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Encuentros del P. Nicolás Schwizer con el Padre y Fundador
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 published: 2007-09-11

El gran modelo de vida para mí y para todos nosotros, que somos sus hijos y seguidores

Encuentros del P. Nicolás Schwizer con el Padre y Fundador

 

Pater Kentenich, das große Lebensmodell für alle, die seine geistliches Söhne und Töchter und seine Jünger sind

El Padre Kentenich, el gran modelo de vida para mí y para todos nosotros, que somos sus hijos y seguidores

Father Kentenich, the great model of life for me and for all of us, who we are his children and disciples

Pater Kentenich, das große Lebensmodell für alle, die seine geistliches Söhne und Töchter und seine Jünger sind

Foto: Archiv © 2007

 

P. Nicolas Schwizer mit Ehepaaren aus der Kampagne der Pilgernden Gottesmutter, in Asunción

P. Nicolás Schwizer con matrimonios de la Campaña del Rosario, en Asunción

Fr. Nicolás Schwizer with couples of the Schoenstatt Rosary Campaign in Asunción

P. Nicolas Schwizer mit Ehepaaren aus der Kampagne der Pilgernden Gottesmutter, in Asunción

Foto: Crivelli © 2007

 
In Ciudad del Este, 1997  

En Ciudad del Este, 1997

In Ciudad del Este, 1997

In Ciudad del Este, 1997

Foto: Cabral © 2007

 
   

El P. Nicolás Schwizer, Padre de Schoenstatt suizo, trabajó durante muchos años en el Movimiento de Schoenstatt en Paraguay. Desde que sufrió un accidente de ruta gravísimo en el año 2000, que le ocasionó lesiones irreversibles en el cerebro, no puede trabajar más, pero sigue aportando al capital de gracias por la Obra del Padre a la que dedicó su vida. En las conferencias para el Secretariado del Padre Kentenich en Asunción, Paraguay, dadas poco antes de su accidente, contó sobre sus encuentros y vivencias generales y más profundas con el Padre y Fundador.

Durante nuestros años de estudio (1966-1970) pudimos participar en varios encuentros generales con el Fundador. Una vez fue a dar una jornada de fin de semana a la Familia de Schoenstatt en la ciudad donde estudiábamos (Münster). Aprovechó para visitarnos, desayunar con nosotros, y responder nuestras preguntas.

Muchas veces estuvimos con él en Schoenstatt. En los años 1966 y 1967 él dio dos jornadas para dirigentes, una en octubre y otra en diciembre. Allí participábamos, junto con otros dirigentes, normalmente más de mil personas. Él sabía crear un extraordinario ambiente de familia, hacía bromas, se reía con ganas y hacía reír a todos, fomentaba una sana y santa emulación entre las comunidades. Interpretaba el tiempo actual y nos daba principios claros para enfrentarlo. Fueron días extraordinarios de familia y de vivencia de su gran paternidad.

Y así tuvimos muchos otros encuentros con charlas o pláticas para toda la Familia de Schoenstatt. Varias veces nos habló también exclusivamente a la comunidad de los Padres en nuestro Monte Sión, explicándonos nuestra misión a partir de ese lugar santo.

El retiro anual de los seminaristas

El encuentro más profundo, más cercano y más extenso, fue cuando el mismo Padre nos predicó el Retiro anual a los seminaristas. Fue del 22 al 25 de agosto del año 1967. Fueron días de cielo. Durante casi una semana lo teníamos solamente para nosotros. Escuchamos sus charlas, rezamos juntos, participamos en sus Stas. Misas. Para nuestra comunidad en el seminario, fue muy importante y decisivo este encuentro, porque estábamos con la inquietud de formar una generación entre los 5 cursos juntos, la primera generación internacional de nuestra comunidad. Y el Padre nos dio, en las charlas del Retiro, las pautas para la formación de esta generación. Por supuesto, sacamos también fotos de él con todos juntos y con cada curso. Aparte de eso cada curso podía comer una vez a solas con el Padre, en una pequeña salita. Mi curso – al que pertenecíamos 6 suizos – cenó con él el 23 de agosto. En aquel tiempo yo era el jefe de curso y me tocaba contarle brevemente nuestra historia de curso y la búsqueda de nuestro ideal. El Padre escuchaba atentamente e hizo algún comentario entre medio. Al final nos dio consejos para la vida del curso y la vivencia del ideal. Y todo esto mientras cenábamos.

