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Un testimonio conmovedor del amor y de la vida
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 published: 2008-08-08

Julia

Un testimonio conmovedor del amor y de la vida

 

Julias Tauftag

El día del bautismo de Julia

The day of Julia’s baptism

Julias Tauftag

 

Julia, du hast deine Sendung auf Erden schon erfüllt…

Julia: misión cumplida…

Julia: you have fulfilled your mission

Julia, du hast deine Sendung auf Erden schon erfüllt…

Fotos: Ghelardi © 2008

 
   

BRASIL. Luciano y Flavia Nunes Costa Ghelardi, – miembros de la Federación de Familias de Campinas, San Pablo – y sus tres hijos tuvieron la felicidad de que naciera una nueva hija en la familia, pero también el gran dolor de que después de pocos meses debieran devolverla a Dios. Es conmovedor ver como esta familia pudo sobrellevar el corto tiempo de vida de Julia. Puede ser un testimonio alentador para la vida, en estos tiempos decisivos en que se piensa de una manera tan distinta.

Por eso Luciano y Flavia están dispuestos a relatar aquí su experiencia.

Julia: celebramos la vida.

En el cuarto mes de gestación de nuestra cuarta hija, Julia, descubrimos que había algo anormal en el bebé. Según la opinión del médico genetista, probablemente era un síndrome raro (enanismo tanatofórico), y el bebé moriría poco después del parto. Había riesgos también para la madre. El médico recomendó hacer un examen del líquido amniótico. Si se confirmara el diagnóstico podríamos pedir autorización judicial para realizar un aborto, pues, según él, "no valía la pena sufrir con un embarazo en el que el bebé moriría"... y tendríamos que pensar en el bienestar de nuestros otros hijos sanos. Decidimos no hacer el examen, pues el mismo procedimiento podría provocar un aborto.

Nuestra hija tenía una misión que cumplir, y por más dolorosa que fuera, no teníamos derecho de interrumpir su vida, apenas para "evitar más sufrimientos". El sufrimiento es un sentimiento imposible de evitar. Todo el mundo sufre. Nosotros, como padres, tenemos la misión de enseñar a nuestros hijos a sufrir y no intentar impedir que ellos sufran. El embarazo prosiguió con muchos problemas y Julia nació el 8 de noviembre de 2007, después de un parto muy complicado. La llevaron a la unidad de terapia intensiva, donde fue confirmado el enanismo tanatofórico. Ese mismo día su madrina pudo entrar por algunos minutos a la unidad de terapia intensiva y la bautizó de urgencia. Los médicos le pronosticaron pocos días de vida. Pero la pequeña Julia superó todas las expectativas. Fueron meses de mucho dolor. Ella sufrió mucho. Le hacían exámenes diarios, solo se alimentaba por una sonda y estuvo mucho tiempo entubada para poder respirar.

El día del bautismo

Además de esto, tenía una fiebre inexplicable, pues los exámenes siempre eran negativos para una infección. A pesar de la fiebre, su estado general siempre era bueno, lo que intrigaba mucho a todos los que estaban directamente involucrados en su cuidado. El 2 de febrero, con permiso especial de los médicos, se pudo completar la ceremonia del bautismo de Julia, con la presencia del sacerdote, de nosotros, sus padres, y de los padrinos. Todo en la unidad de terapia intensiva. Algunos días después de la ceremonia, todos pudieron testimoniar una gracia muy grande: Julia comenzó a respirar por sí misma. Utilizaba apenas un pequeño soporte de oxígeno y por primera vez los médicos hablaron de la posibilidad de llevarla a casa. Fueron quince días maravillosos. Pudimos tomarla en los brazos, y como no recibía medicación, interactuaba más con nosotros y hasta sonreía. Después de este tiempo volvió a empeorar y estuvo otros 15 días entubada.

Pero una vez ella misma retiró el tubo y consiguió estar el resto del tiempo con un mínimo soporte de oxígeno. A veces con mascarilla, otras veces con un catéter nasal. Pasaron cinco meses y once días hasta que en el hospital nos llamaron para darnos la triste noticia de que ella había partido a la casa del Papá del cielo. Según el equipo que estaba con ella ese día todo sucedió muy rápido. Su corazoncito simplemente se detuvo y el médico no consiguió reanimarla. Partió en paz. A pesar de todo el sufrimiento, nuestros corazones se regocijaron de felicidad en los pocos momentos en los que pudimos estar con ella, agradeciendo a Dios por habernos dado el privilegio de ser sus padres. Nuestra familia maduró y se unió mucho con la venida de Julia. El dolor que sentíamos diariamente, la sensación de impotencia durante su sufrimiento, eran inmensos. Pero no podemos imaginar nuestras vidas sin ella.

