Por un instante me miró a los ojos

¿Qué fue lo que más me gustó del Festival de Schoenstatt y de la JMJ...? Maria Fragueiro Frías, de Mar del Plata, Argentina, comparte sus "momentos inolvidables" del "Agosto Joven 05"

Santo Padre, voy a tu encuentro!

Holy Father, here we are!

Heiliger Vater, wir wollen dich sehen!

Foto: Weltjugendtags GMBH © 2005

Un apretón de mano... A handshake... Die Hand geben...
Una mirada personal... Returning one’s gaze... Ein Augen-Blick...
Tan cerca de la juventud... So close to the youth... Ganz nah bei der Jugend… Fotos: Weltjugendtags GmbH © 2005
Otro hito: Alianza a las 3 de la mañana Another climax: Covenant of Love at three in the morning Ein anderer Höhepunkt: Liebesbündnis um 3.00 Uhr morgens
Momentos inolvidables Unforgettable moments Das werde ich nie im Leben vergessen Fotos: POS Fischer © 2005

JMJ-MOMENTOS. ¿Qué fue lo que más me gustó del Festival de Schoenstatt y de la JMJ...? Del Terruño, el simple hecho de estar en él, de comprobar lo que siempre se dice y lo que yo misma creía: es el Tabor, donde la MTA se transfigura, se da a conocer en su máxima expresión. Éramos más de 2500 jóvenes schoenstattianos de todo el mundo, con diferentes costumbres e idiomas, pero sin embargo nos entendíamos perfecto, porque lo que reinaba era el idioma del amor, la ayuda desinteresada, y la misión que nuestro Padre Kentenich nos dejó por herencia.

Y como los argentinos siempre tenemos que dar la nota, ¡tuvimos una misa de Alianza a las 3 de la mañana en el Santuario Original! La tumba del Padre, las Cruces Negras, los 13 Santuarios, los cantos, el lugar y el contexto ideal (salvo por la lluvia nuestra de cada día), todo era como para exclamar: ¡Qué bien que estamos aquí!

Esa mirada me cambió la vida

De Colonia, quitando todos los inconvenientes de transporte, comidas, calor, mares de gente, etc., nada puede compararse con la posibilidad de ver a Bene! Con muchos schoenstattianos que estábamos allá, nos juntamos en una de las calles por donde iba a pasar el día que llegó, para esperarlo. Cuatro o cinco horas de cantos, rosarios, nervios, ansiedades...

Y de golpe pasó, muy rápido, en su Papamóvil, ¡y eso es algo que nunca voy a olvidar! Yo tenía sólo dos personas delante mío en la valla, así que pasó a menos de 2 metros, y entonces la Mater me hizo el gran regalo de mirarlo a los ojos. Por un instante me miró a los ojos, con esa mirada de padre, que hace todo lo posible para que su hijo perdido vuelva a casa.

Todavía no soy del todo conciente de lo que Dios me regaló en estos días, pero esa mirada me cambió la vida y ella sola venció todas las incomodidades del resto de la Jornada...

De todo corazón espero que alguna vez lo puedan experimentar y le pido a María que me ayude a irradiar toda mi vida el amor que sentí por la Iglesia, por Schoenstatt y por la misión que todos tenemos como cristianos.

Que siempre digamos, en cada circunstancia de nuestra vida:¡"HEMOS VENIDO A ADORARLO!".