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Del Santuario de Belmonte, Santuario en la vecindad del Santo Padre
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 published: 2008-01-18

Luz, esperanza y familia: Mensaje navideño de Benedicto XVI

Del Santuario de Belmonte, Santuario en la vecindad del Santo Padre

 

Petersplatz

San Pedro

St. Peter’s

Petersplatz

Foto: Angie Santos © 2008

 

ROMA, Francisco Nuño. El Cardenal Camillo Ruini, Vicario del Papa para la ciudad de Roma, convocó a los fieles de la ciudad a reunirse este domingo en la Plaza de San Pedro, durante el rezo del Ángelus, para expresar su solidaridad con Benedicto XVI luego de la suspensión de su visita a la Universidad "La Sapienza" de Roma. El Pontífice iba a inaugurar el año académico de la Universidad, pero la amenaza de protestas violentas por parte de un grupo de alumnos y profesores llevó al Vaticano a anunciar la suspensión de la visita. La vergüenza de toda Italia es grande, y muchos están profundamente entristecidos por lo que ha ocurrido. Desde el Santuario de Belmonte se dirigen las oraciones y la solidaridad de la Familia de Schoenstatt al Santo Padre.

El Centro internacional de Schoenstatt en Roma con su "joya" en la cumbre del terreno de Belmonte, el Santuario Matri Ecclesiae, está situado a ocho kilómetros de San Pedro, a unos diez minutos de auto de la residencia del Santo Padre Benedicto XVI. En una urbe tan grande como Roma podemos considerarnos como "vecinos" del Papa. En muchas ocasiones nuestros conocidos y amigos piensan que debido a la cercanía del Vaticano, nosotros, los que vivimos en Roma, asistimos a todos los actos públicos, liturgias y eventos en los cuales es protagonista el Vicario de Cristo. Aunque así nos gustaría, la vida diaria - y las dificultades propias de acceder a las entradas o pases necesarios - lo hacen materialmente imposible. Sin embargo el Santo Padre es nuestro obispo, es de todos pero especialmente es el obispo, el padre de los habitantes de Roma.

Es cierto que cuando vives aquí y te alejas por algunos días de esta ciudad universal, la echas de menos y recuerdas con especial cariño todo lo que ella ofrece, especialmente la persona del Papa, el Vicario de Cristo, con sus miradas y gestos tan sugestivos a los que estamos acostumbrados a ver casi a diario por la televisión italiana. Y es lo que nos ha sucedido también a nosotros, al estar unos días fuera de Roma (fuimos a Madrid, a pasar la Navidades con nuestros hijos y nietos).

Hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra

Para contrarrestar los efectos de la ausencia me prometí estar en esta ocasión especialmente atento a las palabras y a las enseñanzas del Papa durante el tiempo navideño. Hoy quiero ofrecer a mis lectores y amigos algunas reflexiones sobre su mensaje en estas fiestas, que ha sido especialmente fecundo: Desde el último domingo de adviento hasta la fiesta de la Epifanía Benedicto XVI se ha dirigido públicamente a los cristianos y a los hombres de buena voluntad en más de doce ocasiones. Nos ha ofrecido cuatro homilías en las Eucaristías festivas de estos días, cuatro alocuciones durante el Ángelus de las doce del medio día, dos intervenciones en las audiencias generales, un discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede y dos Mensajes, uno "Urbi et Orbi" en el día de Navidad y otro para la Jornada mundial de la paz. Sus palabras en los actos públicos de estas fechas abarcan más de cuarenta páginas, que el lector interesado puede encontrar en diferentes idiomas en el "sitio" de Internet del Vaticano y en otras publicaciones de la Iglesia.

Me atrevo a destacar tres palabras del contenido de su mensaje: luz, esperanza y familia. En las tarjetas de felicitación navideña escritas y firmadas de puño y letra por el Papa para la Navidad de 2007 podemos leer: "Hodie descendit lux magna super terram" (Misal Romano). Hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra. Son las mismas palabras con las que el Papa inicia también su última homilía navideña en la fiesta de la Epifanía. Una luz que se ha manifestado en el devenir histórico de la humanidad, una luz que iluminó e ilumina la alianza de amor de Dios con su pueblo, desde la familia de Noé, pasando por la vocación de Abraham al dar cumplimiento al gran diseño divino de hacer de la humanidad una familia, llegando en "los últimos tiempos" a un pueblo nuevo (la Iglesia) con el que llevar a su plenitud en Cristo la alianza eterna: "El mismo, verdadero Dios y verdadero hombre, es el Sacramento de la fidelidad de Dios a su plan de salvación para todo la humanidad, para todos nosotros". Él es la luz que brilla en las tinieblas. Se nos ha dado una luz; Dios es luz y en él no hay tinieblas (1 Jn, 1,5) Sin embargo, todos han visto la estrella, pero no todos comprendieron su mensaje.

