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 published: 2005-09-06

Un despliegue de hospitalidad

¡Dios escoge instrumentos para manifestarnos su amor y su cuidado paternal! – la Hna. M. Frances comparte una experiencia inolvidable en su camino desde el Campo de María hacia Schoenstatt

 

Heiligtum in Quarten: Goldenes Jubiläum am 10. September 2005

JMJ: Comida en el jardin de la familia Heinz

WYD: Eating in the garden of the Heinz family

WJT: Abendessen im Garten von Familie Heinz

Unterwegs zum Bahnhof Sindorf: Anwohner in Kerpen kommen aus dem Haus und bieten den Jugendlichen Kuchen und Getränke an

Caminando a la estación de Sindorf: gente de Kerpen saliendo de sus casas les ofrece torta y bebidas a los jovenes

Walking to the Sindorf train station: people from Kerpen offering cookies and something to drink to the youth

Unterwegs zum Bahnhof Sindorf: Anwohner in Kerpen kommen aus dem Haus und bieten den Jugendlichen Kuchen und Getränke an

 
Kerpen grüßt die Jugend der Welt auf dem WJT  

„Kerpen saluda a la juventud del mundo en la JMJ“

“Kerpen greets the youth of the world at WYD”

“Kerpen grüßt die Jugend der Welt auf dem WJT”

 
Rast im Hof der Familie Heinz  

Descanso en el patio de la familia Heinz

Rest at the house of the Heinz family

Rast im Hof der Familie Heinz

 
Abendessen bei Familie Blumenrath  

Comida en la casa de la familia Blumenrath

Eating at the Blumenrath home

Abendessen bei Familie Blumenrath

 
Ein Lied für die gastfreundlichen Kerpener Familien  

Cantando a las familias

Singing for the families

Ein Lied für die gastfreundlichen Kerpener Familien

 
Schwester Gabriela Maria mit dem Held von Kerpen  

Hna Gabriela Maria con el „heroe de Kerpen“

Sister Gabriela Maria with the “hero of Kerpen”

Schwester Gabriela Maria mit dem “Held von Kerpen”

Fotos: Sr. M. Frances © 2005

 

 

 

WYD-MOMENTOS. Finalizada la Misa de cierre en el Campo de María, la JF de los Estados Unidos vivimos una experiencia que jamás olvidaremos. Éramos un grupo de 52 personas, con 2 Hermanas y 3 acompañante incluidas. Después de la Misa almorzamos y nos dividimos en cinco grupos para dirigirnos hacia la estación de tranvía en Horrem, donde supuestamente quedamos en encontrarnos. Camino a la puerta 8 del Campo de María nos dio la impresión de que todos habían elegido la misma puerta de salida. ¡Estaba abarrotada de gente, como las demás puertas, supongo! Cuando por fin nuestro grupo logró atravesar la salida, miré hacia atrás para ver si estábamos todas, y me di cuenta que faltaban siete chicas. ¿Dónde podían estar?

Imposible intentar encontrarlas en medio de ese mar de gente. Veíamos cientos o miles de personas encaminándose en nuestra misma dirección. Decidí entonces confiarle el tema al Padre Kentenich pidiéndole que me permitiera encontrarlas al menos al llegar a la estación, lo que ya de por sí era una misión imposible.

La gente de Kerpen salía de su casa para ofrecernos agua, sándwiches, galletitas...

En el camino, dos chicas de mi grupo me preguntaron si podían comprar un helado. Mientras tanto, me acerqué a un policía que había ahí y le consulté si íbamos en la dirección correcta ya que la multitud me impedía ver los carteles. El policía, muy cortés, me informó que íbamos bien orientadas pero que la estación estaba cerrada. Y me sugirió dos opciones: una estación a diez kilómetros de allí o una a cuatro kilómetros. Desde luego que elegimos la que estaba a cuatro kilómetros. Sorpresivamente, cuando arrancamos en dirección a lo indicado por el policía, nos encontramos con tres de nuestros grupos que se dirigían hacia la estación de Horrem. Les comenté lo que me había informado el policía y seguimos viaje todas juntas. De estos grupos faltaban sólo dos chicas, así que en total habían 20 jóvenes "perdidas": un grupo entero, las chicas de mi grupo y las otras dos. Emprendimos viaje hacia nuestro lugar de destino.

En el camino encontramos mucha gente de lo más hospitalaria. La gente de Kerpen salía de su casa para ofrecerle a los jóvenes agua, sándwiches, torta, galletitas, etc. Era impresionante ver la alegría que tenían y cómo nos atendían. ¡Esto nos reconfortó el alma!

¡Todas juntas de nuevo!

