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 published: 2003-10-14

¡Felicidades, Juan Pablo II!

El Santo Padre celebrará el 25° aniversario de su elección

16 de octubre de 1978 - 16 de octubre de 2003: 25 años del pontificado

October 16, 1978 - October 16, 2003: 25 years or pontificate

16. Oktober 1978 - 16. Oktober 2003: 25 Jahre Pontifikat

 

¿Quién puede reunir hoy en el mundo y en semejante cantidad de países, el número de personas que logra convocar Juan Pablo II?.

Who else in the world could in a similar number of countries attract that number of people?

Wer sonst in der Welt könnte in einer vergleichbaren Zahl von Ländern so viele Menschen zusammenbringen wie dieser Papst?

 

Un signo de esperanza y dignidad humana

A sign of hope and human dignity

Ein Zeichen der Hoffnung und menschlicher Würde

 

El Papa en su última viaje a Pompeya

The Holy Father during his last trip to Pompeii

Der Heilige Vater bei seiner letzten Reise nach Valle di Pompei

Fotos: www.korazym.org, Archiv © 2003

 

 

 

ROMA, P. Alberto Eronti. Esta semana el Papa Juan Pablo II celebrará el 25° aniversario de su elección como Vicario de Jesucristo en la sede de Pedro. Han sido invitados a la celebración todos los Cardenales de la Iglesia y los Presidentes de las Conferencias Episcopales, miembros de la Curia, personalidades de la Iglesia y de la sociedad mundial. Como sumándose al clima de los festejos hay dos sucesos excluyentes: el adelanto del Consistorio creando nuevos Cardenales y la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta. Por estos motivos peregrinos de todo el mundo se darán cita en Roma, corazón de la Iglesia.

Celebrar en la fe es hacer memoria, es recordar trayendo al presente un suceso pasado. Es un recordar contemplativo de lo que ocurrió y de todo lo que sucedió desde entonces. Es sorprenderse y admirarse por "las grandes cosas que el Todopoderoso ha hecho en la pequeñez de su siervo", en este caso el Papa. Celebrar es, por eso, gratitud, alabanza y gloria a Dios, que nos ha regalado un hombre-instrumento-de-su-amor. Es constatar que el "Emanuel", el Dios-con-nosotros, sigue caminando los caminos del hombre y lo hace particularmente en hombres elegidos y colmados del Espíritu. ¿Qué decir de este 25° aniversario?. Sintetizar a Juan Pablo II es una tarea imposible. En estos días se dirán un sin fin de palabras sobre el Pontífice, seguramente todas ciertas, todas reales y cada uno escogerá su puñado de ellas para decir lo que para él ha sido y es este Papa. Aportaré algo, poco, sin ánimo de agotar nada, simplemente un pensar y sentir entre otros muchos.

Un místico y un apóstol

Es un Papa que vino del Oriente. En él se dio una síntesis particular de la catolicidad y la ortodoxia, riqueza viva de la Iglesia. Vino de un universo marxista que se estaba desmoronando y que él ayudó a que termine de caer. Vino con un pensar y sentir el Evangelio signados por una historia y una cultura diferente, aunque fuera europea. Tomó el nombre de Juan Pablo, no sólo en fraterno homenaje a su antecesor, sino como un "programa": la hondura y la sensibilidad mística de San Juan; junto a un amar y hacer del Apóstol de las gentes, diciendo y probando que el suyo también era y es un corazón para el mundo. Su lema personal: "Totus tuus", referido a María, no dejó de sorprender a muchos. ¡El Vicario de Jesucristo con un lema mariano!. Quizás fue la manera de entregarnos "su secreto" y su experiencia: quien es todo de María es, con Ella y como Ella, todo de Cristo y servidor de los hermanos. Su primera Encíclica fue justamente sobre el Redentor del hombre. Siempre se ha visto en la primera encíclica de un Papa el programa o línea de su pontificado. He tenido la gracia de concelebrar en diversas oportunidades la Sta. Misa con Juan Pablo II en su capilla privada. La experiencia fue cada vez la misma: su modo de orar y celebrar era un evidente sumergirse en la hondura de lo Divino. Cuando nos saludaba tras la celebración, parecía estar todavía bajo el impacto y la fascinación del Rostro contemplado. Es, sin duda, un místico y un apóstol.

Un pontificado "magno"

