BOLIVIA, Lizzie Loetz. Hace treinta años, un 1º de mayo,  la ciudad de La Paz recibió una "visitación" muy especial... se trataba de la MTA que venía a instalarse maternalmente allí, trayendo pequeños instrumentos desde Chile para encontrarse con otros igualmente pequeños de Bolivia y fundar el Movimiento de Schoenstatt en La Paz.

"Los treinta años de celebración de Schoenstatt en Bolivia, son el reflejo de treinta años de fidelidad, que parte de la Alianza de Amor con la Mater. Ella nos conquista cada día de manera contundente desde el Santuario en cada acción de nuestras vidas" dicen Fátima y Aquiles Sotillo, jefes de la Familia de Schoenstatt en La Paz.

"Recuerdo muy bien cuando en 1977 o 1978, me encontré en la universidad con una estudiante de Bolivia, que se me presentó como miembro de Schoenstatt" recuerda una schoenstattiana alemana. "Ana María, con un entusiasmo y una convicción que me impresionó mucho, me mostró una foto de la primera ermita de Schoenstatt en Bolivia, y me contó que pertenece a la primera generación de schoenstattianos bolivianos. ¡Me contó de su anhelo de construir un Santuario en su patria! Fue para mí, nacida en un país donde Schoenstatt existe desde hace tantos años, una experiencia totalmente nueva y fascinante: estar en contacto con un Schoenstatt naciente, con un Schoenstatt joven y con la fuerza del amor primero. Fue para mí algo muy decisivo en mi propio camino hacia un compromiso más fuerte con Schoenstatt"

Ahora ese Schoenstatt ya tiene treinta años... ¡y tiene su Santuario!

Treinta años de presencia de María

Estos treinta años han sido abundantemente bendecidos... la fiel y constante presencia de María junto a un plan divino diferente pero igualmente sabio y amoroso para esta Familia de La Paz dio sus frutos. Se podrían enumerar varios regalos a lo largo de estos años. Uno de ellos son las dos vocaciones consagradas: Lizzette Pinto y Lucia Alípaz de la juventud femenina que actualmente hacen su noviciado en el Instituto de las Hermanas de María en Bellavista, Santiago de Chile.

"Los treinta años de vida son una celebración importante: podemos agradecer por el crecimiento de la Familia en sus diferentes ramas y grupos; cada uno de ellos trabajando a partir del Santuario, reconocido como lugar de gracias abundantes, que deben ser transmitidas a los diferentes espacios en los que nos toca vivir. Esta celebración nos llena de la alegría de los hijos de Dios: nos sabemos elegidos para la Obra que a diario nos compromete con situaciones diversas. Treinta años de fidelidad son el resultado de la gracia y del arduo trabajo diario de diferentes personas con sus limitaciones y virtudes, con su fe y su actividad, con su solidaridad y compromiso", escriben Fátima y Aquiles Sotillo, "pero sobre todo con la conciencia de que trabajamos por difundir nuestra Buena Nueva del Santuario para que todos disfruten del regalo de Dios hecho Familia."