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 published: 2003-09-09

La misión hecha vida

"Acógeme", un proyecto de jóvenes schoenstattianos de Chile para niños de la calle

Momentos de cobijamiento para los chicos de la calle: Acógeme, Chile.

Moments of having a home for the street children: Acógeme, Chile

Augenblicke des Zuhauseseins für Straßenkinder: Acógeme, Chile

 
 

Cada uno un hijo predilecto de Dios

Each one of the God's favorite child

Und jeder von ihnen ist Gottes Lieblingskind

 
 

Logotipo de "Acógeme"

Logo of "Acógeme"

Logo von "Acógeme"

Fotos: Vínculo, Octavio Galarze © 2003

 

 

 

CHILE, Vínculo. Un grupo de jóvenes schoenstattianos de Santiago de Chile, jóvenes en la Alianza, jóvenes para un nuevo orden social según la visión del Padre Kentenich, dedican su tiempo y su corazón a los niños de la calle. Toman en serio el compromiso social de Schoenstatt, como tantos hombres y mujeres de Schoenstatt especialmente en Latinoamérica. "Acógeme" es la misión de Schoenstatt hecha vida.

Claudio dejó el colegio. Y aunque dice que sigue estudiando para dar exámenes libres, la verdad es que no parece importarle mucho. Mientras: sobrevive, se abre un espacio, deambula, mendiga, juega. Más fácilmente de lo que se podría pensar, consigue a veces una bolsa con bencina para engañar al estómago vacío, o se aventura en los pasillos del Supermercado buscando minucias.

Es de sonrisa fácil este Claudio. Ya cumplió quince, pero nadie ha podido borrarle el infantil brillo de sus ojos, el gesto de niño que juega a ser hombre. Perdió – eso sí – el sueño tranquilo y reposado. Tal vez ni recuerde lo que es dormir en una cama. Perdió sus anhelos de niño y ha ido sacudiéndose la inocencia. No es malo (ni siquiera desordenado), pero encontrarse con él en marzo, a escasos dos meses de haber perdido el contacto, fue una lección rotunda de lo que dejan dos meses de vida en la calle.

Corazones vacíos

No ha querido volver a su casa, tal vez porque no ha conocido eso que todos llamamos casa. En cambio, prefiere un pedacito de suelo precariamente resguardado que comparte con otros niños y niñas. Todos viven en la calle, arrojados ahí por una historia común de padres ausentes o absolutamente despreocupados, casi siempre alcohólicos, drogadictos o delincuentes.

Según el Servicio Nacional de Menores (Sename), en Chile estos niños son cerca de siete mil. De ellos más del 8% evidencia consumo de drogas y alcohol, llegando a estados críticos de dependencia en el 60% de los casos. Muchos han vivido experiencias traumáticas de maltrato, abandono, abuso sexual y hasta prostitución, por lo que han sido sacados de sus casas o recogidos de la calle por los carabineros y derivados a alguno de los hogares de menores que integran la red del Sename.

La mayoría ha pasado por alguna de estas instituciones y, casi siempre, por más de una. Pero volver a verlos en la calle es una regla. Y es que no sólo se nota que el encierro los incomoda, sino que no parecen encontrar en estos lugares la motivación de sentirse queridos, valorados como personas... Especiales. No siempre han sido mirados como dignos hijos de Dios.

Dicho de otro modo, la mayoría no ha vivido una experiencia verdadera de familia. Se nota en sus rostros, caritas pequeñas que mezclan polvo y rudeza, con ingenua ternura; y que llevan impreso un ruego de protección. Son miradas urgentes, que un grupo de jóvenes se ha propuesto responder, llevándoles cada semana un momento de luz y alegría.

Un par de sueños

Son hombres y mujeres que trabajan para los niños y niñas de la calle. Schoenstattianos. Profesionales y Universitarios de Santiago. Jóvenes por un Nuevo Orden Social, que con su trabajo mantienen viva la ilusión de entregar calor y alegría a quienes más lo necesitan.

Lo hacen bajo la protección de María y convencidos de que su imagen materna – ejemplo infinito de amor, acogida y entrega – es la única forma de generar cambios en las conductas que mantienen a los niños en permanente riesgo social.

