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 published: 2003-04-17

Los jóvenes a quienes el Papa encarga el mañana de la historia y el ahora de la paz

Jornada Mundial de la Juventud 2003 - Semana Santa en Roma

El Papa durante la Misa del Domingo de Ramos en Roma

The Holy Father during the Palm Sunday Mass in Rome

Der Heilige Vater bei der Palmsonntagsmesse in Rom

 
 

Los jóvenes canadienses entregando la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud a un grupo de jóvenes alemanes

The youth from Canada passing on the World Youth Day Cross to a group of German youth

Kanadische Jugendliche übergeben das Weltjugendtagskreuz an eine Gruppe deutscher Jugendlicher

 
 

La cruz va a recorrer todas las diócesis alemanas

The cross will visit the German dioceses

Das Kreuz wird durch die deutschen Diözesen wandern

 
 

Peregrinación de la Cruz en Canadá

Youth pilgrimage with the Cross in Canada

Jugendwallfahrt mit dem Kreuz in Kanada

Fotos: Archiv © 2003

 
 

P. Alberto Eronti en la Plaza de San Pedro, Roma

Fr. Alberto Eronti on St. Peter's Square, Rome

P. Alberto Eronti auf dem Petersplatz in Rom

Foto: Eronti © 2003

 

 

 

ROMA, P. Alberto Eronti. La relación especial entre Juan Pablo II y la juventud - los jóvenes a quienes el Papa encarga el mañana de la historia y el ahora de la paz - se experimentó en los recientes eventos: la Jornada mundial de la juventud 2003 que celebró como obispo de la diócesis de Roma con los jóvenes de Roma - ocasión en que los jóvenes de Canadá entregaron la cruz de la Jornada Mundial de la Juventud a los jóvenes de Alemania para que peregrine por los países de Europa y Alemania en preparación a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia en el año 2005. Como en todo el tiempo de Cuaresma, también en la Semana Santa el tema del Papa es la paz, la paz de Jesús.

En el inicio del actual tiempo litúrgico Juan Pablo II destacó que "la cuaresma es el tiempo del amor". Primero del amor que se recibe, luego del amor que se da. El amor que se recibe. Se trata de la primera y esencial experiencia del hombre: ser amado por sus padres y el entorno "antes" de haber hecho nada para merecer el amor. Se trata, dice el Papa, del amor gratuito y puro, "sacramental" del amor de Dios a cada hombre. Este amor recibido es el que produce la necesidad de dar amor; "amor por amor" es la ley. (Cf. Jn.4,10-11). Pero, agrega el Pontífice, el amor que viene, como el que va, "necesita de caminos allanados, a esto le llamamos conversión, ‘vuelta’ hacia el amor".

Padre, perdóname a mí que no siempre sé lo que hago…

Dado el contexto del tiempo presente, hay dos acentos en el allanar: perdón y paz. Se trata, en definitiva, de arrebatar las bienaventuranzas que Jesús formula así: "Bienaventurados los misericordiosos" (cf. Mt.5,21-24), "Bienaventurados los mansos…, los limpios de corazón…, los que trabajan por la paz…" (Mt. 5,4-9). Tenemos la tendencia a pedir comprensión, perdón y misericordia, pero nos cuesta darlas. Nos quejamos de la agresividad del entorno, de la violencia y las guerras; pero nos cuesta ser pacificadores, fuentes de paz. He aquí lo que el Papa ve como un aporte urgente del discípulo de Jesucristo a la familia humana. Por ello nos invita a "cargar la cruz" y "subir a ella" para suplicar con Jesús: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Mt.23,34) y agregar con profunda sencillez: Padre, perdóname a mí que no siempre sé lo que hago…

Jornada mundial de la juventud 2003 en Roma

Al inicio de la "Jornada mundial de la juventud 2003", el Santo Padre afirmó: "Hemos de darle primacía a la contemplación". Se trata de un pensamiento que está en la Carta Apostólica sobre el Santo Rosario y que, en la lluviosa tarde del jueves 10, les recordó a los jóvenes que colmaban la Plaza de San Pedro. El encuentro fue muy emotivo, a pesar de la inclemencia del tiempo se creó esa particular relación entre Juan Pablo II y la juventud. Varias veces interrumpió su discurso para improvisar y aportar la experiencia de sus años juveniles. Ellos también le hablaron, hubo expresiones que conmovieron profundamente al Papa. Por ejemplo, cuando se le dijo: "tú eres nuestro padre y maestro", "tú eres nuestro guía". Finalmente quiso consagrar a todos los jóvenes del mundo a María y suplicó: "Hazles resplandecer con la belleza de Cristo…, ayúdales a responder a su vocación…, con ellos, también yo, me encomiendo una vez más a ti y con afecto confiado te repito: ‘Totus tuus ego sum’, ¡soy todo tuyo!…", e incorporando a cada joven a su pensar y sentir, agrega "Y también cada uno de ellos conmigo te grita: ‘¡Totus tuus!, ¡totus tuus!'. Amén".

