Pater Josef Kentenich
Urheiligtum und Altes Haus
Michaelskapellchen heute innen

SCHOENSTATT, mkf. Una niñez sin padre. Orfanato. Una grave enfermedad. Varias semanas de oscuridad, posteriormente lo apresa la Gestapo. Tres años y medio en el campo de concentración de Dachau, con un verano de hambruna en 1942, con epidemias, con amigos a su lado que fueron víctimas de la crueldad, del hambre, y de las enfermedades. Catorce años de exilio... Al preguntársele cuál fue la época más difícil de su vida, no menciona ninguna de éstas: señala los tres meses que separan el 18 de julio del 18 de octubre de 1914.

Un tiempo muy difícil en Alemania, sin duda: el 1º de agosto estalló la primera guerra mundial. Pero no por esto este tiempo fue el más difícil en la vida del Padre Kentenich, que entonces tenía 29 años de edad.

Sobre una ciudad muerta, una ciudad de la vida

Schoenstatt surgió porque el Padre Kentenich leía regularmente el diario. El 18 de julio de 1914 apareció en el "Allgemeinen Rundschau" un artículo titulado "Sobre una ciudad muerta, una ciudad de la vida", escrito por el sacerdote Cyprian Fröhlich, de Altötting, que era presidente de la Obra seráfica de Caridad. En él narra detallada y extensamente una visita que hizo al Valle de Pompeya, donde vio las obras de caridad de Bartolo Longo.

Como él, el Padre Fröhlich trabajaba también para "los pobres hijos de padres venidos a menos". Menciona brevemente en su articulo, como narración de una vivencia personal, "el Santuario del Valle de Pompeya". Narra "el admirable origen de la iglesia y de todo el lugar de peregrinación", especialmente su encuentro con Bartolo Longo; agrega que lamentaba mucho que sólo un tiempo después de su visita se había enterado del origen del Santuario y de la historia de la vida de ese hombre.

El artículo describe en varios párrafos lo que ofrecían los hogares de niños en lo pedagógico y en lo arquitectónico. Sólo los dos últimos párrafos se refieren al misterio del Valle de Pompeya: la inspiración que llevó a Bartolo Longo a difundir el rezo del Rosario, seguido por el breve comentario de que allí surgió un lugar de peregrinación que es visitado año tras año por millones de personas, "en algunas fiestas por 50.000". Se señala que Nuestra Señora de Pompeya "ha hecho milagros irrefutables". Y como si esto no bastara, dice que " el milagro más grande sería el que un abogado desconocido pudiera fundar, el año 1871, un lugar de peregrinación en la Italia moderna sobre las ruinas de una ciudad impía".

¿No sería posible... ?

En julio de 1914 la antigua Capilla de San Miguel fue puesta a disposición de la "Congregación Mariana", fundada en abril de ese mismo año.

El Padre Kentenich relacionó la capillita con el artículo sobre el lugar de peregrinación en Italia. En su corazón se instaló la pregunta: "¿no sería posible que también aquí, en este lugar, Dios pudiera tener un designio especial con esta capillita?"

En su plática del 18 de octubre mencionó una "idea audaz", "quizás demasiado audaz para la opinión pública". Dijo que la Sma. Virgen podría obrar allí "milagros de la gracia", una resonancia del artículo sobre Pompeya. Esa idea audaz, quizás demasiado audaz, es la que el Padre Kentenich tenía desde el día en el que leyó el artículo del Padre Fröhlich. Estos meses en los que él se planteó esta pregunta fueron el tiempo más difícil de su vida: ¿Es un delirio de grandeza o un deseo de Dios? ¿Dios quiere comenzar aquí algo nuevo o esto es sólo una ilusión?

En su libro "Contribuciones a la historia de Schoenstatt", el Padre Heinrich Hug muestra que el texto de el Acta de Fundación del 18 de octubre nació lentamente en esas semanas entre julio y octubre. "El texto no es un escrito espontáneo de una ocurrencia repentina, sino el resultado de un proceso espiritual que era consciente de la importancia histórica de ese suceso". Vale la pena leer nuevamente el Acta de fundación desde este punto de vista: es un auto testimonio de lo vivido por el Padre Kentenich en ese tiempo.

El 18 de octubre es la respuesta a la pregunta del por qué este era el tiempo más difícil de su vida. Fue un tiempo de buscar y tantear cuál era el deseo de Dios, en la semi-oscuridad de la fe en la providencia divina. Fue una búsqueda entre todo o nada. Ninguno de los que estuvieron allí vivió y entendió el 18 de octubre como el Padre Kentenich. Él sabía que la Sma. Virgen había aceptado la Alianza. Con esta certeza dominó toda duda posterior. En una plática del 8 de diciembre de 1914 se encuentra la primera referencia al 18 de octubre y al Acta de Fundación: "Hoy sé que la palabra audaz encontró eco en el cielo. Parece que en muchos casos le sirvió a nuestra Madre y Señora como medida y norma para dispensar las gracias".

Fuente: "Brücke", revista de la Rama de Mujeres Profesionales, Alemania, 1/2005

Traducción: Gabriela Kyling, Valdivia, Chile