SCHOENSTATT, Flavia Carvalho. El 5 de septiembre amaneció vestido de blanco. La neblina que flotaba en el cielo aquel día tenía el mismo color que los atavíos de las seis jóvenes que recibirían el vestido de las Hermanas de María. Las novicias, que llegaron vestidas de novia hasta el altar de la Iglesia de la Adoración, fueron precedidas por representantes de diferentes países que portaban sus respectivas banderas y admiradas por muchas personas.

A medida que transcurría la ceremonia, los rayos del sol despejaron la neblina y renacieron todos los colores. También Dios va haciendo lo mismo en el corazón de las jóvenes: recibe a cada una vestida de blanco, símbolo de la pureza, y en cambio le ofrece un renacimiento en Cristo por medio de la consagración religiosa. Al final de la celebración, las jóvenes Hermanas de María de Schoenstatt salieron de la Iglesia de la Adoración y caminaron hasta el Santuario del Jardín de María, nuevamente escoltadas por las banderas. Allá recibieron una bendición especial y las felicitaciones de sus padres, familiares y amigos.

Es la misma estrella que guiará a los jóvenes de todo el mundo hacia Colonia y hacia Schoenstatt el año que viene.

Esas seis jóvenes que respondieron al llamado de Dios y dijeron su Sí a la misión, dieron un gran ejemplo de fidelidad y confianza. Y, como lo representa el símbolo de la Jornada Mundial de la Juventud 2005 en Schoenstatt, María fue la estrella que las guió, que las tomó de la mano y les mostró el camino. Y siguiendo esa misma estrella, los jóvenes del mundo entero llegarán a Colonia y a Schoenstatt el año que viene para seguir también el llamado de Jesús, y así poder adorarlo en Espíritu y en verdad.

Traducción: ata, Argentina