Un momento de particular emoción se vivió cuando el grupo de jóvenes canadienses entregaron la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud al grupo juvenil alemán. La Cruz recorrerá las diócesis alemanas y presidirá el encuentro del Papa y la juventud en el futuro encuentro de Colonia. Una vez más constato lo importante que es para los jóvenes tener vivencias religiosas. Todas sus ansias de plenitud y realización parecen desplegarse cuando escuchan a Juan Pablo II hablándoles con cariño y confianza, invitándoles a buscar la felicidad en la belleza de Jesucristo.

María, dónanos tus ojos para descubrir en el crucificado la Vida del mundo

El domingo, 13 de abril, en la celebración del domingo de ramos, el Papa volvió a hablar a los jóvenes. Inició la homilía con una referencia a Jerusalem, ciudad de la paz. Recitó con energía el texto profético: "¡Alégrate Hija de Sión!, a ti viene tu Rey, justo, victorioso y humilde…para anunciar la paz…". Luego comenzó a hablarle a los jóvenes a los que invitó a acoger al Rey de la paz. Ellos, más que nadie, han de ser constructores y custodios de la paz, la que se funda -y tornó a repetir lo que dijo varias veces en los últimos días- en la verdad, la libertad, la justicia y el amor. En este contexto, asumiendo su ser "padre y maestro", les alentó a leer y meditar la Encíclica "Pacem in terris" ("Paz en la tierra") de Juan XXIII. No pueden ser "centinelas del mañana y constructores de la paz" sin fundamentos sólidos y sin una adhesión profunda y personal a Jesucristo, a lo que agregó: "Esto es lo que hizo María, que salió presurosa por los caminos llevando al Rey de la paz. Acoged el testamento de Jesús: He ahí a tu Madre. Hacedlo como el joven Juan que la recibe en su casa y vivirá con y para María. Juan le dará a ella su amor de hijo, el que aprendió del costado de Cristo; ella le regalará su amor inmaculado. ¡Vivid esto, queridos jóvenes! ¡Acoged a María en vuestra casa, que ella pueda realizar su ministerio materno, dejadla hacer en vosotros para que Cristo sea más en todos!". Luego, mientras su casulla roja flameaba al viento, hizo referencia a la confesión del Centurión: "Verdaderamente este hombre era hijo de Dios. ¡El hombre crucificado era hijo de Dios! María, dónanos tus ojos para descubrir en el crucificado la Vida del mundo. ¡Ayúdanos a abrazarlo y a confiarnos a él! ¡Ayúdanos a ser fieles hoy y toda la vida!".

Ahí sienten que el Papa les quiere, los abraza, les confía la Iglesia y el mañana

Cuando terminó la ceremonia, casi con media hora de atraso, los jóvenes despidieron al Papa y prolongaron su estadía en la Plaza. Juan Pablo II ha logrado que los muchachos y las chicas sientan la Plaza como su casa. Ahí, acogidos por esos "brazos" que constituyen las columnas de Bernini, sienten que el Papa les quiere, los abraza, les confía la Iglesia y el mañana. En esos momentos no dudan de que vencerán. No deja de sorprenderme cómo el Pontífice les habla directa y concretamente de Jesucristo, de María, de la formación personal y comunitaria, etc. Yo pensaba que nosotros tenemos un tesoro para ofrecerles: el Santuario y la presencia de María en él. En el "Acta de Fundación" del Movimiento hay un compromiso de la Virgen para con los jóvenes: "Entonces atraeré desde aquí los corazones jóvenes, y los educaré como instrumentos de amor en mis manos". He aquí nuestro aporte a los jóvenes a quienes el Papa encarga el mañana de la historia y el ahora de la paz.

Schoenstatt en Roma - Encuentro con seminaristas.

El domingo por la tarde tuvo lugar el segundo encuentro con el grupo de seminaristas latinoamericanos en el Santuario Cor Ecclesiae. Los nueve que participaron son diocesanos, sumándose a los del mes anterior un ecuatoriano y un mexicano. Fueron tres horas y media muy ricas e intensas, cuando llegó la hora de la partida costó arrancar. Uno de los jóvenes dijo: "¡Qué bien se está aquí!", no pude sino pensar en el Padre Fundador e imaginar su sonrisa…, ¡Qué bien se está en el Tabor de María!

Un año en Roma

El sábado 12 se cumplió un año de mi llegada a esta ciudad que el mundo llama "eterna". Llegué sin libreto, sólo con el encargo de abrir -junto con el P. Ludovico- la primera casa de los Padres de Schoenstatt en el corazón de la Iglesia. Al recordar este primer año, sólo tengo palabras de gratitud y alabanza a Dios "por las grandes cosas que ha realizado en nosotros" y en la fundación. La experiencia más profunda ha sido "ser llevado", ser guiado por una fuerza de amor hacia "la realización de los más profundos anhelos". Hoy, con el P. Ludovico, podemos decir "que el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres". Los proyectos se multiplican, los sueños crecen y sentimos que, con la Familia de Roma e Italia, estamos plasmando los sueños de nuestro Padre: hacer presente la iniciativa divina de Schoenstatt en la Iglesia, bebiendo de la vida de la Iglesia para volcarla a la Familia.



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Last Update: 17.04.2003 Mail: Editor /Webmaster
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