El déficit de esperanza

En el misterio que encierran estas últimas palabras podemos encuadrar la segunda "palabra clave" del mensaje navideño del Papa: la esperanza. En las diversas intervenciones navideñas Benedicto XVI ha pedido a todos los hombres de toda nación y cultura a acoger el mensaje de luz y esperanza que es Cristo, Hijo del Padre y Creador de todos y de toda la humanidad. Me ha llamado la atención especialmente aquellas palabras de la homilía del ultimo día del año en donde habla del "mal de la oscuridad de la moderna sociedad de occidente" que vive con un "déficit de esperanza" y me he sentido interpelado a descubrir mi "déficit personal de esperanza". Tanto aquí como en otras intervenciones de estos días el Vicario de Cristo nos invita a leer y a reflexionar el texto de su última Encíclica "Spe Salvi". Podríamos afirmar que la esperanza es el nuevo nombre de la Navidad. Es una esperanza para todos, que viene asegurada por el amor de Dios por todos y cada uno de nosotros. Es la esperanza que nos salva de las ataduras del materialismo, del paganismo y del consumismo imperante en la sociedad.

El Papa nos muestra también a "María como signo de segura esperanza y de victoria definitiva del bien sobre el mal". Si la vida es camino, camino que con frecuencia se vuelve oscuro, duro y escarpado, - dice el Papa - ¿qué estrella podrá iluminarlo? En su Encíclica nos sugiere que miremos a María como a la gran "estrella de esperanza", la Madre que mantuvo la esperanza en la misma cumbre de la tribulación y que hoy nos pide a nosotros que no nos desanimemos cuando el sufrimiento y la muerte llaman a las puertas de nuestros hogares, que contemplemos con confianza nuestro futuro y que seamos hermanos unos de otros, unidos en el compromiso de construir juntos un mundo más justo, solidario y pacífico. Vale la pena leer también las homilías y mensajes navideños en clave mariana. Las cuarenta y más páginas de lectura nos ofrecen una mariología verdaderamente atrayente y sugestiva. El Papa nos invita a ir a la escuela de María en nuestro camino de fe, la mujer que con su "sí" abrió la puerta de nuestro mundo a Dios y que como Madre de Dios y en una estrecha e íntima unión con Cristo, su Hijo, se ha hecho su colaboradora en la obra de la salvación de toda la humanidad.

"Familia humana: comunidad de paz"

"Familia humana: comunidad de paz" es el título del mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz. En él Benedicto XVI nos presenta a la familia como la primera "agencia de paz", y como prototipo de toda organización social. En un acertado paralelismo entre la familia, constituida por un hombre y una mujer, y la familia humana nos regala en su mensaje importantes reflexiones sobre la familia, la comunidad humana, el medio ambiente y la economía. El Papa dedica además una parte considerable del texto al aspecto de la familia, la comunidad humana y la ley moral. Ante la relatividad imperante en nuestras sociedades occidentales, en donde las leyes que regulan la convivencia de los ciudadanos son el resultado de consensos y acuerdos entre los diversos partidos políticos presentes en el poder y en donde se le niega a los pastores de la Iglesia a opinar sobre la moral ciudadana, el Vicario de Cristo recuerda que "la Iglesia se ha pronunciado muchas veces sobre la naturaleza y la función de la ley; la norma jurídica que regula las relaciones de las personas entre sí, encauzando los comportamientos externos y previendo también sanciones para los transgresores, tiene como criterio la normal moral basada en la naturaleza de las cosas... Las normas existen, pero para lograr que sean eficaces es preciso remontarse a la norma moral natural como base de la norma jurídica, de lo contrario ésta queda a merced de consensos frágiles y provisionales." (Mensaje, 1º de enero 2008, Nº. 12). Termina su mensaje recordando a María, la Madre del Hijo de Dios y Madre de todos.

 

 

 

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Last Update: 18.01.2008