A la larga, es un sueño; pero está conjugado en presente. Y el sueño se llama ACÓGEME.

Surgido de dos iniciativas paralelas, en su fusión ha sido evidente la mano de Dios guiando cada paso. Por un lado: NAIM (Nuestra Ayuda Inspirada en María), una Corporación nacida en el seno de la Familia de Schoenstatt, dedicada al trabajo con niños y niñas de la calle. A pocos minutos del Santuario de Bellavista, la casa San José es el alma de NAIM y hasta ahí llegan cada día unos quince o veinte niños para jugar, comer, estudiar y recibir el cariño de los "tíos". Entrada la tarde, la casa se cierra y muchos de los niños regresan a su hogar, mostrando los frutos del trabajo realizado tanto con ellos como con sus familias.

Otros, sin embargo, vuelven como Claudio a dormir en los entretechos de algún Supermercado, e inspiraron el desafío de trabajar por una nueva casa. Una que funcionara día y noche, pensada para los niños que aún no habían logrado reinsertase en sus familias.

En eso estaba NAIM cuando conoció el proyecto que pretendía abrir la Casa Nazaret, la segunda mitad del sueño que hoy día persigue ACÓGEME. La idea era la misma, dar abrigo y alimento a los niños que deambulan por las calles cada noche, y entregarles una experiencia verdadera de familia, para que descubran el valor de la vida. Las ganas, idénticas. Y las carencias, el complemento justo de todas aquellas virtudes que el otro tenía para entregar.

Días y noches de trabajo

Así, con la fuerza de un voluntariado joven, dispuesto a ser el motor que consolidara el proyecto de una nueva casa de acogida, ambos caminos se hicieron uno. Apuntan desde entonces al trabajo con los niños de la calle, la consolidación de una estructura sólida para el proyecto, y la conquista de la Casa Nazaret, el primer gran paso que pretende dar ACÓGEME.

Trabajan en ello decenas de jóvenes voluntarios, que visitan a niños de La Florida, Puente Alto y Santa Rosa, en cinco turnos que se reparten entre el lunes y el jueves. Llevan lápices, juegos y cuanto tienen a mano para arrancarles una sonrisa, y aunque no siempre hay comida, la verdad es que poco se nota en medio de tantos abrazos. Para apoyar diariamente a los turnos está Alejandro, cuya experiencia con niños en riesgo social es valiosísima, sobre todo en el diagnóstico de los pequeños que podrían ser abordados por ACÓGEME.

Durante el día, en tanto, algunos de los voluntarios llegan hasta San José, para fortalecer el trabajo de los "tíos de la casa", ayudando a los niños en sus deberes escolares, ofreciendo talleres o simplemente acompañándolos. Los viernes se suman Juan y Lorenzo, seminaristas que enseñan el catecismo a los niños. Mientras la tía María prepara la comida, la tía Nelly – Directora de la casa – pone los ojos sobre sus niños y ve que todo funcione bien.

La llegada del jefe

Como una familia que marcha en perfecta armonía. Así se ve la casa San José.

Y así ha comenzado a gestionarse también el proyecto de ACÓGEME desde la llegada de José Manuel Jaramillo. Ingeniero comercial, José Manuel dejó su escritorio de analista internacional en un banco para asumir la Gerencia General de la Corporación. Un cambio radical, que según cuenta no ha sido sólo sacrificio.

"Me mantiene vivo poder soñar con esto – dice. Creer que es posible cambiar la vida de muchos niños; ver voluntarios trabajando todos los días para llevar a la Mater a los niños de la calle". Con él, son cerca de cien personas las que hacen realidad día a día el sueño de ACÓGEME, desde el presidente del directorio al más novato de los voluntarios.

Cien hombres y mujeres comprometidos con Dios, con el Padre y con cada uno de los "niños de la calle", para forjar un Nuevo Orden Social en el mundo. Cien corazones decididos, instrumentos de María que hacen vida la Misión del 31 de Mayo.

Usted puede ayudar a hacer posible este sueño.
Hágase parte de ACÓGEME llamando al + 55 2 291 5645.
www.acogeme.cl


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Last Update: 09.09.2003 Mail: Editor /Webmaster
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