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 published: 2005-02-25

Cristo y la Iglesia fueron sus dos grandes amores

Funeral de Don Luigi Giussani, Milán

Don Luigi Giussani

Mons. Luigi Giussani

Don Luigi Giussani

Foto: www.clonline.org © 2005

 
 

Misa del cuerpo presente en el „duomo“ de Milan, con la presencia de 30 obispos y unos 500 sacerdotes.

Funeral Mass in the   Milan “Duomo”, with 30 bishops and some 500 priests present

Requiem im “Duomo” von Mailand, in Gegenwart von 30 Bischöfen und gut 500 Priesters

Foto: CL/Masi © 2005

 
 

Velatorio de Don Luigi Giussani

Wake for Mons. Luigi Giussani

Totenwache bei Don Luigi Giussani

 
 

Miles se dirigieron al “duomo” de Milan

Thousands went to the “duomo” in Milan

Tausende machten sich auf den Weg zum “Duomo” von Mailand

 

Mostrando su solidaridad y gratitud

Showing solidarity and gratitude

Eintrag ins Kondolenzbuch, Zeichen von Solidarität und Dankbarkeit

 
 

Llegue el féretro

The  coffin is carried to the cathedral

Der Sarg wird zum Dom getragen

 

Momentos de dolor

Moments of pain

Viele trauern um den Gründer

 
 

Una multitud frente de la catedral

A big crowd outside the catedral

Eine große Menschenmenge vor dem Dom

 
 

Don Giussani cambió la iglesia

Mons. Giussani changed the church

Don Giussani hat die Kirche verändert

Fotos: milan © 2005

 

ROMA; p: Alberto Eronti. Partí de Roma en el tren Euro Star de la hora 8,30. Clima frío y húmedo, cielo encapotado. A poco de andar pensé que yo no debía ser el único que viajaba para asistir al funeral del Fundador de "Comunión y Liberación", por lo que comencé a observar el entorno. Al poco tiempo veo que el joven sentado a mi lado comienza a leer el libro "Un caffè in compagnia", que contiene conversaciones entre Don Giussani y Renato Farina (vice-director de ¨Libero"). Al otro lado del pasillo, un matrimonio leía y comentaba los artículos del "Corriere della Sera" y de "La Repubblica", sobre el tema.

Poco más tarde comenzamos a conversar, con lo que el viaje se hizo ameno y de gran interés para mí. Pude escuchar testimonios muy bellos y comprender más profundamente el núcleo de este Movimiento que acaba de cumplir sus 50 años de vida. Llegamos puntualmente a la Estación Central y nos separamos ya que ellos debían encontrarse con otro grupo que llegaba desde Turín.

Una multitud compacta estaba frente a la Catedral

Al salir de la Metropolitana en la "Piazza del Duomo", una multitud compacta estaba frente a la Catedral siguiendo por el circuito derrado de TV. las primeras escenas de lo que ocurría dentro. Entré a la Iglesia por el acceso destinado a los obispos y sacerdotes. Como llegué casi dos horas antes de la celebración, pude situarme en un lugar cercano al altar y a pocos metros de la sacristía. El templo estaba totalmente colmado, un sacerdote milanés dijo que debía de haber más de tres mil personas. Pude aprovechar el tiempo y la atmósfera de silencio para rezar y meditar sobre el don del Espíritu a la Iglesia: los Movimientos plurales y, en concreto, el carisma de "Don Gius", como le llamaban cariñosamente sus hijos espirituales. Sin duda que hoy la Iglesia italiana –y la Iglesia entera- sería distinta sin ellos, los Focolares y otros que llegaron después. Hacia las 14,15 el coro comenzó a cantar creando una atmósfera de mayor oración y recogimiento. Unos 20 minutos antes del inicio de la liturgia llegaron los Cardenales J. Ratzinger, Delegado Papal, y D. Tettamanzi, arzobispo de Milán. Pude entrar a la sacristía y saludarlos, al igual que a Mons Rylko y a Don Julián Carrón, Presidente del Movimiento. En total había 30 obispos y unos 500 sacerdotes.

