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 published: 2003-11-04

El Santuario Matri Ecclesiae en Roma

Una invitación para ayudar a construirlo

DOCUMENTACION

P. Oskar Bühler, Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt, Alemania

Queridas hermanas y hermanos en la Alianza:

Me alegro de poder estar con ustedes para contarles algo sobre la iniciativa que es un asunto de toda la Familia de Schoenstatt Internacional y despierta cada vez más interés: el Santuario Matri Ecclesiae de Roma.

Quisiera decirles algo sobre el Santuario Matri Ecclesiae, que vamos a construir este año y el año que viene, esperando que la Mater encienda sus corazones. Pero antes quiero hacer un breve comentario sobre el Santuario de Schoenstatt que ya existe en Roma, el Santuario Cor Ecclesiae, construido hace unos años por las Hermanas de Maria junto a su casa en el centro de la ciudad. En estos pocos años, mucho se desarrolló en y desde este Santuario. Muchas personas que viven en Roma o en sus cercanías, por primera vez se pusieron en contacto con Schoenstatt allí, encontrando en ese lugar su fuente de gracias. Gracias a las muchas relaciones y vínculos de las Hermanas, y al trabajo intenso de los dos Padres de Schoenstatt de Argentina presentes en Roma, Alberto Eronti y Ludovico Tedeschi, se ha despertado mucha vida en torno a este Santuario. Agradecemos todo esto, y también el que las Hermanas en Roma apoyen de todo corazón nuestros esfuerzos por el Santuario Matri Ecclesiae.

A partir de lo que paso a contarles sobre el Santuario Matri Ecclesiae, podrán deducir fácilmente tres perspectivas:

  • el Santuario Matri Ecclesiae tiene una cercanía especial al Padre Fundador
  • el Santuario Matri Ecclesiae tiene una relación especial al proceso de renovación despertado por el Vaticano II (1962-1965)
  • el Santuario Matri Ecclesiae es un Santuario de toda la Familia de Schoenstatt internacional por entero; de ahí que hablamos del Centro y Santuario Internacional de Roma.

I. Su historia

Les pido que me sigan con sus pensamientos al año 1965. Hacía tres años que el Concilio Vaticano II estaba reunido y había despertado grandes esperanzas para el futuro de la Iglesia..., muchos en la Iglesia anhelaron un nuevo Pentecostés. Hacía 14 años que el Fundador de la Familia de Schoenstatt, nuestro Padre José Kentenich, estaba en el exilio en Milwaukee.

Nosotros fuimos sacerdotes jóvenes y seminaristas, que estaban decididos a fundar nuevamente el Instituto de los Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt, siguiendo el camino del Fundador, y en estrecha unión con él (que aún no conocíamos). Al mismo tiempo nos preocupaban los problemas y necesidades de la Iglesia: la Iglesia comienza un camino hacia un futuro nuevo, y aquel a quien habíamos conocido como gran portador del espíritu para este futuro, está en el exilio. Parece que la Iglesia ni siquiera lo toma en cuenta.

Estos pensamientos despertaron en nosotros la decisión: nosotros vamos a Roma, no para protestar o para comenzar caminos diplomáticos, sino para rezar y ofrecer nuestro Capital de gracias. Vamos a Roma como peregrinos. Nuestro lema fue: "¡Llevamos su misión a Roma!". Esta peregrinación tuvo lugar en la semana de Pascua del año 1965. Alrededor de 100 Km. antes de llegar a Roma, nuestros hermanos de comunidad se bajaron del tren y peregrinaron tres días a pie a Roma. Ellos rezaron, meditaron y ofrecieron los dolores de sus pies.

Los peregrinos volvieron con gran entusiasmo y contaron a los que habían quedado en casa sus experiencias espirituales. Algo nuevo había comenzado a vivir en nosotros. ¡Y cuál fue la meta? En algunos hermanos de comunidad surgió la idea – que en la historia de Schoenstatt y también en la mente del Padre surgía de vez en cuando – de construir en Roma un Santuario de Schoenstatt, porque la misión de nuestro Fundador y de su Familia está íntimamente unida al Santuario. Poco a poco la idea entusiasmó también a otros hermanos de comunidad, que a su vez la comentaron con otros.

Mientras tanto, nuestro Fundador había llegado inesperadamente a Roma. Ustedes conocen la historia y sus detalles. Parte de esta historia es también el presidente de la Presidencia Internacional de aquel entonces: el Obispo Auxiliar Heinrich Tenhumberg. Ya durante los años del Concilio había pensado una y otra vez de qué modo se podría hacer conocer mejor a Schoenstatt en Roma y hacerlo presente allí. La idea de construir un Santuario en Roma encontró en Monseñor un buen eco. Al mismo tiempo se preguntó el Obispo qué podría regalar la Familia de Schoenstatt al Fundador para su cumpleaños que ya se acercaba. Iba a cumplir 80 años.

