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 published: 2003-12-19

Dios viene por "el camino del Niño".

En la Nochebuena la fe nos dará el poder de recibir el don del Padre por María. El don de su Hijo querido y preferido, para que también nosotros lo seamos.

 

NAVIDAD 2003, P. Alberto Eronti. En los últimos días los medios han insistido en la posibilidad de un ataque a "algún centro estratégico de la cristiandad". El gobierno italiano tomó en serio informes de inteligencia y hoy podemos ver en Roma una inusual cantidad de policías y fuerzas de seguridad custodiando lugares que constituyen todo un símbolo a nuestra fe. Los medios hablan de "Roma, ciudad blindada", lo que me llevó a recordar la expresión que se usó hacia el final de la segunda guerra mundial, cuando los aliados avanzaban hacia la ciudad eterna: "Roma, ciudad abierta".

Las dos expresiones señaladas tienen el mismo sentido: proteger. Ayer, ciudad abierta para proteger a la ciudad y a sus habitantes; hoy ciudad blindada por lo mismo. ¿Lo común a ambas expresiones?, el miedo. No deja de ser una sorpresa la coincidencia de los textos evangélicos de las Misas del viernes y del sábado antes de Navidad: las anunciaciones del nacimiento de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret. En ambos el portador del mensaje divino formula las mismas palabras: "no temas". El mismo verbo para dos actitudes diferentes: temor, en Zacarías; sorpresa, en María. La misma palabra produce dos reacciones diversas: temor y desconfianza, en el sacerdote; sorpresa y apertura en la joven de Nazaret. El temor y la desconfianza "blindaron" el corazón de Zacarías, la sorpresa se hizo "apertura" en María. El primero quedó mudo, ella cantó "las misericordias" de su Dios.

Se espera al Niño

Son muchos los que me formulan la misma pregunta del año pasado: ¿cómo se está viviendo en Roma este final del Adviento y la ya próxima Navidad? ¡Buena pregunta!, me dije. Lo que llevo escrito es parte de la respuesta. Hace un año lo que se experimentaba era los "vientos de guerra", hoy es una "brisa de inquietud". La llamo "brisa" porque es algo sutil, menos perceptible que el "viento". No hay, como en diciembre pasado, un ir y venir de personajes visitando al Papa Juan Pablo II en lo que fuera su ingente esfuerzo por la paz. Hoy todo es más "normal", pero hay una sensación extraña de expectación: se espera al Niño, deseando que no ocurra nada que nos pueda sumergir en el horror. Suplicamos y esperamos que sea así.

Apertura o cierre

Las dos actitudes se pueden instalar también en nuestro interior: apertura o cierre. La diferencia es esencial, ya que Dios viene para alojarse en el corazón de cada hombre de buena voluntad; viene para sentarse a la mesa familiar; viene para ofrecernos el don de su paz, la que se funda en su amor que es más fuerte que la ofensa. Dios viene y va a llamar; si le abrimos se cumplirán sus palabras: "Yo estoy junto a la puerta y llamo; si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos" (Ap.3, 20). ¡Dios en la mesa de los hombres!, siempre y cuando el hombre no tenga el corazón blindado, sino abierto al Misterio. Digo "misterio", porque la manía del hombre es querer enseñarle a Dios cómo debe de hacer las cosas, olvidando que es Dios el que viene, no es el hombre el que va. Y Dios viene por "el camino del Niño". Al escribir esto no puedo menos que pensar en Moisés y su pedido a Dios: "¡Muéstrame tu gloria!" (Ex.33, 20); y sólo se le dio "ver" la espalda de la gloria. ¡Ahora la gloria se ha hecho Niño!, ¡la gloria tiene el rostro del Niño! Este es el estupor que nos sorprende, que Dios venga de esta manera, que venga con su lógica, no con la nuestra. Que venga a un mundo y una sociedad así convulsionados, que venga como Niño. Que venga como Niño y siga buscando "casa" como entonces.

El amor es más fuerte

Otra vez "se cumplieron los días" (Lc.2, 6), otra vez diremos de corazón a todos los prójimos y a los lejanos: ¡FELIZ NAVIDAD!, lo que significa decir a todos la buena nueva de que el amor es más fuerte, que Dios es fuerte haciéndose Niño, abrazando la pequeñez y el desvalimiento y que los hombres tenemos un motivo para seguir esperando. En la Nochebuena la fe nos dará el poder de recibir el don del Padre por María. El don de su Hijo querido y preferido, para que también nosotros lo seamos.

Desde el Santuario Cor Ecclesiae y desde la tierra de Belmonte, donde ya se iniciará el Belén Matri Ecclesiae, tal como el Padre de la Familia lo anhelara, les deseo a todos una muy FELIZ NAVIDAD y un AÑO NUEVO pleno de realizaciones en la Alianza de Amor.

P. Alberto E. Eronti - para schoenstatt.de

Roma, 20 de diciembre del 2003



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Last Update: 23.12.2003 Mail: Editor /Webmaster
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