18 de octubre de 2003 - Fiesta de la AlianzaVigésimo segundo aniversario del Santuario de Schoenstatt en Tupãrenda, Paraguay |
PARAGUAY, Hna. M. Edna. Bajo un sol radiante, miles de hijos – sí, miles, entre treinta y cinco y cuarenta mil – de la Madre y Reina de Schoenstatt se reunieron en Tupãrenda ("Morada de Dios", en guaraní), donde se encuentra el Santuario nacional de Schoenstatt en el Paraguay, para celebrar el día de la Alianza y un nuevo aniversario de ese Santuario. Todos querían presentar a la Virgen de Schoenstatt su agradecimiento, sus pedidos y súplicas y sobre todo sus ofrendas de amor. Al partir, llevaron desde allí muchas bendiciones y esperanzas a sus hogares. Hace ya meses que varios equipos comenzaron a preparar la gran fiesta de la Alianza en Tupãrenda, regalándole a la Virgen muchas horas de trabajo, de organización, de compromiso personal, motivados por su amor de hijos a su Madre y Reina. Como todos los años, los responsables últimos se instalaron ya el día anterior a la fiesta en Tupãrenda, para supervisar los últimos detalles. Desde muy temprano, una atmósfera festiva, de alegría y de entusiasmoEl día 18 amaneció con un cielo completamente despejado. Desde las primeras horas se pudo escuchar la bella música del arpa paraguaya y las canciones schoenstattianas, que daban la bienvenida a los primeros peregrinos Mientras tanto, muchos ayudantes voluntarios iban terminando los preparativos para poder recibir nuevamente a las miles de personas que llegarían desde muchos lugares del país. Como todos los años se habían armado varias carpas: la del secretariado P. Kentenich que informaba sobre nuestro Fundador. Fue compartida con un puesto con material sobre la vida de la Hna. M. Emilie. La carpa de la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina fue muy visitada durante todo el día. Varios grupos de diferentes ciudades habían traído su Auxiliar adornada con muchas flores. Al lado, el puesto de los Santuarios del Hogar y una carpa donde los peregrinos podían dejar su regalo: un alimento imperecedero para los pobres. Y finalmente la santería, un lugar muy concurrido porque todos los que vienen a visitar a la Virgen quieren llevar algún recuerdo de Ella: una imagen, un rosario, estampas, medallas, folletos, etc. Frente a la Casa del Peregrino estaba ubicada la carpa de las comunicaciones, desde donde, con textos muy bien elegidos, se informaba a los peregrinos sobre el contenido de la fiesta y su origen: la Alianza de Amor que hizo nuestro Padre y Fundador 18 de octubre de 1914. Desde allí se trasmitían también canciones schoenstattianas y música típica paraguaya, muy alegre y sonora. Todo contribuía a formar una atmósfera festiva, de alegría y entusiasmo. También hubo otra carpa donde se vendían remeras y adornos hechos a mano para recaudar fondos para la construcción de la iglesia. Allí muchos peregrinos dejaron las alcancías que habían llevado el año anterior, llenas con las monedas que fueron juntando durante todo el año. Lo más importante: el SantuarioLo más importante: los peregrinos se dirigían en primer lugar al Santuario, muchos llevando su imagen peregrina. El Santuario lucía un hermoso adorno: una guirnalda de flores en torno a la puerta, y en el altar unos bellos ramos de flores blancas. Un mantel con un bordado típico paraguayo cubría el altar. Desde la torre del Santuario bajaba una inmensa bandera tricolor hacia ambos lados del mismo. Durante todo el día el Santuario estuvo lleno de peregrinos que rezaban en silencio, ofreciendo a la Virgen sus plegarias. Fue impresionante observar la sencillez y devoción que reinaron todo el día en el Santuario. En el Pórtico de la Iglesia "María de la Trinidad"Las santas Misas se celebraron en el "pórtico", la gran entrada de la futura iglesia "María de la Trinidad" que se está construyendo "a la sombra del Santuario". Muchas manos habían preparado los adornos: la gigantesca imagen de la MTA tenía grandes ramos de flores a ambos lados. A un lado del pórtico una carreta, uno de los símbolos de la cultura paraguaya y sobre ella una gran imagen del primer santo paraguayo: San Roque González de Santa Cruz, sacerdote jesuita, el mártir del corazón traspasado que nos previvió el amor invencible a Dios y a su Reino; muchos cántaros, flores, y en diferentes lugares la bandera paraguaya, que nos hizo recordar que desde Schoenstatt queremos colaborar con nuestra Madre y Reina para que haga surgir un nuevo Paraguay: la "Nación de Dios, corazón de América". Este año hubo cuatro celebraciones eucarísticas: A las 9 hs. y con la participación de varios miles de personas, se celebró la primera santa Misa. Fue muy hermoso: acompañada por el aplauso de todos hizo su entrada la gran Imagen de la Virgen Peregrina. Un grupo de jóvenes bailarinas con sus hermosos vestidos típicos de colores muy vivos precedía a la imagen, traída en andas hacia el altar, acompañadas por música nativa y el agitar de los pañuelos de todos los presentes. Detrás de la imagen entraron los acólitos, varios sacerdotes y Monseñor Ricardo Valenzuela, obispo castrense, que fue el celebrante principal. Después de su homilía y del rezo del Credo, fue proclamada nuevamente la fe en la presencia y el obrar de la MTA en el Santuario por medio de las gracias de peregrinación, y se renovó la Alianza de Amor con Ella. El Obispo expresó en varios momentos su alegría por poder celebrar la fiesta de la Alianza junto a este Santuario. Siendo un joven sacerdote, Mons. Valenzuela hizo su Alianza de Amor con la Mater. Durante todo este tiempo circulaba una corriente