published: 2007-08-07 | |
Los entrenadores de fútbolReflexiones del P. Pablo Vautier sobre las 20 ordenaciones sacerdotales de Padres de Schoenstatt en este año |
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El P. Pablo Vautier – fallecido repentinamente el pasado 31 de mayo – escribió con su típicamente original profundidad un artículo para la "Carta desde Horw", de los Padres de Schoenstatt suizos, sobre las veinte ordenaciones sacerdotales de Padres de Schoenstatt a celebrarse este año en todo el mundo. Ilustrado con fotos de las ordenaciones sacerdotales realizadas en Bellavista, Chile, en el primer fin de semana posterior a su fallecimiento, este texto quiere ser también, más allá de su mensaje, un recordatorio del P. Pablo Vautier y de su rica vida sacerdotal. Vaya desde aquí un cordial ¡muchas gracias! al P. Germann por autorizar la publicación en schoenstatt.de. Debo reconocer públicamente que no soy un fanático de fútbol, pero eso no significa que no me ocupe – siempre de nuevo – de este fenómeno tan popular que apasiona a las multitudes. Desde mi ocupación especial, tal como la juzgan mis hermanos de comunidad, tengo un especial interés y una especial compasión a su vez por los directores técnicos. Interés, porque me parece fascinante esta tarea de formar un grupo de hombres que funcionen bien en equipo y se mantengan unidos y en armonía durante cierto tiempo. Compasión, porque todo director técnico sabe hoy día que le echarán la culpa cuando su plantel juegue mal o no gane. A menudo tiene que renunciar aunque – claro está – sabemos que el triunfo no depende directamente de él ni tampoco se le pueden adjudicar al pobre las derrotas sufridas por el equipo. Debe convertirse en una especie de mago, sin varita ni fórmula mágica que lo ayude a alzarse con el triunfo. Pero, por otro lado, obviamente un buen director técnico puede estimular mucho a sus dirigidos y más de uno, con la sola intervención de un buen director técnico, puede llegar a desplegar y desarrollar sus dotes. Como dice el subtítulo, nuestra comunidad de los Padres de Schoenstatt recibe este año el regalo de veinte seminaristas prontos a su ordenación sacerdotal. Para una comunidad de trescientos sacerdotes, esto significa mucho. Y por supuesto es aún más hermoso que entre ellos haya un suizo y tres africanos. Cuando los directores espirituales no se ocupan más de las almas¡Veinte ordenaciones sacerdotales! Suena como una cifra un tanto excepcional dentro de nuestra realidad. Ahora bien, también en nuestro caso la mayoría de los candidatos no provienen de países europeos sino que son latinoamericanos (8), africanos (3) e indios (8). Aún así, tal vez algunos de ustedes se pregunten qué es lo que moviliza a los jóvenes, en cada país, a decidirse por el sacerdocio. Por favor, no esperen un análisis exhaustivo de por qué hoy día hay tan pocas vocaciones entre nosotros, los países europeos) Hay muchos factores y aún más teorías al respecto. Sólo quiero mencionarles un factor que considero importante también para el futuro. Conozco a todos nuestros futuros sacerdotes y he trabajado con ellos. Vienen de países, pueblos y círculos en los que la vida aún transcurre de manera muy personal. La familia, las relaciones, la amistad ocupan un espacio central. Todavía es muy fuerte la conciencia de que esto es importante, que la gente "me apoya", me acompaña, está conmigo cuando la necesito. Han aprendido mucho más a través del diálogo y los vínculos personales que por la información en los libros. Quizás la vida les trae sus inquietudes también, pero no tanto a raíz del trabajo o las muchas actividades sino por la cantidad de vínculos que ellos cultivan. Entre nosotros, los europeos, se combinan el nerviosismo, la presión del trabajo, la perfecta organización, el alto nivel de vida y la expectativa por un óptimo rendimiento, en una cultura relativamente anónima, en la que sobresalen como íconos el héroe solitario, la mujer perfecta, que muchas veces se derrumban un día. En cuanto al ministerio sacerdotal, esto acarrea el hecho de que desde hace un tiempo a esta parte la tarea del director espiritual fundamentalmente no es más la de ocuparse de las almas. Ha crecido tremendamente el aspecto administrativo del trabajo, con cada vez más tareas de organización y aún más reuniones de equipo. La fusión de las parroquias se traduce en un incremento de tareas cotidianas y una disminución del tiempo libre que dedicarle individualmente a las personas, para estar con ellas, escucharlas y ser un interlocutor de confianza. No me asombra la escasez de vocaciones sacerdotales en este país. La tarea normal del párroco ya no es más atractiva hoy día para quienes desean ocuparse de la gente. Y cuanto menos sigan este camino, tanto peor será la situación. Un verdadero círculo diabólico. Sólo podremos romperlo si, juntos, arremetemos en contra: hay que encontrar un buen grupo de jóvenes con un fuerte anhelo de estar realmente a disposición de la gente; acercarnos a ellos sin esperar ni exigir de su parte tareas administrativas sino tiempo, presencia, compañía, entrenamiento al servicio de la vida. En el fútbol, como en la vida, es necesario jugar en equipoMuchos de nuestros futuros sacerdotes han experimentado personalmente el acompañamiento y apoyo de alguien. A menudo la vida se parece a un partido de fútbol: mayormente formamos parte de un equipo – nos guste o no –, la pelota entra en nuestra área, y el resto del equipo espera mi reacción en el momento indicado. Mantenerse en el lugar, atacar, adelantarse, defender... Innumerables observaciones, decisiones y acciones. Estar bien entrenado significa que me conozco y conozco mis capacidades, sé cuál es mi rutina y qué resta aún como desafío. La presencia de un director técnico significa tener alguien que me conozca interiormente y me ayude a andar bien y a crecer. Cada vez hay más personas en esta tierra, y la solución a nuestros problemas no vendrá por el aumento de la información, ni por tener aún más equipamiento y aparatos, sino por el juego en equipo de las familias, de las sociedades, de los pueblos. Cada uno con su aporte y su respeto por los demás. Los buenos sacerdotes nos ayudan a entrenarnos justamente en el campo de los vínculos, de las actitudes interiores y de las decisiones, en la formación de mi personalidad, la que es siempre el fundamento para lo que yo soy y hago en casa, en el trabajo y en las pequeñas y grandes actividades públicas. Puede ser que nuestros hermanos de comunidad de los países en desarrollo tengan una mayor visión del futuro y de los desafíos en sus países. Nosotros, en la vieja Europa, debemos reflexionar sobre esto: hemos conseguido mucho, sólo porque contamos entre nosotros con sacerdotes y monjes que nos ayudaron como entrenadores para ser lo que Dios quiso que cada uno de nosotros fuera , y cuidaron de que el partido de los pueblos, en lo pequeño y en lo grande, se desarrollara armónicamente hasta cierto punto y, a la larga, fuera cada vez mejor. Nuestro "arco" decisivoLes deseamos a nuestros veinte hermanos de comunidad una bendecida y eficaz labor pastoral. Y a ustedes, queridos lectores, les deseo hoy un buen partido en su vida, y que quizás recurran de nuevo a su entrenador. ¡Para estar en mejor forma! ¡Para estar más compenetrados en el juego! ¡Para tener más espíritu! Para todos nosotros el "arco" decisivo es, finalmente, el que se abre a las puertas del cielo. Traducción: aat/mca, Argentina |
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Last Update: 07.08.2007
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