Mensaje del Papa a "Comunión y Liberación

El cortejo fúnebre llegó puntualmente, el féretro fue portado hasta el frente del altar mientras el coro cantaba "Povera voce" (pobre voz), "…toda la vida reclama eternidad, no puede morir, no puede terminar nuestra voz, que a la vida pide eternidad". La procesión de entrada fue acompañada con el canto del Salmo 21: "Oh, Jerusalen, mi alegría". Tras los saludos iniciales, Mons S. Rylko, Presidente del Pontificio Consejo de los Laicos, leyó el mensaje del Papa a "Comunión y Liberación". En el mismo Juan Pablo II remarcó la capacidad de Don Giussani para "asumir la cruz, la que se convirtió en la fuente de fecundidad. Estoy junto a ustedes de manera intensa…, la fe hizo que Don Giussani hiciera de Cristo su pasión y su vida, esto es lo que transmitió a miles de jóvenes necesitados de un punto de referencia y de modelos (…) le regaló a los jóvenes un apasionante itinerario de fe (…) Cristo y la Iglesia fueron sus dos grandes amores…"

La comunión con y en Cristo es redención, es libertad

La liturgia se realizó en el "Rito Ambrosiano". La Liturgia de la Palabra tuvo tres lecturas. Las dos primeras anunciadas desde el ambón junto al altar: el inicio de la Pasión según San Lucas y la muerte de Jesús, según San Mateo. La tercera se anunció desde el impresionante púlpito de la catedral, tomada del capítulo 20 del Evangelio según San Juan, en que narra la aparición de Jesús resucitado, el envío al mundo, la entrega del Espíritu y del poder de perdonar y retener los pecados. Algunas frases salientes de la homilía pronunciada por el Cardenal Ratzinger:

  • "Desde muy joven Don Giussani se sintió fascinado por la belleza,…por la belleza infinita.
  • Para él el cristianismo no era un conjunto de ideas ni un paquete de dogmas, sino un encuentro de amor con Jesucristo, encuentro que inicia y desarrolla una historia de amor entre el discípulo y el Maestro. Encontrar a Cristo pide seguirlo, más aún, se es invitado a vivir en Cristo la propia vida.
  • Don Giussani supo entender qué es "perder" la vida: la perdió dándola. La dio sirviendo, entregando la riqueza de su corazón. Dios, por esto, le hizo "padre de muchos".
  • La centralidad de Cristo en su vida le dio el don del discernimiento. Su tentación más grande se dio cuando fundó el Movimiento en Brasil: el impacto con la miseria extrema lo conmovió de tal manera, que tuvo que optar entre hacer del cristianismo un movimiento ético, moral, político o centrarse más honda y creyentemente en Cristo, su persona, su anuncio, su misión.
  • Dirá que: quien no da a Dios no da nada. Quien no da a Dios divide. Quien no da a Dios destruye. Tuvo que atravesar el valle oscuro del discernimiento y supo optar por la Luz más grande, ‘porque tú estás conmigo’. Esto lo hizo fiel, fiel a la Iglesia hasta el final.
  • ¡Comunión y liberación! La comunión con y en Cristo es redención, es libertad.

Mientras más de 100 sacerdotes repartían la Eucaristía, me impactó la fuerza con que se cantó "Cristo resucite". Es una clara expresión (junto a "Povera voce") de la espiritualidad del Movimiento: "Cristo resucite en todos los corazones. Cristo sea celebrado, Cristo sea adorado (…) densas tinieblas hay en el pensamiento, Cristo es la luz brillante de la Verdad".

Un fascinado por Cristo

Al final de la celebración la multitud acompañó al coro cantando, como el más bello homenaje a "Don Gius" cuyo féretro era portado hacia la salida: "Tú eres un Dios fiel". Señor, a ti cantamos un cántico de alabanza; te agradecemos tu inmensa bondad. Señor, que tu luz dirija nuestros pasos, brille en nuestro rostro la verdad eterna. El don de tu amor, oh Dios, renueve la vida; serene nuestro corazón la verdadera libertad. Que sea nuestra vida un signo de tu amor; florezca en todo el mundo la caridad eterna. Tu eres un Dios eternamente fiel…"

Don Giussani, que fue un fascinado por Cristo, también fue un fascinado por María. A ella le rezaba con corazón de niño: "Oh Madonna, tu sei la sicureza della nostra speranza", (Oh, Señora, tu eres la seguridad de nuestra esperanza). Se cumplió en él la gran ley del Reino: quien ama al Hijo amará la Madre, quien ama la Madre amará al Hijo. Hoy el "hijo", Don Gius, está en Casa.

"Fue mi padre"

Fuera llovía y se sentía el frío del atardecer. Bajo una multitud de paraguas la gente despedía al "hombre de Dios". Conversando con algunos miembros del Movimiento sobre Don Giussani, escuché voces coincidentes: "Era un padre", "fue mi padre", "fue nuestro guía", y una joven me conmovió cuando dijo, "lo sentí como mi papá". Inicié el camino hacia la Estación Central con un cúmulo de sentimientos y pensamientos. Un septiembre de 1968 yo había vivido una realidad semejante, por eso podía entenderlos, también yo había vivido junto a mis hermanos de Schoenstatt la experiencia de "un padre", ¡nuestro Padre!, y su partida a Casa.



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Last Update: 25.02.2005 Mail: Editor /Webmaster
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