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 published: 2005-04-22

Nos encontramos con un hombre sencillo, humilde, lleno de paz y cordialidad

Chile recuerda la visita del Cardenal Ratzinger al Santuario de Bellavista en 1988

Visita al Santuario de Bellavista, 1988

Visit to the Shrine in Bellavista, 1988

Besuch im Heiligtum von Bellavista, 1988

 
 

Momentos de encuentro con la familia de Schoenstatt

Moments of encounter with the Schoenstatt family

Begegnung mit der Schönstattfamilie

 
 

Camino al Santuario

On the way to the Shrine

Auf dem Weg zum Heiligtum

 
 

Una persona cordial, humilde, amable...

A warm-hearted, simple, friendly person...

Ganz anders als das Image: ein herzlicher, einfacher, liebenwürdiger Mensch

Fotos: Tagle/Vinculo © 2005

 

CHILE, Octavio Galarce. En el año 1988 el Cardenal Ratzinger visitó Chile por espacio de una semana. En esa oportunidad visitó el Santuario de Bellavista. Vínculo, la revista del Movimiento de Schoenstatt en Chile, en su edición Nº 26 reporteó ese hecho, el cual reviste para la Familia de Schoenstatt, ahora una importancia tan grande. Cristina Tagle, autora del artículo de entonces, escribió el 20 de abril: "Yo estaba en el Santuario en Misa cuando empezaron a sonar las campanas. Al fin de la Misa alguien vino a decir: es Monseñor Ratzinger, y comenzamos a rezar por él. Lo consagramos, cantamos y empezamos a amarlo de inmediato. Recordé que cuando estuvo en el año 88, estuvo en el Santuario, y yo después escribí un artículo en Vinculo que ha sido muy lindo volver a leer. Ahí cuento que él dijo que era un día especial para él porque era el día de su primera Misa y era ¡el 8 de julio! Yo escribí "¡Qué coincidencia! El Padre a los 78 años de su primera Misa tiene que haberlo estado bendiciendo desde el cielo."

Va el articulo de entonces tal como se publicó en 1988.

El Cardenal Ratzinger visitó el Santuario de Bellavista

Cristina Quiroz de Tagle. Al observar el ambiente de alegría y de nerviosismo que se respiraba alrededor del Santuario de Bellavista a las 16.30 horas del viernes 8 de julio, no podíamos dejar de pensar que esta visita del Cardenal Ratzinger era una especie de pequeña compensación por aquella frustrada espera: el día que Juan Pablo II "pasó como las velas" según el titulo de un artículo aparecido anteriormente en Vínculo. Realmente nos sentimos muy honrados de tener en nuestro Santuario de Bellavista a este importantísimo representante del Santo Padre, quien lo secunda muy eficientemente desde el cargo de Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

Apareció puntualmente a la hora señalada, rodeado de escoltas y periodistas que revoloteaban a su alrededor con sus cámaras y grabadoras. Gracias a esta presencia de la prensa, el Santuario de Bellavista y el Cardenal aparecieron en los noticiarios de televisión y sus palabras fueron publicadas por los diarios El Mercurio, La Tercera, La Epoca, y otros.

Un centenar de personas se reunió a esperarlo. El santuario estaba lindísimo y, sin duda, el Cardenal pasó unos buenos momentos en compañía de la Santísima Virgen. El P. Sydney Fones le dio la bienvenida –ver sus palabras en cuadro aparte–, se cantaron un par de cantos muy hermosos, y se le dejó tiempo para rezar al ilustre visitante.

La fama de intelectual que precede a Mons. Ratzinger, hace que lo imagináramos muy diferente. Pensábamos que un teó1ogo tan inteligente, especie de guardián de la integridad del Magisterio de la Iglesia, debía ser frío, pomposo, lejano. Pero nos encontramos con un hombre sencillo, humilde, lleno de paz y cordialidad.