En una conversación con el Padre Kentenich en la Casa Pallotti, el día 22 de octubre, día de su rehabilitación, Monseñor le habló de la posibilidad de construir en Roma un Santuario de Schoenstatt, como regalo para su cumpleaños. Después de esta conversación, el Obispo anotó en sus apuntes del Concilio lo siguiente: "El Padre Kentenich contestó inmediatamente, muy espontáneo: Tal regalo aceptaría enseguida y con mucho agrado". Cuatro días más tarde, el Padre Kentenich, el Obispo Tenhumberg y el Obispo Bolte fueron al terreno Belmonte. Durante esta visita dijo nuestro Fundador que el Santuario y el Centro deberían "ser un regalo de la Mater. Eso sería algo así como la coronación de toda la Obra" (Según el relato del Obispo Auxiliar, el P. Humberto Anwandter participó también de esta visita).

Luego se logró conquistar también a los miembros de la Presidencia General para este plan. Durante el festejo de los 80 años del Padre, en la casa de las Hermanas de Maguncia, donde el Padre mientras tanto vivía, la Presidencia General le regaló al Padre la promesa de construir un Santuario en Roma. Por la tarde, durante una hora festiva en el terreno, dijo el Padre: "Queremos construir en la ciudad santa a nuestra querida Madre y Reina, a la Madre y Reina de Schoenstatt, un Santuario. Queremos que se establezca aquí, queremos traerla hacia aquí, para que también desde este lugar pueda obrar milagros en los campos de batalla".

Entre los schoenstattianos que supieron de este plan, la idea despertó gran entusiasmo. Muchos querían que aún durante el Concilio se comenzara a realizar algo concreto. Algunos muy entusiasmados pensaron que tal vez el Santo Padre pudiese bendecir la Piedra Fundamental durante la finalización del Concilio el 8 de diciembre. Pero hubo varias dificultades que no lo hicieron posible. Sin embargo, algo concreto sucedió este 8 de diciembre: se decidió colocar en el terreno Belmonte, en la Via di Boccea, una ermita, interpretando su "bendición" como una simbólica "colocación de la piedra fundamental".

Yo tuve la suerte de ser uno de los tres representantes de nuestra joven comunidad sacerdotal. El 7 de diciembre viajé a Roma, y a la noche tuve mi primer encuentro con nuestro Padre Fundador. Fue un momento muy emocionante, cuando me enteré que el Padre ya me llevaba en su corazón, a pesar de que me conocía solamente por algunas cartas que le había enviado a Milwaukee.

El 8 de diciembre, por la mañana temprano, nuestro Padre dio a los presentes, como en los días anteriores, una charla. Primero habló sobre el sentido de la fiesta de la Inmaculada, y luego sobre el tema que en los días anteriores ya había comenzado: el tema del Buen Pastor. Tuve la impresión de que hablaba de sí mismo: el pastor rodeado de su rebaño, el Padre en medio de su Familia.

Luego nos fuimos, sin el Padre Kentenich, a la Plaza de San Pedro para participar de la solemne Eucaristía final del Concilio Vaticano II. Habíamos llevado la ermita, para la cual el Padre había regalado la imagen. Queríamos que de esta manera la ermita, como símbolo de la piedra fundamental, recibiera también la bendición del Santo Padre.

Para la tarde habíamos planificado la colocación y bendición de la ermita en el terreno Belmonte. Tampoco de este acto pudo participar el Padre Kentenich, porque hacía tiempo que se había anunciado una visita que quería hablar con el Padre.

Por eso, antes de viajar al terreno, nos dio una conferencia "como introducción al acto festivo". Unos días más tarde escribí a mis hermanos acerca de esta introducción: "Lo que escuchamos en esta conferencia... fue mucho más que una introducción. Fue un programa para decenios y siglos. El modo de hablar del Padre nos hizo ver que no fue una simple conferencia. Todos los presentes se dieron cuenta de que eso no fue un momento común. El Señor Herberger (en aquel entonces Superior general de los Hermanos de María), lo expresó a nuestra vuelta así: Esta conferencia fue como un acta de fundación. Al día siguiente se lo comentó al Padre, y él le contestó que éste había sido el sentido de su conferencia. En momentos así, cuando alguien habla de esta manera, 'no se ven más a los hombres'". En la conferencia de la mañana lo experimenté como imagen del Buen Pastor, y durante esta conferencia de la tarde estuvo ante nosotros como el gran Profeta con una gran misión para la Iglesia.

Luego nos fuimos al terreno. En un acto sencillo, Monseñor Tenhumberg bendijo la ermita. Los representantes de las distintas comunidades expresaron sus pedidos. El P. Menningen nos dijo que la Presidencia General, por pedido del Padre, había entregado al Instituto Diocesano de Sacerdotes la responsabilidad por la construcción del Santuario y el Centro en Roma.

