Nachrichten - News - Noticias
 published: 2006-03-10

Una ducha fría por la misión

Misionero por una semana, en las Misiones familiares de Chile

Misiones familiares en Chile: Un grupo de misioneros

Family Missions in Chile: A group of missionaries

Familien-Missionen in Chile: Eine Gruppe von Missionaren

 

Misiones familiares en Chile: entrega de estampas de la MTA

Family Missions in Chile: MTA pictures are given to all

Familien-Missionen in Chile: Überreichung von MTA-Bildern

 

Un lugar de peregrinacion afuera de la ciudad

A place of pilgrimage outside the city

Ein Wallfahrtsort außerhalb der Stadt

 

Aqui se celebró una Misa

Here, an Open Air Mass was celebrated

Hier war eine Messe unter freiem Himmel

 

Teatro

Theater

Ein Theaterstück gehört zu jeder Mission

Fotos: Riedel © 2006

 
 

CHILE, Frank Riedel. Frank Riedel, seminarista alemán del Instituto de los Padres de Schoenstatt, hizo en Chile su práctica pastoral de nueve meses de duración. Normalmente trabajó en Santiago, en un colegio de "María ayuda". Durante las largas vacaciones de verano participó, entre otras cosas, en las Misiones familiares. "Esta fue para mí una experiencia impresionante, que intentaré retener por escrito", escribe. Las "Misiones juveniles" y las "Misiones familiares" son una parte fija de las actividades apostólicas del Movimiento de Schoenstatt en numerosos países de Sudamérica, como también en España y en Portugal.

Fines de enero de 2006: Casi cien personas, en su mayor parte jóvenes – entre ellos también seis familias – se trasladaron a Curanilahue, una ciudad de unos 30.000 habitantes al sur de Concepción, en Chile. A lo largo de una semana visitaron diariamente en sus casas a incontables personas: conversaron con ellas, se interesaron por sus vidas, sus alegrías y preocupaciones y las invitaron a diversas actividades que ellos ofrecieron en esos días. Había encuentros para niños, jóvenes y adultos, una representación teatral, un festival y una procesión.

Fortalecer a la Iglesia local y ser uno mismo más apostólico

Se llaman "Misiones familiares católicas". El proyecto fue ideado por el P. Hernán Alessandri, un Padre de Schoenstatt chileno que entretanto está postrado desde hace varios años por una grave enfermedad. Hace casi treinta años que él comenzó con algunas familias a dar una respuesta a los desafíos sociales y religiosos de Chile. Con esto él tocó una fibra sensible, pues las misiones familiares no son solamente muy fecundas en Chile sino también en otros países, entre otros en la Argentina y en el Paraguay, donde son presentadas con un fuerte acento schoenstattiano. La finalidad es fortalecer a la Iglesia del lugar, animar a la gente a buscar más contacto con su parroquia y a formar grupos.

Al mismo tiempo se realiza una "misión interna", pues la experiencia con la gente con quienes se encuentran y el clima familiar del grupo son también un fortalecimiento para el propio espíritu misionero, que es apoyado por la oración en común, la Sta. Misa y los impulsos espirituales.

Llevar a Jesús y a María a la gente.

Las Misiones familiares tienen su origen en el Movimiento de Schoenstatt, y viven de esa fuente aún cuando ellos ante todo quieren ser católicos, es decir, para todos. El círculo de los misioneros hace tiempo que ha crecido también fuera del Movimiento. Sin embargo, la imagen de la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt, con la que visitan las casas y que se le regala a la gente, indica claramente quien los inspira. "Esto es como la visita de María a Isabel", dice una señora al recibir la visita en su casa.

En Curanilahue conocí a otro Chile, distinto al de Santiago y de las otras ciudades que he visitado hasta ahora. En una región que hasta ahora vivió sobre todo de las minas de carbón, y que actualmente, fuera de la explotación forestal, no tiene otras ofertas de trabajo en la zona por lo que se lucha con problemas económicos. La gente vive en gran parte en circunstancias muy sencillas. Cuando vi sus casas – muchas son antiguas cabañas de madera y chapa – pensé con frecuencia lo terriblemente frío y húmedo que debe ser aquí en invierno.

Compartir las experiencias de fe

En estas semanas encontramos todo tipo de gente. Sus condiciones de vida son tan diferentes como su fundamento religioso. Curanilahue está en la región de Chile donde hay más evangélicos. Se trata sobre todo de adeptos a comunidades religiosas independientes (muchas veces sectas) que en los últimos años han crecido mucho en Sudamérica. Frecuentemente fue sorprendente e interesante para los misioneros cuando también ellos nos invitaron a sus casas para conversar y al final rezar juntos. Nuestra intención no era discutir con ellos, sino sencillamente compartir algunos minutos e intercambiar experiencias de la vida y de la fe. Muchas veces hemos vuelto enriquecidos para continuar nuestra tarea.