En un momento dado, decidimos parar para comer y tomar algo. Nos detuvimos en el estacionamiento de una cafetería y descansamos un rato. ¡Algunas se pusieron a rezar! En ese momento tenía muchas preguntas que pasaban por mi cabeza. Las chicas que faltaban, ¿habrán tomado el mismo camino que nosotras para llegar a la estación? ¿Estarán todas juntas? ¿Se las arreglarán para llegar hasta Königsforst y encontrar la casa donde dejamos el equipaje? Algo dentro mío me decía que el Padre Kentenich no iba a defraudarme. Hasta el momento, había respondido a todos los pedidos que le había hecho durante nuestra peregrinación. ¿Me respondería también ahora? Al cabo de una hora aproximadamente, miré para atrás a los que iban en la misma dirección que nosotras, y entre la multitud de pronto divisé una cara conocida. Para mi sorpresa era una de las chicas que faltaban. Corrí hacia ella llamándola. Ni bien me le acerqué le pregunté por las demás. Me dijo que estaban todas juntas. Fueron encontrándose unas con otras en el camino y se quedaron juntas. No podíamos dejar de agradecer semejante regalo. Una vez que estuvimos todas reunidas, entonamos un canto de gratitud: ¡Con amor de padre!

Reemprendimos camino hacia la estación de Sinford. En la vereda nos encontramos con una pareja en bicicleta. Le preguntamos a la señora si íbamos en dirección correcta y nos dijo que la siguiéramos que ella nos llevaría por un atajo. ¡La seguimos! De camino, me paró un señor en bicicleta y me preguntó adónde íbamos. Le contesté y me informó que no valía la pena ya que había escuchado en la radio que esa estación también estaba cerrada. Me pidió por favor que reuniera al grupo y lo llevara a su casa ya que de pronto tendríamos que esperar de seis a nueve horas para tomar el tren y mientras tanto era mejor estar en un lugar cómodo. Me prestó una bicicleta para buscar a las que iban un poco más adelante nuestro. Fuimos todas a la casa del señor Heinz, donde nos presentó a su mujer. Nos recibieron como si nos conociéramos de toda la vida. Tanto ellos como sus vecinos, los Blumenrath, nos prepararon la cena. Algunas chicas ayudaron en los preparativos y a poner la mesa. Más tarde, como en cualquier campamento nuestro, ayudaron a lavar los platos.

Un "pequeño" rodeo: vía Vallendar a Essen

Además de nosotras, el señor Heinz llevó también a su casa a cuatro peregrinos de España que encontró en la calle tratando de llegar a la estación, entre ellos, un chico que tenía algunas dificultades para caminar. Comimos todos juntos y después ellos partieron en taxi hacia donde estaban alojados. Nosotras, en cambio, tuvimos que esperar unas horas más, mientras buscábamos la manera de llegar a Königsforst para retirar nuestro equipaje e ir a la estación de Colonia para tomar un tren a Vallendar. El señor Heinz decidió entonces pedirle a un señor de Essen que había estacionado su camión ese día frente a su casa que nos ayudara con las valijas. ¡Y aceptó encantado! Para nuestro asombro, este señor conocía Schoenstatt y a las Hermanas de María de Essen. ¡Se fue con la Hna. Gabriela Maria a buscar nuestro equipaje y estaban de regreso entre las 9 y las 9.30 de la noche! En el viaje de vuelta, el señor venía pensando cómo podíamos hacer para llegar más rápido a la estación de Colonia y alcanzar el tren a de las 23.38 hs. a Vallendar. Decidió que él podía llevarnos las valijas a Vallendar de camino a Essen (lo que implica un rodeo bastante grande ya que Vallendar está a 130 kilómetros al sur de Kerpen mientras que Essen queda a unos 80 kilómetros hacia el noroeste de Kerpen y unos 150 kilómetros al norte de Vallendar). Mandamos a dos de las chicas con él y sus hijos para que les indicaran el camino al Bundesheim. El resto del grupo estaba listo a emprender una nueva aventura.

"¡Kerpen saluda a la juventud mundial en la JMJ XX en Colonia!"

El hijo y la nuera del matrimonio Blumenrath, vecinos de los Heinz, decidieron ayudarnos en esta odisea. Christian era el jefe del grupo. En su bicicleta, nos condujo hacia la estación de Sinford mientras Melanie iba a la "retaguardia" del grupo cuidando que no se desperdigara y mantuviera el ritmo. ¡Caminábamos a todo lo que da!

Al acercarnos a la estación, pasamos por un café. Un señor me llamó para darme algo. No me convencía mucho acercarme así que fue Christian a retirarlo. Nos regaló un enorme "Lebkuchen" (pan artesanal típico) con forma de corazón y que llevaba escrito: "¡Kerpen saluda a la juventud mundial en la JMJ XX en Colonia!". Alcanzamos a tomar el tren y llegamos a Vallendar a la 1 de la madrugada, sin dejar de darle gracias al Padre Kentenich por regalarnos mucho más de lo le había pedido yo. Pudimos experimentar el amor y el cuidado paternal de Dios a través del cariño y la dedicación de dos matrimonios totalmente desconocidos, y de muchas personas de la ciudad de Kerpen que nos demostraron con gestos sencillos que Dios se preocupa por los suyos y se vale de instrumentos!

En Alemania experimentamos una hospitalidad y una amabilidad tan grande por parte de la gente que jamás olvidaremos!

Traducción: mca, Argentina



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Last Update: 09.09.2005 Mail: Editor /Webmaster
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