A la salida tuvo un cálido encuentro con la Familia. Había Padres, Hermanas, señoras, vecinos, algunos matrimonios, algunos jóvenes. Nos dirigió unas palabras muy cercanas, dichas con mucha simpatía, traducidas muy bien por el P. Joaquín Alliende. Nos dijo que siempre tenía a Schoenstatt muy cerca porque su secretaria en Roma era una Hermana Mariana. "Además –dijo– hay una presencia importante de Schoenstatt en la Congregación. En nuestra capilla está el cuadro de la Madre tres veces Admirable. Fue instalado ahí por nuestro predecesor, el Cardenal Ottaviani". (grandes aclamaciones y aplausos). Felicitó especialmente a la Familia de Schoenstatt por su apostolado, por la gran labor que hace propagando el amor a Jesús y a la Virgen y apoyando a la Iglesia. Expresó también su deseo de que el Movimiento se siguiera extendiendo por el mundo entero y especialmente en Chile. Sus ultimas palabras arrancaron nuevos aplausos. Contó que ese era un día muy especial para él, ya que era el día en que había dicho su primera misa. ¡Qué feliz coincidencia! Creemos que el P. Kentenich que, ese mismo día, estaba celebrando en el cielo sus 78 anos de sacerdocio, aprovechó de mandarle una bendición. Finalmente agregó: "Gracias a todos. Sigan trabajando cada vez con más entusiasmo".

Al despedirse, se tomó tiempo para dar la mano a todos los que le presentaron. Durante todo el trayecto fue saludando a quienes se le acercaron. Los organizadores, muy nerviosos, decían que iba a llegar atrasado al Seminario donde lo estaban esperando. Finalmente, el auto en el que andaba salió muy apurado. Tras él salieron unas niñas corriendo con un gran cuadro de la Mater que querían que lo bendijera. El Cardenal hizo detener el auto y, antes de impartirles la bendición, conversó con ellas unas breves palabras. Al partir hacia el Seminario Pontificio nos dejó a todos una sensación muy alegre de pertenencia a nuestra Madre Iglesia.

Saludo del P. Sidney al Cardenal Ratzinger

Muy estimado Señor Cardenal.

Para nuestra Familia de Schoenstatt en Chile es una alegría poder recibirlo hoy en este Santuario de la Santísima Virgen para compartir un momento de oración por la Iglesia universal, nuestra Iglesia chilena y por usted.

En septiembre de 1985 usted presidió en Roma, en Santísima Maria Maggiore, la Eucaristía con que los peregrinos de Schoenstatt de habla alemana celebraban, a los pies de San Pedro, los 100 años del nacimiento del P. Kentenich, nuestro fundador. En su homilía, usted destacó que la Alianza que el P. Kentenich sellara en 1914, en Schoenstatt, Alemania, con María, la Madre del Señor, y que se prolonga hoy en esta Familia, era un camino de ser Iglesia, porque Ella es la Iglesia personificada. Además, dijo que esta Alianza aparentemente insignificante se había mostrado, a lo largo del tiempo, más fuerte y perdurable que las alianzas de poder de los poderosos de este mundo; esta Alianza ha creado una comunidad de amor fiel y fecundo. Este Santuario que usted hoy visita cumple 40 años desde su bendición por el P. Kentenich y ha sido hogar y taller de educación de esa Alianza. Nuestra Familia de Schoenstatt en Chile cuenta hoy con 7.000 miembros a lo largo del país que han sellado esa Alianza.

También hoy, providencialmente, celebramos un nuevo aniversario de la ordenación sacerdotal de nuestro Fundador. Fruto de su sacerdocio es esa Alianza y esta Familia. Pero no sólo eso: hace 40 años, aquí en Chile, el fundador colocó sobre este altar un importante trabajo dirigido al episcopado alemán sobre la situación de la Iglesia de entonces. Este acto desató muchas incomprensiones y, por una medida del Santo Oficio, el fue separado de su obra durante casi 14 años. Hoy usted, Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, llega hasta esta Familia formada en una profunda lealtad y amor a la Iglesia y hacia Pedro.

Por todo esto nos alegramos, alabamos a la Santísima Trinidad y a María, nuestra Madre, y renovamos nuestro amor a la Iglesia, mientras hacemos oración con usted.



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Last Update: 22.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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