta cuando en algunos de nuestros Santuarios no veo la figura de San Vicente Pallotti; si queremos a nuestro Fundador debemos querer lo que él quería, lo demás es pura cháchara. Este fin – la CAU – consiste en luchar y trabajar para que las fuerzas apostólicas de la Iglesia trabajen en conjunto, manteniendo obviamente cada una su identidad. En Chile hay muchas iniciativas misioneras que están en esa línea, sin que nosotros andemos diciendo que son obras de Schoenstatt, porque eso no importa. Lo que interesa es que se desarrollen esas instancias de trabajo de gente de distintos Movimientos: las Misiones Familiares Católicas y las Misiones universitarias y de Colegios, en las cuales hay una participación silenciosa y escondida pero riquísima de los schoenstattianos, van absolutamente en esa línea del segundo fin de Schoenstatt.

Encuentros como el que asistí en Roma, permiten, si además los realizamos en el ámbito nacional o diocesano, ir creando lazos entre los Movimientos que van a facilitar la realización del segundo fin de Schoenstatt. Los fines de Schoenstatt no son unas cumbres utópicas, sino fines muy concretos, aunque difíciles, que debemos ir realizando poco a poco pero tenazmente.

Con relación a esto último, ¿crees que al interior de la Familia de Schoenstatt, es ésta una temática asumida y conocida por todos?

– Creo que se ha asumido mas bien inconscientemente, pero no es algo que yo vea que se conversa para realizarlo o que hayamos planeado para ir construyéndolo. No me parece que haya sido asumido por todos. Mientras releguemos a San Vicente Pallotti a un cuarto plano, diría que simbólicamente lo tenemos todavía en el lugar de los trastos viejos… al menos en el ámbito general.

¿En qué aspectos de nuestro quehacer como Familia deberían estar los acentos para hacer realidad el anhelo de nuestro Padre de ser "Corazón de la Iglesia", y así dar cumplimiento a sus promesas a los últimos Papas?

– Lo más importante de todo es que vivamos como schoenstattianos. No hay que pregonarlo mucho. Puede sonar soberbio. Tenemos que ser el amor en la Iglesia. O sea tenemos que amar. Y eso se debe notar desde mi amor a mis hermanos de curso o grupo, pasando por mi rama y todos mis hermanos de Schoenstatt. Si no nos amamos en nuestra Familia de Schoenstatt, si vivimos luchando por nuestras propias autonomías y no nos vemos como hermanos todos, cualquiera sea nuestra pertenencia, si no nos miramos con ojos de misericordia unos a otros, si seguimos con un esquema federativo, que de federativo tiene poco (uno se federa para potenciar su carisma, no para hacer cada uno lo que quiera…) si no superamos estas cosas que las estoy diciendo con dureza, porque me duelen en el alma, entonces, no seremos jamás Corazón de la Iglesia. Sobre todo, debemos ser el amor donde vayamos y estemos. Cada uno tiene que ser una encarnación del amor efectivo y afectivo, fiel, servicial, sencillo, humilde, el amor de María entre los hombres, ese amor de María y de José que le enseñó el amor a Jesús, el Amor de los amores encarnado, a amar como hombre...

Finalmente, los Movimientos, Pentecostés, el Santo Padre, ¿qué fue lo que más te marcó de todo lo vivido ese fin de semana en Roma?.

– Lo que más me marcó es sentir la pequeñez de Schoenstatt, la inmensidad de la tarea, lo mucho que tenemos que hacer para penetrar, no solo en el mundo sino también en la Iglesia. Y cuando miro mi vida, no son demasiados años los que me quedan. Pero ahí pensé, aunque muera, si la Misericordia de Dios me lo permite, me pasaré la eternidad trabajando por Schoenstatt. No hay regalo más grande en la vida, que haber sido llamado, por pura bondad del Padre, a ser miembro de esta pequeña y humilde Familia, signada por la gracia, que a pesar de todas sus debilidades, está llena de gente santa, noble, pura, con un corazón inmenso.

En agosto: Testimonio de Cecilia Sturla, y de la Hna. M. Elizabeth Parodi.

La entrevista con Juan Enrique Coeymans fue publicado en Vinculo 7/2006.


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Last Update: 14.07.2006 Mail: Editor /Webmaster
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