ininterrumpida de peregrinos. Todos iban directamente al Santuario a saludar a la Reina. Muchísimos trajeron su imagen peregrina para ser enviados nuevamente por la MTA a sus lugares de acción. Una verdadera multitud de peregrinosLa santa Misa de las 11.30 hs. cuyo celebrante principal fue el P. Cruz Viale (Padre de Schoenstatt), se celebró "dentro" de la futura iglesia. En ella participaron otros tantos peregrinos, en su mayoría jóvenes. Se pudo "adivinar" en algo cómo será cuando esa iglesia pueda cobijar a todos los hijos de María que la vendrán a visitar en estas ocasiones. Después de esta celebración y bajo un sol muy fuerte, los peregrinos buscaron la fresca sombra de los muchos árboles, y se dispersaron por todo el terreno para almorzar. La cantina pudo proveer lo que tantas personas necesitaban. A eso de las 15 hs. comenzaron a llegar multitudes de peregrinos; era como una gran avalancha. Llegaban para la santa Misa de las 16 hs. Lo hermoso fue constatar como todos iban primero al Santuario para saludar a la Virgen en su fiesta. Y el camino es muy largo y con una fuerte pendiente hacia arriba... Eran incontables. El cielo los acompañaba con un sol radiante. Esta santa Misa fue probablemente la que tuvo la mayor cantidad de participantes; algunos calcularon unas quince mil personas. Al entrar nuevamente la imagen de la MTA acompañada por las bailarinas y algunos muchachos con traje típico llevando una inmensa bandera paraguaya, los aplausos y los cantos no terminaban más. La alegría de los presentes desbordaba, era como tocar un poco el cielo con las manos. Esta santa Misa estaba dedicada especialmente a los enfermos y ancianos. Fue emocionante ver a muchas personas en silla de ruedas, las manos juntas, o con una imagen de la Virgen. A más de uno de ellos, al recibir a Jesús en la Eucaristía, le caían las lágrimas de alegría y emoción. La celebración fue introducida por un señor que pertenece a la Federación de Familias y que hace años está en silla de ruedas. Es la fe que les mueve...Otro momento muy emotivo fue ver al matrimonio que acercó las ofrendas al altar. Dos personas apoyaban al marido que hace un par de años sufrió un grave accidente y está aprendiendo nuevamente a caminar. Cuando se acercaron al altar, los presentes aplaudieron espontáneamente. Así sucedió también con la homilía de Monseñor Pastor Cuquejo, Arzobispo de Asunción, cuando dijo que este pórtico semejaba los bazos abiertos de la Mater que quiere recibir a todos sus hijos. Expresó en varias oportunidades su alegría por compartir con la Familia de Schoenstatt esta hermosa fiesta. Al final de la santa Misa dijo que nunca dejemos a amar a María, que siempre seamos sus instrumentos, que éste sea para siempre nuestro sello particular. Al terminar la Eucaristía hubo un momento de adoración a Jesús expuesto en la Custodia, mientras alternaba la oración con el canto del coro. Luego, un Padre de Schoenstatt llevó el Santísimo hacia los enfermos y ancianos. Este fue un momento muy bello. Evocaba aquel tiempo cuando Jesús caminaba entre los enfermos y todos querían acercarse y tocarlo. Así también aquí. Los peregrinos rodearon al sacerdote con la Custodia, algunos intentaron tocarla con la mano, con el rosario, con una estampa o lo que sea. Podía contemplarse el alma profundamente religiosa del pueblo paraguayo, que se manifiesta de muchas maneras. Después de la celebración los peregrinos descansaron bajo los árboles, compraron algunos recuerdos, visitaron el Santuario. Y seguían llegando más peregrinos, esta vez sobre todo los schoenstattianos, porque la Sta. Misa de las 20 hs. estaba destinada especialmente para los miembros de la Familia de Schoenstatt. Se reunieron nuevamente varios miles de personas. La cumbre de la alegríaEl celebrante principal fue el P. Antonio Cosp, Director nacional del Movimiento, acompañado por otros Padres y todos los novicios. Cantó el coro del Movimiento, y una vez más las bailarinas acompañaron a la imagen de la gran Peregrina. Con esta santa Misa culminó la celebración de la fiesta. Todo fue una única gran vivencia de Alianza, muy marcada por la conciencia de la corresponsabilidad por construir un nuevo Paraguay, expresada por medio de muchas formas y símbolos. Nuestra Madre y Reina se mostró con todo su esplendor, y esto se reflejó en todo: en el Santuario, en el pórtico, en el rostro de los miles de hijos que llegaron a este lugar, y sobre todo en la alegría, la amabilidad, la disponibilidad casi ilimitada de muchísimas personas que han trabajado durante días y semanas para que esta fiesta tuviera éxito. Y que no pudieron participar en ningún momento de los festejos, sino que estuvieron trabajando arduamente al servicio de los demás: en la cantina, en los puestos, en la playa de estacionamiento u ordenando la entrada y salida del Santuario; con una sonrisa, con alegría, con gratitud y con la mayor naturalidad. Todo para que los peregrinos pudieran tener un encuentro hermoso con la Madre y Reina. Una gran fiesta donde el cielo tocó la tierra... Esta fiesta trae el recuerdo espontaneo de lo que nuestro Padre y Fundador dice en el Cántico al terruño: "Yo conozco esta maravillosa tierra: es la pradera asoleada con los resplandores del Tabor, donde reina nuestra Señora tres veces Admirable en la porción de sus hijos escogidos, donde retribuye fielmente los dones de amor manifestando su gloria y regalando una fecundidad ilimitada. ¡Es mi terruño, es mi tierra de Schoenstatt!"
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27.10.2003
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