published: 2007-02-23 |
Un testimonio de amor generoso, alegre y servicialFalleció la Hermana Lisann y una inmensa ola de gratitud por su personalidad tan excepcional recorre el mundo |
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SCHOENSTATT, mkf/mca. Una noticia que llenó de tristeza y al mismo tiempo de hermosos recuerdos a todos los que han estado en Schoenstatt y especialmente en Sonnenau recorrió el 22 de febrero todo el mundo: Al mediodía fallecía la Hermana Lisann, después de luchar durante años contra la cruel enfermedad que la aquejaba, abandonándose enteramente estos últimos meses a la voluntad de Dios. El entierro tendrá lugar el día martes 27 de febrero, en el cementerio de las Hermanas de María en Metternich, donde estuvo hospedada luego de su última internación. Previamente, a las 14.00 hs. se celebrará una Misa en la Capilla de la Casa Provincial. Para tantas personas que pasaron por Schoenstatt la Hermana Lisann fue el artífice de que se sintieran bienvenidos y en casa. Prácticamente durante casi toda su vida como Hermana de María tuvo la tarea de recibir y alojar a otros: en la recepción de la Casa Madre, en la Casa Marienland en la recepción y como superiora, en el Santuario Cor Ecclesiae, y por sobre todo en Sonnenau. "Estoy seguro de que ahora nuestra Mater la va a dejar a cargo del hospedaje en el cielo… un nuevo incentivo para querer llegar arriba. Estamos con pena, pero felices de que otra santa hija haya llegado donde nuestro padre" escribe Joaquín Mardonez, de Chile. A pocas horas de la llegada de la noticia, comenzaron a llegar testimonios de Tanzania, Perú, Chile, Argentina, Sudáfrica, Alemania, Paraguay, Portugal, llenándose el libro virtual de condolencias que se armó en gratitud a una Hermana que como pocas marcó la vida de personas de todas partes del mundo, las que ocuparon un lugar importante en su corazón tan grande. Una de estas personas testimonia a continuación lo que la Hermana Lisann ha significado para Schoenstatt: Con honda tristeza...Con honda tristeza acabo de enterarme de la noticia del fallecimiento de la Hermana Lisann. Sabía que desde hacía tiempo estaba muy grave, pero uno nunca pierde la esperanza de que se produzca un milagro. Hacía tanta falta la Hermana Lisann… Tal vez nos la dejaban un tiempito más. Pero no fue así, el buen Dios se la llevó a su lado, y seguramente ya se habrá puesto a las órdenes de "la Jefa", la Mater, para ayudarla con sus tareas de recepción y alojamiento en el cielo! ¡Cuántos recuerdos surgen en este momento! Si tuviera que resumir en una palabra todas las cualidades tan extraordinarias de la Hermana Lisann, diría que fue una "madraza", en todo el sentido de la palabra. Nadie más acogedor, nadie más preocupado por la gente, nadie más servicial, nadie más dedicado permanentemente a facilitarle y alegrarle la vida a los demás, a simplificarles las cosas, a solucionarles todo, aún a costa de ella, de su sacrificio, de su renuncia. Una madraza. Siempre sonriente, de excelente humor, cálida, conversadora, y al mismo tiempo una súper administradora. Pero dejo esto para lo último porque no creo personalmente que fuera lo que más le interesaba o la motivaba. Su interés principal era la gente, tanto los huéspedes como los empleados y voluntarias, a todos trataba por igual, con un cariño y una deferencia impresionantes. Tuve la gracia de poder alojarme varias veces en Sonnenau, durante varios días, y al haber ido por mi cuenta pude apreciar miles de gestos que de otra manera pueden pasar desapercibidos, o ni enterarse uno. Sólo menciono algunos como muestra, ya que habría miles de cosas que contar sobre ella. Un corazón de madreLa primera vez que llegué, me sorprendió ver que a la noche, después de la cena, en el salón de la entrada donde se sirve el café, un montón de tortas y cosas dulces exquisitas. Creí que sería una costumbre alemana, pero no era así… para mi sorpresa me dijeron que alguien le había comentado a la Hermana Lisann que los argentinos solíamos comer algo dulce a la noche, después de la cena, por lo que ella -ni lerda ni perezosa- a partir de ahí se ocupó de asumir esta costumbre y regalarle a todos un motivo más de encuentro y alegría. Demás está decir que no existe tal costumbre en Argentina, pero ella igual siguió haciéndolo, de pura felicidad nomás que le daba esta posibilidad de hacer feliz a los demás. En otra oportunidad la vi llegar medio cansada al desayuno, ¡ella que vivía con todas las pilas puestas! Cuando pregunté, me enteré que la noche anterior, a la madrugada, tocó el timbre un grupo de turistas perdidos por el lugar. La casa estaba llena, no había un solo lugar disponible, pero eso no hizo desistir a la Hermana Lisann de su máxima inquietud en la vida: armó un dormitorio provisorio en el lavadero, y como si esto fuera poco, además les preguntó si habían comido y ante la negativa, les sirvió la comida! ¿Quién más que ella podría hacer algo así? ¡Ni en el mejor ni el más caro de los hoteles cinco estrellas tienen un servicio tan calificado!!! Que no es fruto del aprendizaje ni el entrenamiento, sino del amor. De su gran preocupación maternal, de su corazón de brillantes (el oro es poco para definir el calibre de su corazón). Para que la casa conserve ese inmenso corazón que usted le regalóOtro día, en el almuerzo, se me acerca para pedirme si por favor podía comunicarme con unos turistas argentinos – no schoenstattianos – de Argentina, ya que a ella se le hacía difícil hablar en castellano. Le pregunté qué quería transmitirles, y me respondió que nada en particular, sólo hacerlos sentir en casa, que no se sintieran extraños, para lo cual sólo hacía falta acercarse con cariño y mantener una breve conversación. Así lo hice, y me llevé de premio a sonrisa feliz de la Hermana Lisann, que finalmente había logrado su objetivo. Muchas veces, viéndola, me preguntaba cómo haría para mantener esa alegría tan radiante en medio del acoso de los recién llegados huéspedes, que todos juntos y al mismo tiempo la atosigaban a preguntas: dónde podían lavar la ropa, cambiar plata, cómo hacer para llamar un taxi, cómo llegar a algún lugar cercano o no tanto, los horarios de misa, etc. Con una calma envidiable, y una sonrisa de oreja a oreja, daba respuesta a todas estas consultas, y la nube de gente se alejaba reconfortado al haber recibido respuesta a su inquietud. Querida Hermana Lisann, hoy Sonnenau y sus "inquilinos" estamos de duelo. La vamos a extrañar muchísimo, pero no dudo de que su espíritu seguirá revoloteando por Sonnenau, tirándole las orejas a todos los que trabajan allí para que la casa conserve ese inmenso corazón que usted le regaló. No por nada ha llegado a ser la casa más solicitada en Schoenstatt por los peregrinos. |
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Last Update: 23.02.2007
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