published: 2007-03-02 |
"La verdadera cruzada es la de la vida"Testimonios y vivencias de algunos de los cruzados y su locura de amor |
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ARGENTINA, Tomás Garzón, "¡Algunos preguntan quienes somos, otros más prudentes preguntan adonde vamos, somos schoenstattianos, escuchen bien, y hasta Bellavista no vamos a parar!". Este fue uno de los muchos cantos que acompañaron a los jóvenes que unieron en peregrinación los Santuarios de Mendoza en Argentina y Bellavista en Chile. Detrás de cada paso, en cada tramo del camino, con cada paisaje, hubo reflexiones y sentimientos que vale la pena conocer. "No hay preparación que valga. Y ese fue mi problema -y el de varios. Digo problema porque soy una persona a la que le gusta tener todo planeado, todo preparado. Entonces me hice hacer un plan para el gimnasio con dos meses de anticipación; fui a comprarme barritas de proteínas y carbohidratos, medio kilo de maní y un kilo de chocolate blanco -dicen que tiene más grasa- como para soportar de 16 días de hambre", cuenta Guido, de Córdoba, Argentina. Roby, de Buenos Aires, vivió la previa de la peregrinación de una manera radicalmente distinta: "Yo llegué allí sin saber bien a dónde iba. No me pregunté si iba a poder caminar los 400 kilómetros, no me preocupé por si iba a comer bien o mal, mucho o poco, si iba a pasar frío o calor. Ni siquiera podía entender bien a qué iba, simplemente fui." Detrás de cada sacrificio, un regaloGuido y sus compañeros cordobeses fueron encargados con la cocina de cada noche durante la Cruzada. "Pero no todo fueron penurias. De almorzar papa, huevo y tomate durante 16 días… de dormir en el piso… de rogar encontrar una sombra para dormir la siesta… de que alcance la comida para poder comer -los cocineros comemos al último- aprendí realmente a valorar las cosas que tengo y me di cuenta de que muchas de las cosas que quisiera tener no las necesito. Es una sensación rara: tenés poco y nada, y al mismo tiempo dependes de poco y nada, es decir, te sentís más libre". "Cada día, Dios y la Virgen sorprendían a los cruzados: cada pequeño detalle era recibido con alegría y gratitud. La posibilidad de tomar una ducha caliente (¡o incluso fría!), un techo, un baño o una pequeña variación en la comida", cuenta un joven de Londrina, parte del gran contingente de Brasil que durante la peregrinación llevó consigo la peregrina de la Juventud Heroica, dejada a ellos por Don Joao Pozzobon. . "En el camino la Mater me llenó de gracias. Me ayudó a apreciar hasta las cosas mas pequeñas, lo que en el día a día uno ni se fija. Vivimos sin notar la importancia de un techo para protegerse de la lluvia, de un poco de sombra par evitar los rayos del sol o de una ráfaga de viento que te refresque en un caluroso día. Nos preocupamos por cosas materiales a tal punto que muchas veces no llegamos a apreciar los regalos que Dios nos hace todo el tiempo", reflexiona también Roby. Una historia personal"Cuando los músculos te duelen de tal forma que no podés seguir caminando, te apoyas en el que tenés al lado y te das cuenta de que sin importar si es argentino, chileno, paraguayo, uruguayo, brasilero o mejicano, es tu hermano", agrega Roby. Todos coinciden además en señalar que la Cruzada de María se vive de una forma muy personal. "Es increíble cómo a cada uno de nosotros la Cruzada le llegó de distinta manera. Por ejemplo, para mí el gran momento fue el noveno día, cuando llegamos al Cristo Redentor. En el último tramo me tocó llevar el báculo de Mario Hiriart, con el cual se dirige la Cruzada. Para mí fue un momento muy emocionante: llegar los 120 corriendo, muertos de cansancio al Cristo Redentor. Lloré como un nene… Me hizo acordar de la frase niños ante Dios", testimonia Guido. El sentido de la CruzadaEstos tres peregrinos aportan su propia definición de la Cruzada de María: "Cuando de repente te detenés a mirar la inmensidad de los Andes, comenzás a entender porque estas ahí: porque Dios quiso hacerte un regalo. Y entonces, todo cambia…", asegura Roby. Guido acentúa el desafío de volver a casa: "Porque la verdadera Cruzada no es la de los Andes, eso terminó hace más de 10 días, la verdadera Cruzada es la Cruzada de la vida… la del día a día; la que empezó el 4 de febrero cuando llegué a mi casa". Sin dudas, una locura de amor. "¿Qué decir de estos 120 jóvenes? ¡Renunciar a 16 días de sus vacaciones para caminar 400 kilómetros debajo de un fuerte sol o mucho frío! ¿Saben lo que yo digo de esos jóvenes, saben lo que ellos dicen de si mismos? ¡Que ellos están locos de amor por María, locos por Schoenstatt, locos por Cristo!", exclama Lucas. Más fotos y testimonios en la pagina de la "JUMAS", Brasil |
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Last Update: 16.03.2007
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