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El P. Jorge bautizando a un niño wichí Fr Jorge baptizing a wichí child in Santa Victoria Este Pfr. Jorge tauft ein Wichi-Kind in Santa Victoria Este |
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Cada mañana, la salida desde el albergue municipal Each morning, the Schoenstatt missionaries set out ... Jeden Morgen brachen die Schönstatt-Missionare auf… |
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Una vivienda wichí de madera con una lona de plástico A wichí house made of wood and plastic foil Eine Wichí-Hütte aus Holz und Plasitikfolie |
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Las cámaras llamaban la atención de los más chicos. The camaras attracted the attention of the youngest ones Die Fotoapparate machten vor allem die Kleinsten neugierig |
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Las mujeres buscan la leña y el agua. Women collecting wood and water Die Frauen sind fürs Hols- und Wasserholen zuständig Fotos: Tomás Garón © 2007 |
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ARGENTINA, Tomás Garzón de la Roza, Nos sentimos llamados a ir, y eso hicimos. Sin pedir manuales de instrucciones ni proyectar objetivos concretos, nos embarcamos en un largo viaje a ese mundo color sepia, con una sencilla consigna devenida lema: "Dale tu mano". A cada momento y en cada persona, hubo algo que aprender, algo que despertó reflexiones, tristezas y emociones en cada uno de nosotros. En adelante, el compromiso es ante todo no olvidar, y encontrar vías para colaborar de forma concreta con Santa Victoria Este.
Al dejar la ciudad de Salta, lentamente comenzó a desvanecerse la experiencia misionera que creíamos tener. Era evidente que nos alejábamos de nuestro mundo, que aunque muy complejo, es seguro y conocido. Desde Tartagal −la ciudad más cercana a nuestro destino final− en adelante, el paisaje se transforma en un reflejo más de la pobreza y el olvido reinantes. Aridez, caminos precarios que se inhabilitan con cualquier llovizna, vegetación seca y destruida, y escasez de recursos para caza y recolección son los síntomas concretos.
La sensación con la que llegamos al pueblo principal de este remoto municipio fue sin embargo paradójica. En ese lugar recóndito aparecen signos contradictorios: no hay apoyo estatal de ninguna clase, pero hay propaganda política. Hay algunos vehículos, pero es muy difícil conseguir combustible. No hay periódicos ni publicaciones de ningún tipo, pero algunas precarias viviendas exhiben antenas satelitales de TV. Pequeños grupos de cerdos y de gallinas se divisan fácilmente por el pueblo; mucho más trabajoso resulta para estos animales encontrar alimento.
La esperanza está en personas concretas
Vamos comprendiendo de a poco el panorama, aunque la primera gran certeza permanece inmutable: Santa Victoria Este necesita ayuda. Y se agrega una segunda verdad algo más alentadora. Existen algunas personas que diariamente entregan su trabajo por este lugar, dándole esperanzas y extendiendo sus horizontes. Las maestras escolares, muchas de ellas provenientes de lugares mejores, hacen de su profesión un acto heroico cotidiano. También son las que mejor comprenden esa realidad y las que con más fuerza reclaman progreso.
Otro de los "centros de esperanza" de Victoria es el convento de las Hermanas Franciscanas Misioneras, una congregación de origen catalán. Allí viven tres Hermanas (Nora, Anunciación y Vilma) que se entusiasman con cada mano extendida que llega. Con sus actividades –comedor infantil, cursos de computación, radio, talleres de oración, etc.- se han transformado en una piedra angular de la vida en el pueblo. Con ellas comprobamos que siempre hay un futuro, una luz encendida cuando hay gente entregando sus energías por una tarea noble.
El misterio esencial de la presencia de Jesús
Un día antes de llegar a Santa Victoria, la camioneta que nos iba a llevar por los parajes durante la misión se descompuso. Eso nos obligó a valernos de cualquier recurso para poder salir a recorrer el monte y todas las personas que allí viven en pequeños asentamientos. El Padre Jorge Díaz, párroco de la zona, coincidió en su visita mensual con nosotros, y por eso pudimos acompañarlo en sus recorridos durante algunos días. Con gran optimismo y sencillez, alejado de toda frivolidad litúrgica, el Padre Jorge nos acercó a la experiencia esencial del encuentro con Jesús. Gracias a Dios, experimentamos la gracia de su presencia en ese lugar que todos parecen olvidar.
El pequeño paraje de San Miguel celebraba a su patrono con una misa en su nueva capilla, una pequeña construcción sin paredes, de cemento y techo de chapa. También, tres primeras comuniones y un número espontáneo y sorprendente de bautismos, de los cuáles la mayoría eran de niños aborígenes. Bajo el sol del mediodía, mientras llegaban los médicos misioneros que nos embarcaron en este proyecto, vivimos una Misa auténtica, verdadera, cargada de emoción sincera.
Próximo artículo pronto.
¡Seguimos necesitando tu apoyo para seguir adelante!
- PARA COLABORAR CON ESTE PROYECTO MISIONERO: Agustín Trovato: agustintrovato@hotmail.com
- PARA COLABORAR CON EL PROYECTO DE ATENCIÓN SANITARIA: Dr. Alejandro Nolazco: nolazale@hbritanico.com.ar