Su pontificado, realmente "magno", estuvo signado por un número incalculable de contactos y entrevistas personales con todo tipo de hombres y mujeres sin distinción. La producción escrita que nos lega en sus documentos y exposiciones orales, excede todo lo imaginable. La cantidad de viajes internacionales y dentro de Italia, como sus visitas a las parroquias de su diócesis romana, supera a todo lo visto hasta ahora. Su modo pastoral fue de alguna manera revolucionario, quizás por eso mismo no siempre comprendido y aprovechado. En nuestro lenguaje schoenstattiano diríamos que trabajó con corrientes e impulsos de vida. Esto sorprendió a una Iglesia no sensible a esta novedad, basta constatar lo poco que las iglesias locales aprovecharon la conmoción provocada por sus viajes. ¿Quién puede reunir hoy en el mundo y en semejante cantidad de países, el número de personas que logra convocar Juan Pablo II?. Fue el Papa del "centro", Roma, pero también el de "los confines". Conservador en la doctrina y sorprendentemente abierto en lo pastoral, como dicen algunos. Se constituyó, poco a poco, en "una luz colocada sobre un monte", "en levadura que fermenta la masa" y también en "un signo de contradicción". Su opción por Jesucristo fue el fundamento de su opción por el hombre, por todos los hombres. Nadie hizo más que él por la justicia y la paz en estos 25 años. Nadie como él impulsó el diálogo entre las naciones, los credos, las culturas, la política, la ciencia, el arte. Un no católico se preguntaba, mientras me miraba como buscando ayuda: ¿qué tiene este hombre que me fascina, que me hace sentir bien, que despierta en mí ansias de ser feliz, de ayudar a otros, de ser mejor…? Sí, ¿qué tiene?; mejor, ¿a Quién tiene?

El sentido de los años finales

¿Cómo está el Papa?, me preguntan muchos en estas últimas semanas. Todos estamos ocupados por su salud. Hemos de decir que el Papa está mal de salud. Decirlo no es novedad, todos lo ven en cada acto público y por los medios. Está mal de su Parkinson, esta mal de su artrosis, ya no camina, apenas puede ponerse de pie a veces, vemos como le tiemblan las manos o se seca la saliva con el pañuelo. ¡No lo querríamos ver así!, pero está así. Y así como está sigue siendo, tal vez más todavía, una bandera levantada, un signo de esperanza divina y dignidad humana. El, que en sus primeras palabras nos dijo: "no temáis, abrid vuestras puertas a Cristo", parece decirle a todos los ancianos del mundo: "no temáis vuestra vejez, llevad con sencillez y paz vuestros dolores, no perdáis la sonrisa y haced de vuestra edad un canto a la vida". No son palabras mías, son una síntesis de lo que he escuchado a muchos ancianos, es como si el Papa les hubiese regalado el sentido de los años finales. El Papa está mal, pero es difícil decir cuán mal está. La suya es una naturaleza sublimada por la gracia, no deja de estar débil, pero todo lo enaltece y transfigura, transformándolo así en mensaje.

Dios, origen y meta del hombre

Hay un sentimiento de "final". Esto no quiere decir que el final del Papa esté cerca, sólo Dios lo sabe. Pero hemos de aceptar este sentir y hemos de aprender a vivir con él. Quizás en una civilización que ha endiosado la belleza física, que rechaza el dolor y la muerte, que busca prolongar los rasgos juveniles – pero que paradójicamente hace que en los países más avanzados el promedio de edad sea cada vez mayor – el Papa hace de este momento suyo, como lo hizo de todos los otros momentos, un canto a la vida y la esperanza. Es como si nos dijera: lo importante, lo verdaderamente importante, es otra cosa, mejor dicho, es Otro. Dios, origen y meta del hombre.

Todo lo que Dios puede hacer en y por un hombre cuando éste se le entrega como instrumento de amor en sus manos

Con alegría y gratitud nos unimos a los millones que dicen de corazón: "Juan Pablo II, te quiere todo el mundo". "Es una exageración", le oí decir una vez. Seguramente no todos los aman, pero son muchísimos los que le admiran. Los últimos Pontífices fueron realmente grandes, de León XIII en adelante cada uno fue un gigante. Pero creo yo, y son muchos lo que lo afirman, este Papa se hará merecedor al título de "magno", "el grande". El futuro lo dirá, pero sin duda que ha sido y es un grande entre los grandes. Esta grandeza es un don, es un hacer del Espíritu. La persona del Pontífice nos enseña todo lo que Dios puede hacer en y por un hombre cuando éste se le entrega como instrumento de amor en sus manos. Sus enfermedades me duelen, pero las arropo con un manto de gratitud y ternura hacia quien es padre de y en la Iglesia, pero niño desvalido ante Dios y hoy también ante los hombres. ¡Qué misterio! Pero en el núcleo del misterio está Dios manifestando que es el aliado del hombre y por eso hacedor de su grandeza.

Santidad ¡yo voy a ser su cireneo!

El martes pasado en Pompeya y el miércoles en la audiencia general, el Papa ha pedido que recemos por él. Tiene clara conciencia que es la oración de la Iglesia lo que lo sostiene y alienta. Tomemos con seriedad y fidelidad esta petición, si siempre el Pontífice depende de la oración de todos, hay momentos en que esa dependencia es mayor y este es el caso. ¡Sostener al Papa!. Se trata de ser su "cireneo", como también Jesús lo aceptó para subir el Calvario cargando su cruz. ¡Qué hermoso regalo poder decirle al Santo Padre, Santidad yo voy a ser su cireneo! No sabemos cuánto tendrá que subir aún el monte, pero sin duda que nuestra solidaridad y le es indispensable y, a la vez, una experiencia de comunión intensa con la sede de Pedro, el hombre llamado a confirmar a sus hermanos. Comprometidos y de corazón le decimos: ¡Felicidades, Juan Pablo II!



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Last Update: 14.10.2003 Mail: Editor /Webmaster
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