En aquel entonces nadie hubiera pensado que pasarían 37 años hasta que se consiguiese el permiso para la construcción. De esta larga historias quiero nombrar un solo suceso: en el año 1979 compramos en Roma una casa, en la cual el futuro Santuario tuviera por lo menos un lugar provisorio. Desde entonces existe un centro Padre Kentenich en Roma, en la Via Icilio 20. Allí ya está todo el interior del futuro Santuario, regalado por distintas comunidades y ramas. Y ahora podremos colocar, el 8 de diciembre, la piedra fundamental no solamente en sentido simbólico sino de verdad, y comenzar con la construcción del Santuario.

II. La misión

¿Qué misión tendrá este nuevo Santuario en Roma? tendrá la misión que toda la Familia de Schoenstatt internacional tiene para la Iglesia en el tiempo actual y venidero. En aquella conferencia que vemos como un acta de fundación, nombró nuestro Fundador esta misión de la siguiente manera (lo resumiré brevemente):

1. La Iglesia mostró en el Concilio una nueva imagen de sí misma. Nuestra misión consiste en ayudar a realizar esta imagen de la Iglesia en la vida. El Padre nombró tres elementos de esta nueva imagen de la Iglesia. Dijo textualmente: "Es una Iglesia que por un lado vive un espíritu interior, profundamente unidos a la tradición, pero que por el otro lado es inmensamente libre de formas rígidas y petrificadas. Debe ser una Iglesia profundamente fraterna, pero al mismo tiempo jerárquica, conducida y regida paternalmente. Se trata de una Iglesia que tiene la misión de ser alma de la cultura y del mundo actual y venidero.

2. Esta misión, de encarnar la imagen de la Iglesia en la vida, hemos recibido en la Alianza de Amor con María, la Madre de la Iglesia. María es verdaderamente Madre de la Iglesia, en todos los tiempos y épocas de la historia de la Iglesia. Su preocupación y tarea maternal para el tiempo de hoy y del mañana tiene que ver con esta nueva imagen de la Iglesia. Desde el Santuario, desde todos los Santuarios, Ella quiere ayudar a la Iglesia a hacer vida esta nueva imagen.

El Santuario de Roma lleva por eso el nombre "Matri Ecclesiae". Este título tiene un doble significado:

  1. Nosotros regalamos el Santuario a la Madre de Dios como Mater Ecclesiae, como Madre de la Iglesia, y pedimos que desde el Santuario, obre como Madre de la Iglesia.
  2. Y nosotros regalamos este Santuario a la Mater Ecclesia, la Madre Iglesia - a la Iglesia que es nuestra Madre -, y queremos decirle que con todo lo que nos es regalado en el Santuario, queremos ayudar a realizar lo que los Obispos y el Papa han visto como necesario en el Concilio Vaticano II.

III. Invitación

De todo lo que les he podido decir, habrán intuido lo siguiente:

Este Santuario no es solamente un Santuario romano o italiano. Tampoco es un Santuario de los sacerdotes diocesanos. Es un Santuario de toda la Familia de Schoenstatt internacional. De alguna manera hay una similitud entre el Santuario Original y éste: es de todos.

Por eso he venido hasta ustedes, para invitarlos en nombre de nuestro Instituto, en nombre de muestro Director General, el Dr. Wolf, a construir con nosotros este Santuario y Centro. Esta ayuda de todos, la veo de una triple manera:

Para construir un Santuario de Schoenstatt se necesita en primer lugar contribuciones al Capital de gracias. Cuando en el año 1990 se pensó que el Santuario en Roma se construiría pronto, escribió el P. Francisco Javier Errázuriz, en aquel entonces presidente de la Presidencia Internacional, a todos los Institutos y Federaciones, que este Santuario necesitaba las contribuciones de toda la Familia internacional de Schoenstatt.

Cada Santuario tiene una misión. Ayudar a construir significa asumir esta misión. Por eso los invito también a estudiar lo que nuestro Fundador dijo acerca de este Santuario y a insertarse en esta misión.

Y finalmente, un Santuario y un Centro necesitan no solamente Capital de gracias sino también dinero. Este pedido lo expreso tímidamente. Si alguien tiene la posibilidad de ayudar también financieramente en la construcción del Santuario, estaríamos muy agradecidos.

Con la construcción en comunión de toda la familia de Schoenstatt del mundo quedará claro que desde muchos Santuarios en los países del planeta, invisibles hilos los entrelazan con el Santuario Matri Ecclesiae en Roma. Así como el Santuario Original está conectado con los Santuarios filiales, estos hilos, estos puntos de enlace se entrelazarán en el Santuario internacional de Roma. Está previsto hacerlo visible de manera gráfica. En el piso del Santuario habrá una apertura, cubierta con un vidrio, donde se depositarán símbolos de todos los Santuarios del mundo - incluso de futuros Santuarios.

Les agradezco a ustedes y a la Familia de Schoenstatt en su país, ya por anticipado y cordialmente, por todo lo que puedan aportar a la fecundidad del Santuario de Roma.



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