Una carta de Julia

Después de la muerte de Julia sus padres escribieron – en su nombre – una conmovedora carta de gratitud a todo el personal de la unidad de terapia intensiva neonatal, que había acompañado durante esos meses esa pequeña y valiosa vida.

"Querida familia de la unidad intensiva neonatal:

Le inspiré a mi mamá para que les escriba esta cartita para darles las gracias. Quisiera agradecerles a todos y a cada uno de ustedes por todo lo que hicieron por mí en estos poco más de cinco meses que pasamos juntos. Por el cuidado con que me rodearon, por los "caramelitos" a la hora de los exámenes – para que no sufriera tanto – por el cariño con que me pusieron en mi camita, por los muchos baños para refrescarme y bajar aquella fiebre que parecía no querer bajar nunca, por el sueño perdido para intentar entender lo que estaba pasando conmigo.... Gracias por la cuna, que me permitió estar más cómoda. Porque me arroparon y me perfumaron, por las "carpas" que me pusieron para que la luz no me molestara, por las sopitas y por el jugo, en fin, porque me hicieron sentir en casa. Ustedes fueron una verdadera familia para mí. Finalmente pasé mucho más tiempo con ustedes que con mis padres y hermanos. Sé que después de mi nacimiento muchos creyeron que no viviría mucho tiempo y por eso no querían encariñarse conmigo.

Pero a los pocos días fui conquistando a todos con mi mirada vivaz y penetrante. Que no desistía de luchar por la vida, por un poco más de oxígeno, por un poco más de tiempo. Ahora estoy muy bien. Plenamente feliz, juntito a Papá del cielo y en los brazos de nuestra Madrecita, sabiendo que cumplí mi misión en la tierra. No siento más dolor, falta de aire, ni cansancio. Estoy con otros amiguitos que también pasaron un tiempito con ustedes y vinieron para aquí poco ante que yo, y agradecen conmigo: Cayo (hermano de Pedro), Mariana, Mateo, Lara (hermana de Luana) y la otra Julia. Sé que existen otros, pero todavía no los he conocido, solo hace pocos días que llegué aquí... Mi misión fue – y sigue siendo – mostrarles a todos que LA VIDA VALE LA PENA

La vida es el mayor regalo que recibimos del Papá del cielo

La vida es el mayor regalo que recibimos del Papá del cielo y debemos cuidarla con mucho cariño, no apegándonos mucho a los bienes materiales y no perdiendo nuestra salud con preocupaciones inútiles. Lo que realmente importa en nuestra vida es el AMOR. Cuánto fuimos amados y cuánto amamos. Para amar y ser amados no necesitamos tener un cuerpo perfecto ni gozar de buena salud (de esto tengo total certidumbre), sino apenas la voluntad de amar y la disponibilidad para el sacrificio. El sacrificio y el dolor purifican y aumentan el amor. Ustedes entenderán plenamente por qué digo esto cuando estén aquí conmigo. Yo no llegué a ver la luz del sol, no comí chocolate, no salté en el mar, en fin, no disfruté de ninguno de los placeres de este mundo. Pero viví plenamente mi vida, pues fui muy amada y amé a los demás.

Amé tanto que, cuando comprendí que mi estadía en el hospital se ponía complicada, pues ya no era más recién nacida y precisaba dar mi lugar a algún otro bebé más necesitado, y que mi mamá no aguantaba más, que estaba muy cansada por tener que visitarme todos los días, le pedía a la Madrecita del cielo que viniese a buscarme, pues había llegado la hora. Sé que la separación es difícil y duele bastante, pero estaré siempre con ustedes, ayudando en lo que necesiten. Como lo dijo Jesús mismo, el Reino de los cielos es de los niños, entonces desde aquí puedo hacer mucho. Cuando las cosas estén difíciles por ahí, acuérdense de mí y pueden pedir, que yo ayudaré. Amen mucho y amen a todos, que les garantizo que la recompensa será inmensa: un lugar aquí, en el Paraíso. Ahora me despido, agradeciendo una vez más por todo y en la esperanza de poder volver a verlos un día.... Con cariño, JUJU"

Flavia sigue contando: "algunas personas nos tienen por locos, porque nos hemos decidido de esta manera. Pero nuestros corazones ahora están llenos de paz porque Julia pudo realizar su misión en la tierra. Sí, su misión incluso continúa, pues ahora trabajo como voluntaria en el hospital y ayudo a otras madres que están en situaciones similares, con todo el cariño posible, a cuidar a sus hijos que están en la unidad de terapia intensiva por largo tiempo. Este testimonio a favor de la vida es una tarea maravillosa".

Traducción: aat, Argentina

 


 

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Last Update: 08.08.2008