"Otro mundo es posible"

Misiones universitarias católicas 2008 en Paraguay

Una experiencia de servicio comunitario An experience of common service Eine Erfahrung gemeinsamen Dienstes
Es una familia que me enseñó muchas cosas y me sigue animando a ser diferente... A family that inspires me to make the difference Eine Familie, die stark macht, gegen den Strom zu schwimmen
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Compartir la alegria de vivir Share the joy of life Lebensfreude teilen Fotos: Estela Franco/Revista Tuparenda © 2008

PARAGUAY, Nadia Villalba. "En el mes de julio – como todos los años – vamos a las misiones familiares", comenta Rosa Ruíz Díaz, abogada que vive en Asunción. Hay estudiantes que acaban de volver de las Misiones universitarias 2008 y ya planean las próximas. Ir a las misiones – para innumerables jóvenes y familias – ya es parte de su vida como schoenstattianos, como cristianos, como personas, como discípulos misioneros. Descubrieron sus vocaciones personales en el servicio a los más necesitados; crearon amistades, han experimentado la auto-evangelización hasta lo más profundo del corazón, se han enamorado para siempre de la Peregrina que llevan a las casas... Hace unos días me dijo un amigo: ‘Y pensar que hay muchos jóvenes que no tienen ni idea de esto’, refiriéndose a una experiencia de servicio comunitario, a la palabra compromiso, a ese lenguaje repleto de sonrisas y miradas de esperanza que descubrimos al iniciar al alegre camino de ser discípulos y misioneros de Cristo".

La vida es como un rompecabezas, cada pieza es el recuerdo de lo que vamos construyendo; las dificultades, las victorias, los fracasos. La gran Familia de las Misiones universitarias católicas es una pieza pequeña, pero inmensa en significado. Es una familia que me enseñó muchas cosas y me sigue animando a ser diferente y a caminar por lo que realmente vale la pena, jugándome para descubrir ese lenguaje de amor que es el canal del misionero.

La Misión se vive cada día, con amor, sencillez, responsabilidad y esfuerzo.

Siguiendo el ejemplo de María, nuestra primera misionera que, luego de reconocer "ser nada ni nadie", dijo Sí al llamado del Señor. Un Sí desinteresado, sin condiciones. Ella se lanzó a un mundo desconocido a pesar de las consecuencias "muy complicadas" de su tiempo, cultura y miles de factores. Dio a luz, en compañía de José, su perseverante y fiel compañero, a un bebito tan chiquito e indefenso en el lugar más pobre, en compañía de los más humildes pero de inmenso corazón. Un bebito que luego, como nosotros, creció con sus dudas y sueños, que fue, es y será nuestro gran ejemplo de misionero, el más grande servidor y buscador de paz y justicia.

Jesús nos enseñó que "otro mundo es posible" y que de los excluidos, pobres y de "los que no son nadie" es el reino de los cielos. Él, que se enfrentó a los poderosos y que con ternura jugó con los niños, ese mismo Jesús, ese Dios con nosotros, hoy nos convoca nuevamente, nos elige cada minuto, pese a nuestras limitaciones a "ser más para servir mejor".

Ser misionera universitaria no es muy fácil, implica vivir cada día la misión encomendada con sencillez, esforzándose al máximo, responsabilizándose en cumplir las tareas...sobre todo significa dar testimonio del amor de Dios en un contexto de apatía, individualismo y exceso de informaciones e invitaciones a "seguir la corriente" siendo indiferentes a la realidad que vive nuestro país. No obstante, los mensajes son constantes, las experiencias vividas nos demuestran lo pequeños que somos en este mundo y que "no nos sirve de nada ganar el mundo entero si nos perdemos a nosotros mismos". Por eso cada día agradezco a Dios por convocarme al "equipo titular" de su selección, por animarme a seguir construyendo realidades distintas y compartir con la gente la alegría de vivir, respirar, soñar y crecer en este discipulado joven y repleto de esperanzas.

Fuente: Revista Tuparenda, abril 2008