También en las casas de los católicos, que mayormente y desde hacía mucho tiempo no participaban en la Sta. Misa, nos contaban muchas veces lo que les preocupaba y lo que significaba la fe para ellos.

Puertas y corazones abiertos

Una visita a una casa normalmente comienza con la presentación: "¡Hola! Somos misioneros católicos. Estamos justamente en la ciudad. ¿Tienen un momento para hablar un poco?" Muchas veces me imaginé cuál sería mi reacción espontánea si en Alemania alguien llamara a mi puerta y me dijera lo mismo. Dicho sinceramente: primero sonarían en mí todas las campanas de alarma, y despediría a esos "tipos raros" lo más rápido posible. Tanto más me alegré por el muy cordial recibimiento que teníamos en la mayoría de las casas. ¡Un verdadero regalo!

Según mi experiencia, cuando aquí alguien abre la puerta, entonces se puede estar casi seguro que también abrirá su corazón. Fue muy impresionante para mí cuando en algunas casas apenas si entreabrían la puerta, como si quisieran decirnos: "Váyanse, no queremos ninguna visita", pero sin embargo la gente finalmente nos dejaba entrar. Y una vez dentro de la casa, entonces en muy poco tiempo se creaba un clima de verdadera confianza, se recibía una impresionante hospitalidad.

Una experiencia que marca...

La mayoría de quien ha hecho alguna vez la misión quiere volver al año siguiente. Por la misión se asume con gusto dormir en el piso de una escuela durante una semana y ducharse con agua fría (en las mismas condiciones estaban el Padre de Schoenstatt y la Hermana de María que acompañaban al grupo). Quiero contar algunas experiencias que a mí me impresionaron especialmente:

Una tarde visitamos la casa de la señora Lucrecia. Ella nos contó algo de su vida, entre otras cosas que ella casi nunca iba a la Sta. Misa y que no se confesaba desde hacía unos 30 años. Un par de veces intentó volver a la iglesia, pero le faltó el ánimo de hablar con un sacerdote. Le ofrecimos que el sacerdote que nos acompañaba podría visitarla y hablar con ella, y eventualmente podría confesarse. Aceptó nuestro ofrecimiento agradecida. También aceptó la invitación para el encuentro para adultos que se haría en una capilla cercana a su casa. Participó casi todas las noches y entró en contacto con un grupo de señoras que se reunía regularmente en esa capilla para conversar y rezar. Al final de la semana su cara lucía alegre, radiante.

Una tarde tuve la oportunidad de visitar el hospital. También allí las condiciones eran muy sencillas, por no decir pobres. Me pidieron ir a una habitación con dos niños gravemente enfermos, visitarlos y rezar con ellos. Un muchacho, Martín, estaba agonizando después de una larga enfermedad. La pequeña Catalina padecía una severa epilepsia y no tenía ninguna reacción cuando le hablaba. La situación era totalmente distinta a la misión en las casas. Esta vez no era posible conversar. Sencillamente pude estar allí, hablarle a los niños y rezar con ellos. Y fue una experiencia muy profunda, un momento de verdadera consternación, pero también de paz. De alguna manera tuve la sensación de que allí Dios estaba especialmente cerca.

El último día de la misión estuvo de nuevo dedicado ante todo a los misioneros mismos. "Corazón abierto", se titulaba el programa. Nos reunimos en la capilla que habíamos instalado durante toda la semana en un aula del colegio, y en un clima de paz y de oración cada uno podía decir lo que lo había conmovido durante la semana. Algunos contaron de las vivencias que los habían impresionado. Se agradeció mucho. Frecuentemente reinó un silencio total, por ejemplo cuando una madre dijo que se había sentido sola y nadie lo había notado. Una experiencia que también muchos otros han hecho alguna vez. Pensé qué bueno que haya un ambiente en donde se lo pueda expresar.

Entretanto Curanilahue ha cambiado un poquito a los misioneros. Queda esperar que también a la inversa sea verdad...

Traducción: aat, Argentina


Zurück/Back: [Seitenanfang / Top] [letzte Seite / last page] [Homepage]

Last Update: 15.03.2006 Mail: Editor /Webmaster
© 2006 Schönstatt-Bewegung in Deutschland, PressOffice Schönstatt, hbre, All rights reserved, Impressum