Me percaté con qué atención sabía escuchar y concentrarse en lo que le estaba diciendo

Durante el mismo Retiro, cada uno podía conversar personalmente con el Padre y Fundador durante medía hora. A mí me tocaba el último día (25 de agosto) por la tarde. Primero me preguntó si me sentía bien en la comunidad. Lo afirmé y aproveché esto para contarle algo de mi vocación, de mi Ideal Personal, de mis expectativas y experiencias personales. Mirándolo, me percaté con qué atención sabía escuchar y concentrarse en lo que le estaba diciendo. Al terminar de contarle me dijo que me veía interiormente tranquilo y seguro en mi manera de ser y también en mi camino hacia el sacerdocio, en el ideal de Sión. Sonaba como si me conociera desde hacía muchos años. Allí me sentí un hijo querido por su padre como nunca más lo experimenté. Después le pregunté algunas cosas más sobre la formación de nuestra generación, ya que yo era uno de los responsables de ello. Me hizo algunas sugerencias concretas y después empezó a hacerme muchas preguntas: sobre la universidad, sobre determinados profesores, sobre nuestra comunidad del seminario, etc. En un momento dado hablamos sobre mi tarea de jefe de curso. Me decía que ese encargo era mi primer y más importante apostolado, mi gran tarea, aparte del estudio, a la cual tenía que dedicar todo mi tiempo y todas mis fuerzas.

Un recuerdo para mi mamá y un saludo para mí

Hacia el final del encuentro le pedí un recuerdo para mi mamá, de quien le había contado, ya que ella formaba parte de la rama de madres schoenstattianas. Me dio entonces una foto suya, la firmó y le escribió la siguiente dedicatoria: "Nada sucede por casualidad, todo viene de la bondad de Dios". Tiempo después, este saludo la ayudó mucho a mi mamá cuando pasó por una situación familiar difícil. Y también la acompañó en sus últimos meses de vida, cuando le descubrieron un cáncer terminal.

Y finalmente le di mi "Hacia el Padre" para que escriba también algo para mí. Puso esto: ¡Cómo el Padre me ha enviado a mí, así los envío yo! ¡ld y encended el mundo! ¡La Mater cuidará y vencerá perfectamente! J.K.. Pareciera que el Padre ya había intuido la voz de mi alma y mi tarea futura en América Latina, a pesar de que esa decisión yo la tomé recién un año y medio después. De todos modos, y creo que con razón, interpreté más adelante esas palabras como un fuerte signo y un apoyo personal del Padre para mi misión latinoamericano–paraguaya.

Mi último encuentro con el Padre y Fundador

Mi último encuentro con el Padre y Fundador fue cuando todos los seminaristas hicimos una peregrinación a Cambrai (Francia) y a los otros lugares donde estuvo José Engling antes de morir. Fue el 15 de julio de 1968, es decir, dos meses antes de su muerte. Empezamos nuestra peregrinación en Schoenstatt para pedir la bendición del Padre. Pero era muy difícil llegar junto a él. Entonces, ¿qué hicimos? Nos pusimos debajo de su ventana, que estaba en el segundo piso (de la casa de formación de las Hermanas) y empezamos a cantar hasta que logramos llamar su atención. Abrió la ventana, nos saludó y nos preguntó en que estábamos. Después de un rato desapareció. Pero volvió enseguida y empezó a tirar regalitos por la ventana: caramelos, bombones, chocolates... Finalmente nos dio la bendición para el viaje y se despidió de nosotros.

Un gesto de despedida

Cuando ya estábamos subiendo al ómnibus vimos de repente como el Padre salió por una puerta lateral para ir a rezar su rosario en el parque. Como pueden imaginarse, bajamos como balas del ómnibus y corrimos junto a él para poder saludarlo personalmente. Y de nuevo nos habló un rato. Pero lo que quedó grabado para siempre en mi memoria es mi despedida personal de él. El Padre dio la mano a cada uno y yo era el último. Y mientras me daba la mano empezó a hablar de nuevo. Y siguió hablando un largo rato, mientras mantenía mi mano en la suya. Y la aferraba fuerte, de tal modo que no podía retirarla. Después nos dejó. Pero a mí me quedó la pregunta ¿qué quiso decirme el Padre al retener tanto tiempo mi mano?. ¿No sería un signo de su especial cercanía y vinculación de Padre y Fundador? ¿O quería darme ánimo y fuerza antes de dejar este mundo? De cualquier modo lo considero un gesto de despedida muy cariñoso y significativo.

Tres imágenes del Padre Fundador

Concluyendo y resumiendo, puedo decir que a través de los encuentros con el Padre y Fundador me quedaron tres imágenes en la mente y en el corazón:

El Fundador de una gran obra, Padre de una gran familia – y yo he sido llamado a ser hijo de este gran Padre y a ser co-fundador con él.

El Padre espiritual y guía para mi vida sacerdotal – cuyo reflejo he de ser, junto con mi comunidad de Padres.

El Santo para nuestro tiempo, que se hizo santo en medio de el mundo de hoy, mundo complejo y difícil – el gran modelo de vida para mí y para todos nosotros que somos sus hijos y seguidores.

Desde hace varios meses, se envían dos veces por mes por correo electrónico las fichas de reflexión llamadas "El Padre Nicolás predica desde la web", gracias al esfuerzo de Javier Cabral, de la Federación de Familias de Paraguay. Para suscribirse (gratis): pn.reflexiones@gmail.com

Se ofrecen en castellano, portugués, inglés, alemán.

 


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Last Update: 11.09.2007 Mail: Editor /Webmaster
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